F¨²tbol sin alma
El BATE, el peor equipo que pasa por Chamart¨ªn en a?os, contagia al Madrid, que no pasa de la mediocridad
A veces, la rivalidad es otra forma de convivencia. En el f¨²tbol tambi¨¦n. Hay d¨ªas que los equipos juegan unos contra otros, y hay d¨ªas en que la inercia de las cosas los empuja a hacerse compa?¨ªa en el marco formal del reglamento. El BATE Borisov, el equipo con menos presupuesto de la Liga de Campeones y el m¨¢s irrelevante de todos los que han pasado por Chamart¨ªn en este torneo, salt¨® al Bernab¨¦u con un objetivo realista: completar la coreograf¨ªa. Lo logr¨® plenamente. Cada bielorruso fue un soldado de la causa de la colaboraci¨®n con fines esc¨¦nicos. Perdieron, pero compusieron una estampa serena, colorida y de apariencia esforzada.
REAL MADRID 2 - BATE BORISOV 0
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Cannavaro, Heinze, Marcelo; Guti (Higua¨ªn, m. 67), Gago (Diarra, m. 35), Van der Vaart; Ra¨²l, Van Nistelrooy y Robben (Drenthe, m. 61). No utilizados: Dudek; Torres, Javi Garc¨ªa y Saviola.
BATE Borisov: Veremko; Khagush, Rzhevski, Sosnovski, Yurevich; Sivakov, Likhtarovich (Volodko, m. 59); Nekhaychik, Kryvets, Stasevich (Zhavnerchik, m. 46); y Mirchev (Kazantsev, m. 64). No utilizados: Gutor; Pecha, Viskushenko y Skavysh.
Goles: 1-0. M. 11. Asistencia de Guti desde la frontal del ¨¢rea a Sergio Ramos, que marca de tiro cruzado. 2-0. M. 57. Van Nistelrooy.
?rbitro: Alain Hamer (Luxemburgo). Expuls¨® a Khagush por doble amarilla (m. 62). Tambi¨¦n amonest¨® a Kryvets.
Unos 70.000 espectadores en el Santiago Bernab¨¦u. El austriaco Heinz Fahnler, delegado de la UEFA, falleci¨® al mediod¨ªa tras sufrir un infarto en la puerta del hotel donde se alojaba.
El BATE, como el Numancia, no revel¨® de qu¨¦ est¨¢ hecho este Madrid
Al final de la noche, no qued¨® claro qu¨¦ clase de equipo es el BATE, ni a qu¨¦ juega, ni si tiene alma o est¨¢ compuesto de una sustancia sint¨¦tica. Como el f¨²tbol fomenta todo tipo de contagios, los hinchas se fueron a su casa con la certeza del resultado, pero todo lo dem¨¢s qued¨® en el aire. El BATE, como el Numancia, no revel¨® de qu¨¦ est¨¢ hecho este Madrid cuya propaganda proclama que va a por la d¨¦cima. Habr¨¢ que esperar a ver otro tipo de partido. A esta altura del a?o, los aficionados corren el riesgo de pagar por ver cosas imposibles. Algunos pitaron. M¨¢s que prueba de indignaci¨®n, los pitos fueron s¨ªntoma de vac¨ªo emocional. En el campo no hab¨ªa nada. La mitad de la gente abandon¨® el estadio antes del final.
Tal vez, lo m¨¢s genuino de la velada fueron los pu?etazos que, subrepticiamente, se propinaron Heinze y Sosnovski. Esos dos hombres no actuaban. Eran ellos mismos, atiz¨¢ndose, insult¨¢ndose, saldando deudas de honor en cada c¨®rner, en cada falta lateral. Entre los dos decidieron saltarse el gui¨®n. Fue un gesto subversivo y secreto, inadvertido por el ¨¢rbitro, a espalda de las autoridades, y contrario a la ley de la FIFA y a los principios del teatro. A veces, las cosas m¨¢s verdaderas tienen un componente violento.
El primer gesto del BATE fue toda una declaraci¨®n de pacifismo. Los bielorrusos sacaron del centro del campo mandando la pelota fuera. La media hora que sigui¨® fue un rondito de Van der Vaart, Robben y Guti. Entre los tres manejaron el bal¨®n con sentido y precisi¨®n. Al principio, con energ¨ªa, luego, con displicencia. Guti fue el mejor. En una de las numerosas maniobras del Madrid alrededor del ¨¢rea de Veremko, el media punta cambi¨® la orientaci¨®n de la jugada y coloc¨® el bal¨®n en el pie derecho de Ramos con un pase de 20 metros. Lo hizo al primer toque, con gracia y tensi¨®n. Ramos, que levant¨® la mano pidiendo asistencia, prolong¨® la acci¨®n con un golpe seco que meti¨® la pelota pegada al segundo palo. El gol fue lo mejor de la noche. Desde entonces, el Madrid empez¨® a distraerse.
Antes del descanso, Gago sufri¨® una lesi¨®n muscular en el muslo izquierdo, y no pudo seguir. Schuster lo sustituy¨® por Diarra. Pero la cadencia del partido no cambi¨®. El Madrid se instal¨® en el conformismo y le concedi¨® al BATE la ocasi¨®n de aventurarse con alg¨²n disparo lejano. S¨®lo Sivakov movi¨® un poco a Casillas. El portero se estir¨® por precauci¨®n. Los bielorrusos no tiraron entre los palos.
El Madrid se fue al descanso abucheado. Pero ni la recriminaci¨®n del p¨²blico, ni la charla de Schuster, agit¨® la conciencia de los jugadores. El Madrid administr¨® la posesi¨®n a paso cansino. Ra¨²l, que regres¨® a la titularidad con el ce?o fruncido, dio la sensaci¨®n de tomarse el tr¨¢mite con sentido de misi¨®n. Dispuso de 90 minutos para marcar. Lo m¨¢s cerca que estuvo del gol fue en la jugada del segundo. Recibi¨® de Diarra, tir¨®, y Van Nistelrooy se aprovech¨® del rechace.
La escopeta del siete sigue fr¨ªa.
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