Educar
Nos hemos llenado de palabras de moda y parecen, en cambio, hab¨¦rsenos olvidado otras que deber¨ªan estar a salvo de todas las modas. Conocimiento, investigaci¨®n, transferencia, emprendimiento, son t¨¦rminos que unimos ya, por fortuna, a los cometidos de la universidad moderna. Pero no hablamos de educar. ?Se nos habr¨¢ olvidado que tambi¨¦n hay que educar? Ciencia e innovaci¨®n es una feliz denominaci¨®n para un nuevo Ministerio que tiene el desaf¨ªo, y el equipo capaz de conseguirlo, de demostrar que educar tambi¨¦n forma parte primordial de sus cometidos.
Para no confundir lo moderno con ir a la moda, convendr¨ªa no olvidar que lo que hay es que educar, ante todo. Convendr¨ªa recordarlo ahora que estamos pasando del dise?o a la obra en la construcci¨®n de ese edificio de la convergencia universitaria europea so?ada desde Bolonia; ahora que el proceso ha arrancado, aunque sea con l¨®gicas cautelas y me parece que mirando m¨¢s de reojo que al frente, dirigiendo la vista m¨¢s a nuestro entorno inmediato que al horizonte europeo, optando por crecer separados por miedo a menguar juntos, atendiendo m¨¢s a la l¨®gica competitiva que a la coherencia acad¨¦mica y desatando una din¨¢mica de ganadores individuales desentendida de los resultados para el conjunto del sistema.
Convendr¨ªa reivindicar el objetivo de la educaci¨®n porque ahora ense?amos m¨¢s para aprender que para educar, porque nos centramos m¨¢s en los conocimientos que en las "virtudes no cognitivas" en que el premio Nobel de Econom¨ªa Heckman cifra la clave de la educaci¨®n y del ¨¦xito socioecon¨®mico, porque nos inclinamos mucho por formar profesionales y descuidamos demasiado educar a las personas.
El proceso de implantaci¨®n del Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior es una gran oportunidad para devolver el objetivo de "educar" a su sitio. Pero es tambi¨¦n una senda llena de riesgos. Algunos indicios advierten ya que corremos el riesgo de confundir lo excelente con lo espec¨ªfico, lo formativo con lo especializado, las denominaciones con los contenidos y lo fundamental con lo accesorio. Corremos el riesgo de repartir en vez de atraer estudiantes a las nuevas ense?anzas, de llenarnos de t¨ªtulos y vaciarnos de contenidos, de promover simult¨¢neamente una inflaci¨®n de nuevos estudios y una devaluaci¨®n de titulaciones tradicionales bien asentadas y consolidadas que han pervivido por su capacidad formativa y educativa y por su car¨¢cter polivalente.
Corremos el riesgo de olvidar que la excelencia y la especializaci¨®n se asientan sobre una s¨®lida, exigente y completa formaci¨®n de base y de empezar una vez m¨¢s la casa por el tejado, empe?ados en formar profesionales de lo espec¨ªfico, y a veces incluso de lo irrelevante, desde el principio en vez de educar desde la base s¨®lidos universitarios que acabar¨¢n por convertirse en excelentes profesionales. No digo yo que no haya que ense?ar contabilidad, por ejemplo. Pero educar es otra cosa. No defiendo yo unas ense?anzas al margen de las demandas formativas, pero educar estoy convencido de que es el mejor modo de atenderlas.
Puestos a parcelar perfiles propongo, en cambio, alg¨²n espacio para agruparlos y ya que vamos a tener t¨ªtulos de casi todo conf¨ªo en que algo de casi todo llegue a tener cabida en un solo t¨ªtulo. Podemos mirar fuera para ver que esto no es una provocativa ocurrencia, para comprobar que las elites sociales y acad¨¦micas de los sistemas universitarios que nos llevan varias cabezas de ventaja se forman, es decir "se educan", en programas de "saberes" b¨¢sicos, con visiones pluridisciplinares y en materias fundamentales, sobre los que se asientan posteriormente brillantes trayectorias profesionales.
Por eso, ahora que ya hemos tenido una primera experiencia y antes de la avalancha de Grados y Posgrados que se avecina, har¨ªamos bien en promover programas como ¨¦sos, en reflexionar sobre cuestiones como ¨¦stas, en recuperar t¨¦rminos como "educar" para nuestro lenguaje universitario. Conocimiento, transferencia, investigaci¨®n, son ya, por fortuna, objetivos reconocidos, encumbrados, santificados, de la universidad de nuestro tiempo. Pero no olvidemos "educar", si queremos tener universidades con sentido y dar sentido a las universidades. No vaya a ser que ocurriese lo que Garc¨ªa M¨¢rquez dec¨ªa de s¨ª mismo: "desde muy peque?o tuve que abandonar mi educaci¨®n, para empezar a ir a la escuela".
Juan A. V¨¢zquez es ex presidente de la Conferencia de Rectores (CRUE). jvazquez@uniovi.es
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