El juez Tirado
Se ha generalizado la cacer¨ªa p¨²blica al juez Tirado que r¨ªase Mr. Lynch . Hay una carrera para ver qui¨¦n es el que dice el mayor improperio contra el juez y quien es el que est¨¢ con mayor ¨¦nfasis al lado de la familia de la ni?a Mari Luz. Una cosa es que nuestros gobernantes sientan lo que la mayor¨ªa de la gente y otra bien distinta es la demagogia populista. Todos hablan con Juan Jos¨¦ Cort¨¦s, dicen que hay que cambiar leyes, crear registros de pederastas, castraciones qu¨ªmicas y lo que sea menester. Todos critican el corporativismo de los jueces, la escasez de la sanci¨®n al juez Tirado, lo bochornoso de su comparaci¨®n con la sanci¨®n a otro juez de Toledo por humillar a sus funcionarios. El asunto ha llegado a tal extremo que familiares de la ni?a Mari Luz dec¨ªan en la SER que el juez Tirado es un criminal. Se empieza criticando la pasividad del juez y se termina acus¨¢ndole de la muerte de la ni?a. Nadie recuerda ya que el presunto asesino est¨¢ en prisi¨®n, como si el ¨²nico responsable fuera el juez. Es cierto que el juez Tirado actu¨® de manera negligente a la hora de tramitar la ejecuci¨®n de la sentencia de Santiago del Valle. Pero no es menos cierto que la justicia en Espa?a act¨²a como en el siglo XIX. Parece que a nadie ha importado durante a?os que los juzgados sean lentos y antiguos, que no haya una justicia efectiva. Los legajos se amontonan y los procedimientos se realizan por procedimientos arcaicos. Faltan funcionarios, medios materiales, juzgados modernos y eficientes. Hay 269.855 sentencias pendientes de ejecutar aunque la mayor preocupaci¨®n de los ¨²ltimos meses haya sido repartir los ¨®rganos de gesti¨®n de los jueces entre los partidos pol¨ªticos. Durante d¨¦cadas nadie pens¨® que era una prioridad modernizar la justicia, ni el actual gobierno ni la oposici¨®n, cuyo l¨ªder fue ministro y vicepresidente durante ocho a?os. Parece que ha sido un azar o una inclemencia meteorol¨®gica lo que nos ha llevado a esta situaci¨®n. Por eso rechinan los o¨ªdos escuchar al presidente y a la vicepresidenta del gobierno decir las cosas que dicen, igual que al l¨ªder del PP. Falta un poco de sentido com¨²n: una cosa es hablar de lo que interesa a los ciudadanos y otra caer en la m¨¢s burda demagogia. Lo mismo puede decirse de los medios de comunicaci¨®n, que amplifican la cacer¨ªa. Imagino que el juez Tirado tendr¨¢ que vivir con escolta porque cualquier d¨ªa va a sufrir una agresi¨®n. Que la abuela de la ni?a Mari Luz haya dicho en la cadena SER que el juez es un criminal no es m¨¢s que la consecuencia de todo lo anterior. Nadie se atreve a decir que los padres no fueron responsables en el cuidado de una ni?a tan peque?a a la que dejaron pasear por las calles, cosa que no permitir¨ªa nadie. Es m¨¢s f¨¢cil culpar al juez Tirado que mirar en las responsabilidades propias. La presencia de las c¨¢maras han puesto el foco de atenci¨®n en esta familia que se ha hecho famosA y han convertido una desgracia en un circo, al estilo de las ni?as de Alcasser.
Es l¨®gico que la mayor¨ªa piense que la sanci¨®n al juez es demasiado leve por las consecuencias de su negligencia. Pero un gobernante responsable lo que tiene que hacer es tomar medidas para que se recurra la sanci¨®n y evitar que vuelva a ocurrir ?cu¨¢ntos de los 269.855 delincuentes con sentencia pendiente de ejecuci¨®n han delinquido o pueden llegar a hacerlo? Eso es lo importante. La sociedad mira con horror el crimen, se estremece por el dolor de una familia y se indigna por el mal funcionamiento de la justicia. Pero en vez de pensar que nunca le hab¨ªa prestado atenci¨®n a este problema, que jam¨¢s reclam¨® a los gobernantes soluciones al atasco judicial, que nunca vot¨® pensando en la inoperancia de muchos juzgados, ha encontrado un culpable y se dispone al linchamiento p¨²blico. La tr¨¢gica muerte de Mari Luz fue una cadena de errores, empezando por los padres, el juez Tirado y quienes no dotaron de medios a los juzgados. Pero no vayamos a lapidar a nadie y enterremos de una vez a Mari Luz.
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