Ayuntamientos en apuros

El escenario financiero al que se van a enfrentar los ayuntamientos en 2009 y 2010 va a ser especialmente dif¨ªcil. A un gasto r¨ªgido a los ajustes y que desborda sus competencias obligatorias por la presi¨®n social, hay que sumarle las perspectivas poco halag¨¹e?as por el lado de los ingresos. Primero, la crisis econ¨®mica va a provocar el estancamiento o reducci¨®n de las transferencias del Estado.

Segundo, la crisis del sector inmobiliario va a recortar significativamente los ingresos vinculados a ¨¦l de forma directa (licencias de obra; ICIO...) o indirectamente (IBI). Puesto que el peso de transferencias y de los ingresos vinculados al sector inmobiliario supone en general m¨¢s de la mitad de los ingresos totales, la preocupaci¨®n de la Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias est¨¢ justificada.

Las necesidades de gasto en Galicia son mayores, fundamentalmente por la dispersi¨®n poblacional

Y en Galicia la cosa pinta peor. Las necesidades de gasto per c¨¢pita de los ayuntamientos de nuestra comunidad aut¨®noma son mayores, fundamentalmente por la dispersi¨®n poblacional, mientras que la capacidad fiscal es inferior a la media espa?ola, y las tasas y tipos impositivos son sorprendentemente bajos. El estrangulamiento est¨¢ servido.

Es verdad que tocan tiempos de austeridad fiscal para todos. Pero tambi¨¦n que los problemas financieros que arrastran los municipios viene de atr¨¢s y que, comparativamente, creo que su situaci¨®n es peor que la de las propias autonom¨ªas. Por eso considero que sus protestas a Solbes son leg¨ªtimas. Tambi¨¦n es comprensible que extiendan las reivindicaciones hacia los gobiernos auton¨®micos, si bien no hay que olvidar que el sistema de financiaci¨®n local es competencia estatal.

Sea como fuere, la b¨²squeda de soluciones a corto plazo es inevitable. Y creo que esta coyuntura cr¨ªtica puede ser convertida en oportunidad en Galicia. Es un buen momento para que Xunta de Galicia y Fegamp se sienten a analizar no s¨®lo el problema coyuntural, sino tambi¨¦n los de fondo, vinculando las soluciones a unos y otros. Porque se deber¨ªan condicionar el posible incremento de las transferencias auton¨®micas a otros objetivos estructurales como la normalizaci¨®n tributaria en Galicia; el cumplimiento de la legalidad en lo que se refiere a rendici¨®n de cuentas; la cooperaci¨®n intermunicipal para mejorar en eficiencia en la prestaci¨®n de servicios, o la reducci¨®n de la dispersi¨®n poblacional en l¨ªnea con lo que recogen las directrices de ordenaci¨®n del territorio recientemente publicadas en el Diario Oficial de Galicia.

Esta estrategia exige la composici¨®n de tres vectores: el del cumplimiento de objetivos, el de la cooperaci¨®n y el de privilegiar la regla frente a la discrecionalidad.

El primero se refiere a la necesidad de definir objetivos y responsabilidades. Uno de los problemas que hemos tenido en Galicia durante mucho tiempo es que el esfuerzo y la excelencia no han sido determinantes fundamentales para conseguir apoyos financieros p¨²blicos. Eso debe cambiar. Los Presupuestos de la Xunta de Galicia para 2008 incorporaban como novedad una secci¨®n en la que (por fin) se hablaba de objetivos de las pol¨ªticas p¨²blicas auton¨®micas. Ese es el camino a seguir. No se puede gastar el dinero p¨²blico sin tener claro qu¨¦ se va a conseguir y sin rendir cuentas de ello a posteriori.

El segundo se refiere a la necesidad de trabajar conjuntamente cuando es necesario; que es muy frecuentemente. Cooperaci¨®n horizontal, entre iguales, y vertical. Nuestra experiencia en este ¨¢mbito tampoco es brillante. Las experiencias de cooperaci¨®n supramunicipal que funcionan son la excepci¨®n y no es positiva la conflictividad que se ha generado recientemente entre Xunta y municipios en diversos asuntos. Los consorcios son un magn¨ªfico instrumento y es evidente que la Xunta de Galicia tiene la responsabilidad de fijar rumbos. Quiz¨¢s ha faltado algo m¨¢s de di¨¢logo y de reconocimiento mutuo.

El tercero y ¨²ltimo es sencillo: el nombre de las personas o el color pol¨ªtico de los ayuntamientos no debe influir en el trato que se recibe. Por decirlo con suavidad: la regla no siempre ha ganado a la discrecionalidad en las relaciones entre Xunta y concellos. Dar dinero, sin m¨¢s, ser¨ªa un error.

http://webs.uvigo.es/slagop