EL GENIO DE UN HOMBRE RID?CULO
Bajo esa apariencia de bobo se esconde una de las mentes destinadas a salvar la comedia hollywoodiense. ?stos son los pasos que han convertido hoy a Ben Stiller en una referencia.
"?He besado a Cameron Diaz y a Drew Barrymore! ?He palmeado el culo de Jennifer Aniston!", exclamaba un Ben Stiller con el ego inflamado en el primer episodio de Extras, la mal¨¦vola serie sobre la cultura de la fama. Stiller se interpretaba a s¨ª mismo, pero bajo la luz m¨¢s desfavorable: una estrella capaz de presumir a voz en grito de sus recaudaciones de taquilla que, en el empe?o de convertirse en cineasta concienciado, no dudaba en ejercer la crueldad con hombres, mujeres y ni?os. Es improbable que el Ben Stiller real sea ese tipo de mala bestia, pero el hecho de lanzar esa pista falsa dice mucho de s¨ª mismo: perfecto gal¨¢n c¨®mico —o sea, ese tipo de actor que resulta veros¨ªmil como novio de la chica y, a la vez, se eleva a paradigma del hombre rid¨ªculo—, Stiller no ha temido romper su imagen, reinventarse y negarse a s¨ª mismo en su laborioso camino hacia la forja de una voz (c¨®mica) propia.
Hijo de dos leyendas de la comedia —Anne Meara y Jerry Stiller, al que recordar¨¢n como el padre de George Costanza en Seinfeld o como el manager de Zoolander—, el actor que extrajo ¨¦pica en Algo pasa con Mary del trance de pill¨¢rsela con la bragueta tuvo la vocaci¨®n grabada en su c¨®digo gen¨¦tico. Primero crey¨® que lo suyo era el sketch televisivo, pero no tard¨® en crecerle la ambici¨®n de convertirse en director: empez¨® con un manifiesto generacional que hoy da reparo revisar -Reality bites— y luego vino una comedia demasiado esquinada para el ¨¦xito -Un loco a domicilio—. Por el camino, los Farrelly le propulsaron al estrellato y, entre veh¨ªculo y veh¨ªculo que le permit¨ªa hacer de la humillaci¨®n un arte, inmortaliz¨® a Zoolander, el m¨¢s tronchante da?o colateral que jam¨¢s sufri¨® la cultura fashion. Ha sudado lo suyo, pero, al fin, ha tocado el cielo: Tropic thunder son palabras mayores.
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