Maravilla de la fisiolog¨ªa
El anunciado regreso de Armstrong servir¨¢ para comprobar los efectos de la edad y el desentrenamiento en el rendimiento
S¨®lo a Alberto Contador, parece, ha dejado indiferente el anuncio del regreso de Lance Armstrong al ciclismo activo.
"Me da igual", dijo el chico de Pinto. "Yo estoy concentrado en lo m¨ªo". Y lo demostr¨® dos d¨ªas despu¨¦s en la subida al Angliru. A la gente de su equipo no les dej¨® tan fr¨ªa la sorpresa. Tampoco a lo que se podr¨ªa llamar el mundillo del ciclismo, concentrado unas semanas en la Vuelta a Espa?a, a quienes pill¨® fuera de juego la noticia. Los primeros, los que le acompa?aron en sus siete Tours.
"S¨¦ lo que t¨² sabes", contesta en un sms Johan Bruyneel a quien le pregunta qu¨¦ le puede a?adir al videoclip en el que Armstrong dice en su web que quiere ganar el octavo Tour. Al d¨ªa siguiente, al sol de Calahorra, a?ade "my lips are sealed" ("mis labios est¨¢n sellados") cuando se le pregunta si Armstrong le ha pedido un hueco en el Astana para el Tour 2009. Bruyneel no habla, pero de sus silencios, si no son tan falsos como tantas palabras, se puede colegir, a), que no le hace mucha gracia el retorno del hombre que le convirti¨® en el director ciclista m¨¢s envidiado y que fue su socio econ¨®mico hasta hace un a?o, b), que tampoco le hace gracia el momento elegido por el tejano, mientras su equipo est¨¢ inmerso en plena campa?a para ganar la Vuelta con Contador, c), que no est¨¢ tan claro que si vuelve, Armstrong lo haga con Bruyneel, d), que su gente de toda la vida duda de las posibilidades reales del regreso, y e), que tampoco sus m¨¢s ¨ªntimos en la vida deportiva saben muy bien por qu¨¦ quiere volver el corredor que dijo adi¨®s al ciclismo hace tres a?os, invicto, desde lo m¨¢s alto del podio de su s¨¦ptimo Tour.
Los sabios del pelot¨®n dicen que estar¨¢ al 70% de lo que fue. Los cient¨ªficos dudan m¨¢s
Armstrong ha prometido que el 24 de septiembre explicar¨¢ c¨®mo piensa organiz¨¢rselo, pero por mucho que hable seguramente dejar¨¢ en el aire la respuesta a una de las preguntas m¨¢s importantes, ?por qu¨¦?, y s¨®lo podr¨¢ aventurar hip¨®tesis para contestar a la otra, ?a qu¨¦ nivel?
A ambas preguntas, la gente que lo conoce ya ha aventurado sus propias respuestas. Pedro Celaya, que fue el m¨¦dico de su equipo en los tiempos del Motorola, antes del c¨¢ncer que le hizo cambiar su concepci¨®n de la vida y que le permiti¨® convertirse en el campe¨®n del Tour, alaba el sentido del show business del tejano y, dada su formaci¨®n psiqui¨¢trica, no duda en avanzar una respuesta freudiana al porqu¨¦. "Como se ha ido desde lo m¨¢s alto, sin que nadie le derrotara se puede sentir incompleto. La falta algo", explica. "Es como aquel que no ha llorado la muerte del padre. Vuelve por ello". La imbatibilidad en el Tour le permite a Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri avanzar la teor¨ªa de que Armstrong sufre de manera exacerbada el s¨ªndrome Bahamontes, aquel que afecta a todos los campeones del pasado que siguen pensando que como en sus tiempos, nada. "Estar¨¢ bien que vuelva", dice el director de los cinco Tours de Indurain. "Entonces veremos su sitio real. Ser¨¢ el primer ex que haga contrastar su sensaci¨®n de ser el mejor a¨²n a?os despu¨¦s con la realidad".
"Pero Contador es Bahamontes y m¨¢s todav¨ªa, es Pantani, es lo que se te ocurra, no se sabe lo que es", advierte Celaya. "Y no s¨¦ que podr¨ªa hacer Armstrong ante ¨¦l en la monta?a..."
Mientras la l¨®gica, verbalizada por los viejos sabios del pelot¨®n, dice que tras tres a?os de ausencia cuando vuelva Armstrong estar¨¢ al 70% de lo que fue en 2005. "M¨¢s que de edad, habr¨¢ que hablar de entrenamiento", dice Jos¨¦ Gonz¨¢lez-Alonso, que despu¨¦s de haber trabajado con Bengt Saltin en el Centro de Investigaci¨®n Muscular de Copenhague, dirige un departamento en la universidad brit¨¢nica de Brunel. "El deterioro f¨ªsico debido a la edad es dif¨ªcil de determinar, pero no hay ning¨²n estudio que indique deterioro fisiol¨®gico significativo en s¨®lo tres a?os. Armstrong tiene 37 a?os, y se piensa que a partir de los 40 el consumo m¨¢ximo de ox¨ªgeno [el par¨¢metro m¨¢s utilizado para determinar la capacidad f¨ªsica] disminuye como media un 5% en la poblaci¨®n normal. Quiz¨¢s en casos de deportistas de elite, como Armstrong, sea de s¨®lo un 1%, nada que con la experiencia y el saber dosificar los esfuerzos no se pueda compensar".
Gonz¨¢lez-Alonso, que trabaj¨® en Colorado con Ed Coyle y estuvo en algunas de las pruebas de esfuerzo a las que el fisi¨®logo someti¨® a Armstrong, es de los que cree que uno de los m¨¢s grandes misterios es el de la transformaci¨®n de Armstrong tras su c¨¢ncer en un corredor mejor a¨²n que antes. "En teor¨ªa, los efectos del envejecimiento son peque?os comparados con los del desentrenamiento", dice. "El cuerpo refleja cambios hasta de un d¨ªa sin entrenamiento. Hay p¨¦rdida de masa muscular y tambi¨¦n disminuye la masa del coraz¨®n. El ciclismo es un deporte que moviliza muchos ¨®rganos y en tres meses ya se nota el desentrenamiento. La gran duda con Armstrong, de todas maneras, es saber si su cuerpo ser¨¢ capaz de tolerar la progresi¨®n que le espera de cargas de entrenamiento. Si empieza muy r¨¢pido Armstrong, corre el peligro de lesionarse... Y todo, partiendo de la base de que mentalmente est¨¢ dispuesto a volver a asumir los sacrificios de su deporte".
"En efecto", dice Alejandro Luc¨ªa, fisi¨®logo de la Universidad Europea de Madrid. "No hay estudios longitudinales de laboratorio sobre los efectos del desentrenamiento a largo plazo, pero en el caso de Armstrong, su vida es el mismo estudio: ¨¦l fue capaz de volver m¨¢s fuerte tras dos a?os de par¨®n por enfermedad. En su caso, no de puede dar nada por descontado".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.