La Galicia autodestructiva
Estos d¨ªas nos han dado un retrato de este pa¨ªs a base de salpicaduras y manchas; el resultado es una figura grotesca, entre el esperpento de Valle-Incl¨¢n y la pintura negra de Goya. La Guardia Civil desarticul¨® una red de vieiras enmascaradas y sorprendi¨® a una restauradora en los s¨®tanos de la cocina gallega, pero su foto iluminada tremendamente por el flash deja en la sombra a muchos otros. Lo que la Guardia Civil persigui¨® y la causa que el juez instruye tiene relaci¨®n con un fraude a la Hacienda y a la Sanidad p¨²blicas. Es muy dura la situaci¨®n de los industriales retratados en esa tesitura y es humano buscar eximirse de responsabilidades, pero es tener mucho morro decir que la culpa es de las autoridades.
El salvajismo de nuestra sociedad no podemos carg¨¢rselo simplemente a los gobernantes
La cocina gallega le debe mucho a To?i Vicente y a otros restauradores, no debemos olvidarlo, pero debe asumir la situaci¨®n en la que ella misma se ha metido. La Xunta, tanto esta Administraci¨®n como la anterior, apoyaron a la cocina y la gastronom¨ªa sin reservas como una parte de la imagen de Galicia. Y haci¨¦ndose da?o a s¨ª mismos tambi¨¦n han salpicado la imagen de Galicia. Hace unos meses se celebraba entre nosotros, en Santiago, el Forum gastron¨®mico con el Premio Picadillo, poniendo en valor nuestra tradici¨®n culinaria. Y ahora, esto. Lo que hacemos con una mano lo deshacemos con la otra. Manchar la vieira es manchar el s¨ªmbolo del Camino de Santiago y de Galicia misma.
La Administraci¨®n se ha gastado mucho dinero en publicitar nuestra gastronom¨ªa. No son los gobernantes los culpables de enga?ar al forastero -que viene aqu¨ª convencido de que tenemos buen marisco y buenos vinos blancos- d¨¢ndole centolla o buey de cet¨¢rea francesa por marisco de la r¨ªa y vi?o xoven por Ribeiro o R¨ªas Baixas. No, no se puede fingir inocencia y echarle la culpa a las autoridades.
En los mismos d¨ªas se incendi¨® un pol¨ªgono industrial tambi¨¦n fantasma, el fuego que arras¨® 11 naves sac¨® a la luz que 10 de esas empresas no ten¨ªan licencia. No, la culpa no es de las autoridades. La falta de respeto a las leyes y normas, el salvajismo de nuestra sociedad no podemos carg¨¢rselo simplemente a los gobernantes.
Y desde el mismo Vigo que dio las ideas de Galicia m¨¢s modernas, el republicanismo galleguista de Valent¨ªn Paz Andrade o de Portela Valladares, que ilumin¨® proyectos empresariales que a¨²n hoy son fecundos (pesca, industria qu¨ªmica), un club financiero nos dice que para progresar los gallegos deben dejar de parecerlo, que no se nos note. ?C¨®mo debemos parecer? ?Qui¨¦nes debemos ser? ?Murcianos, extreme?os, madrile?os, lisboetas, melillenses, barceloneses, bilba¨ªnos...? Nos dicen lo que no debemos ser y parecer pero deben sugerirnos alg¨²n modelo. Si no, unos querr¨¢n parecer tejanos, otros venezolanos o andorranos... Viendo aquel Vigo republicano y viendo lo que nos llega de este otro, apreciamos el enorme bache hist¨®rico que fue el trauma del 36 y el franquismo: el desarrollismo de los a?os sesenta se dio en una sociedad mutilada, inculta, acomplejada, inc¨ªvica.
Vieiras o pol¨ªgonos salvajes y clubs provincianos no son la ¨²nica cara de Galicia, pero son sobresaltos que interrumpen la labor lenta de ir tejiendo un pa¨ªs digno con una ciudadan¨ªa que no se averg¨¹enza de ser de quien es y de donde es, y que teniendo riquezas naturales sabe trabajarlas. Este argumento, hay que reconoc¨¦rselo, lo ha ido elaborando poco a poco esta Administraci¨®n de la Xunta. Con las limitaciones y fallos que se quiera, pero la idea de Galicia que han ido desarrollando es ¨¦sa, una Galicia con cultura y personalidad propia y que circula por unos ra¨ªles hacia delante. Un pa¨ªs que conf¨ªa en sus capacidades y con futuro.
Y los sobresaltos de estos d¨ªas pasados lo que dejan al descubierto es la distancia que hay entre esta Xunta del cambio pol¨ªtico con ese proyecto de una Galicia que apuesta y conf¨ªa en su viabilidad y una parte importante de nuestra sociedad. Aquellas personas que vivimos la historia ag¨®nicamente, ansiando que al fin emerja una sociedad moderna y mejor, deberemos asumir esta realidad: el peso del pasado de ignorancia e incivismo es mayor del que creemos. Es preciso traer esa parte del cuerpo social a un nuevo consenso de pa¨ªs, llevar a mucha gente el argumento de la nueva Galicia posible.
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