La vida de estrella importa

Soy esa mujer que, arrastrando una de esas peque?as maletas que no se facturan, entra en el hotel Cumberland y se queda un momento parada y confusa. Tiene ante s¨ª uno de los lobbies m¨¢s grandes que haya visto, con varias esculturas realistas y no desde?ables de un ejecutivo en diversas posturas, flotando horizontalmente, andando con su cartera en la mano, como si fuera cualquiera de nosotros, de los que hemos venido aqu¨ª, a este hotel funcional, con un prop¨®sito de trabajo. Por mucho que se viaje, la llegada a un hotel gusta y asusta en igual medida, y eso me pasa a m¨ª con este lobby, que parece m¨¢s un museo de arte contempor¨¢neo por sus dimensiones que un hotelito ingl¨¦s de aquellos que regentaban esas ancianas agathachristies de amabilidad inquietante. Ahora me explico por qu¨¦ hay tantos viajeros andando de un lado a otro del recibidor arrastrando, como yo, la maleta: la recepci¨®n est¨¢ en una esquina; la conserjer¨ªa, en otra; la sala de Internet o la cafeter¨ªa, m¨¢s all¨¢, y todo tan absurdamente lejos que acabas impaciente y agotada, cruz¨¢ndote con clientes a los que mandan de un mostrador a otro, haci¨¦ndonos probar en nuestras carnes la posmodernidad decorativa. Pero no importa, no me importa; a esa mujer de la maleta que soy yo, nada la desalienta, nada, porque ha venido a conocer a esa chica de Alcobendas que a sus 34 a?os ha experimentado uno de esos viajes que dan para una historia de ficci¨®n o un libro de memorias: el que va de las peliculitas caseras que hac¨ªa su padre con una Betacam a las pel¨ªculas que acaparan una atenci¨®n universal y graban el rostro de la joven en millones de mentes de todo el mundo.

Tampoco la deprime, a la mujer que alberga el prop¨®sito de conocer a la estrella cinematogr¨¢fica de moda, la desproporci¨®n que hay entre semejante lobby y el tama?o de la habitaci¨®n, que resulta ser de una estrechez japonesa. Al contrario, esta dimensi¨®n liliputiense le hace pensar que al fin ha ingresado en el mundo moderno. Tumbada en la cama (porque no hay otra posibilidad), recibe mensajitos de amigos que le auguran una gran velada. Ellos ven este viaje como ella misma lo quiere ver: r¨¢pido pero intenso, chic, rico en curiosidades sobre la actriz, porque lo que las estrellas del cine parecen no saber es que sus vidas, tan ajenas a las nuestras, no s¨®lo interesan a los que no tienen m¨¢s que la aventura triste de ver un programa del coraz¨®n un viernes por la noche, sino que provocan una curiosidad l¨®gica en cualquiera, hasta en ese Phillip Roth que quiso conocer a la belleza espa?ola que iba a interpretar Consuela, el personaje de El animal moribundo, tal vez con la esperanza secreta de volver a experimentar lo que fue, al parecer, un cap¨ªtulo real de su vida: el intelectual viejo, c¨ªnico, cascado que revive gracias a una ardiente relaci¨®n con una joven cubana. El encuentro entre el escritor y la actriz no se materializ¨®, hablaron por tel¨¦fono. De cualquier forma, en la vida real todos somos m¨¢s feos, el cine siempre idealiza a los personajes. Ni Phillip era Ben Kingsley, ni la Consuela real ser¨ªa Pen¨¦lope Cruz.

La vida de las estrellas importa, claro que importa. Pienso eso sentada en el taburete de una cadena de bocadillos, porque en este Cumberland Place en el que me encuentro no hay m¨¢s que cadenas: cadenas de espaguetis, de burritos, de alitas de pollo..., variedad dentro de la cutrez. Pero aquella mujer de la maleta (yo, para entendernos) mantiene su optimismo a pesar del infecto y picante "Jalape?o Chicken" que le habr¨¢ de repetir durante toda la tarde. Un amigo actor me escribe dici¨¦ndome que ya casi me imagina tom¨¢ndome un c¨®ctel con Pe en un bar a nuestra altura. Yo tambi¨¦n. Yo s¨¦ que esto del "Jalape?o Chicken" es un tr¨¢mite, y que lo bueno, el c¨®ctel, la buena charla, vendr¨¢n luego. Hemos quedado a las nueve de la noche en el bar de su hotel. O sea, a cenar, ?no? O a beber, ?no? Dos personas no pueden tener una cita a esa hora sin beberse una mala copa.

As¨ª, con ese ¨¢nimo, es con el que me monto en el taxi a las ocho y media. Recibo una ¨²ltima indicaci¨®n: no desvelar el nombre del hotel en el que me cita y vive la actriz. Imagino que tratan de evitar el que se le apalanque noche y d¨ªa en la puerta la nubecilla de fot¨®grafos. Mientras el taxista da vueltas y m¨¢s vueltas (perdido, dice, porque parece ser que aquel tiempo en que los taxistas ingleses ten¨ªan el callejero en su cabeza pas¨®) voy pensando en la excusa que ha propiciado esta entrevista, la pel¨ªcula de Woody Allen, de extra?o nombre Vicky Cristina Barcelona. Todas las entrevistas tienen su excusa, su percha, como se dice en el lenguaje period¨ªstico de andar por casa; pero el entrevistador o el retratista aspira a algo m¨¢s que a esa voz parlante en que suelen convertirse los actores en temporada de promoci¨®n -"este director ha sabido sacar lo mejor de m¨ª, d¨¢ndome al mismo tiempo una gran libertad; no ¨¦ramos un equipo, sino una familia..."- y ese blablabl¨¢ que los espectadores aguantamos estoicamente porque, aunque lo disimulemos, nos gustan el cine, la ficci¨®n, los actores.

Me han dicho que a Pen¨¦lope no le gustan las entrevistas, o que no se siente c¨®moda en ellas; he le¨ªdo tambi¨¦n estos d¨ªas, en alguna entrevista en la prensa americana, que enseguida se pone en guardia. Pero yo voy con una irracional confianza en m¨ª misma, tal vez pensando en que al cabo de diez minutos la guardia habr¨¢ bajado y todos tendremos, usted y yo, la oportunidad de conocer, con naturalidad, c¨®mo vive una mujer a la que The New York Times describ¨ªa como esa actriz viv¨ªsima que ha inyectado vitalidad a un Woody Allen cada vez menos inspirado para la comedia.

Se rendir¨¢, me digo.

Pero la que me voy a rendir soy yo, porque el taxi me ha dejado en mitad de una calle solitaria donde no hay visos ni del bar ni de c¨®mo acceder a este hotel misterioso cuyo jardincillo est¨¢ vallado y cerrado al paseante. Al fin, en la oscuridad, pasa alguien, me ve, le explico, van a hablar con el portero, me abren. Todo dif¨ªcil. El portero me lo comunica, el bar no existe, la se?orita Pen¨¦lope saldr¨¢ a buscarme. Y sale al fin. Seria, en una ropa gimn¨¢stica gris que marca su figura.

-Cre¨ª que hab¨ªa bar, pero no hay...

La sigo hasta un apartamento, no el suyo, que era lo que yo esperaba; dar una nota de color con esos zapatos que se dejan medio tirados, ese libro en la mesilla, el iPod, en fin. Pero no. Nos dejan un apartamento vac¨ªo. Con esto quiero decir g¨¦lido. Una mesa de cristal, unas sillas y dos botellas de pl¨¢stico con agua. El silencio, sepulcral. El ambiente, propicio para el perfecto anticlimax. A ella le quedan rastros de haberse pintado la raya negra de los ojos hace muchas, muchas horas, tal vez por la ma?ana; su cara refleja el cansancio.

-Llevo doce horas trabajando.

Lleva un mes y lo que le queda ensayando el musical Nine, donde se va a medir con actores como Daniel Day Lewis o Sofia Loren, a la que acaba de conocer esta misma tarde -"es tan especial"- y con la que se la ha comparado m¨¢s de una vez desde su papel en Volver, tal vez porque el mismo Almod¨®var cont¨® que le hac¨ªa ver pel¨ªculas de Loren y Magnani para que se hiciera a la idea del tipo de mujer que ¨¦l necesitaba tras la c¨¢mara.

-En esta pel¨ªcula ser¨¦ una italiana que habla en ingl¨¦s, as¨ª que paso dos horas entrenando con el dialect-couch, otras dos en la sala de danza, otras dos en canto; vamos rotando de un cuarto a otro, es divertid¨ªsimo.

-O sea, que est¨¢s molida.

-Pero es un cansancio del bueno -me dice, como corrigi¨¦ndome, como si yo estuviera a punto de apreciarle una debilidad.

El cansancio, ese que se aprecia en el rostro de cualquiera que ha trabajado todo el d¨ªa, no le resta belleza. Veo esos ojos, que ahora se inclinan hacia abajo; esa boca, cuyo labio superior ya marc¨® su impronta en Jam¨®n, jam¨®n, y aprecio no la belleza de los estrenos o de esos carteles de Mango que adornan ciudades de medio mundo, sino la belleza de cualquier chica trabajadora que vuelve a casa, a la que seguramente le duele el cuerpo y experimenta la fragilidad an¨ªmica de tantas horas en pie.

-S¨¦ que no te gustan mucho las entrevistas -le digo, como disculp¨¢ndome, aunque no sea responsabilidad m¨ªa este ambiente tan poco propicio.

-No, no, yo nunca he dicho eso, todo depende de c¨®mo sea la persona de respetuosa. Cuando es un acuerdo mutuo como ¨¦ste, que quedamos para hablar de una pel¨ªcula, perfecto.

La firmeza de la contestaci¨®n me hace pensar: ?debo preguntar s¨®lo de la pel¨ªcula? Pero yo sigo a lo m¨ªo, para qu¨¦ prejuzgar.

-Pero, ?has tenido malas experiencias?

-Cualquiera que se dedique a esto las tiene. Pero no es para echar m¨¢s le?a al fuego. Con el tiempo, uno desarrolla un piloto autom¨¢tico; no es estar a la defensiva, pero s¨ª m¨¢s alerta; quiero decir que no puedes estar relajado en una entrevista porque es una situaci¨®n antinatural el estar relajado con alguien que acabas de conocer. Vale, tienes que ser t¨² mismo, pero est¨¢s aqu¨ª para hablar de tu trabajo.

-Ya... Bueno, hablemos de trabajo. Estos d¨ªas, leyendo lo que en la prensa americana se ha escrito sobre ti, se advierte un cambio total... [la pregunta est¨¢ hecha en sentido positivo; me reservo el recordar tantas veces c¨®mo se se?alaron las dificultades de la actriz con el ingl¨¦s, el poco inter¨¦s de las pel¨ªculas o el c¨®mo se incid¨ªa constantemente en sus amor¨ªos], se te tiene ahora en gran consideraci¨®n.

-Son procesos naturales. Necesitas trabajar en un sitio, conocer el idioma. Pero yo no me arrepiento de todas aquellas pel¨ªculas. Salieran bien o no, todo cuenta para uno. Les dedicas mucho tiempo de tu vida. Todo tiene un valor m¨¢s all¨¢ del resultado. Por otra parte, yo nunca me fui a Estados Unidos, nunca dej¨¦ mi carrera en Europa. Recib¨ª un gui¨®n de Stephen Frears, que era un director con el que yo estaba obsesionada desde Los timadores; hice una prueba de v¨ªdeo, ¨¦l quiso verme, me ofreci¨® la pel¨ªcula Hi-Lo Country, y as¨ª empez¨® todo. Yo iba y volv¨ªa a Madrid. No sab¨ªa si har¨ªa all¨ª otra. Bueno, igual que en mi pa¨ªs, cuando trabajas en esto no sabes, siempre dependes de otras personas, sobre todo al principio. As¨ª fue, o sea, que nunca abandon¨¦ mi pa¨ªs ni dej¨¦ nada por trabajar all¨ª. Lo que pas¨® es que esas experiencias se fueron acumulando y he ido haci¨¦ndome poco a poco una carrera en Am¨¦rica. Es verdad que los personajes que me ofrecieron al principio ten¨ªan un nivel de exigencia menor que los que me ofrecen ahora, pero no por eso son menos para m¨ª. He tenido la oportunidad de trabajar con gente de mucho talento, Stephen Frears, Cameron Crowe, con los que estaba deseando trabajar. Para nada quiero hacer de menos todo eso, ?sabes?

-Yo te hablaba, sobre todo, de la opini¨®n ajena, del hecho de que ahora se te considere una actriz.

-Pero es que es mucho m¨¢s sano no pensar en eso, en c¨®mo se te ve desde fuera. Eso es una trampa para la creatividad, para la libertad mental de la persona, y tanto cuando las cosas van bien como cuando no, las reacciones suelen ser muy extremas, casi siempre desproporcionadas. No me gusta pensar en eso.

-Pero habr¨¢s le¨ªdo esas cr¨ªticas que hablan ahora de tu vitalidad, tu temperamento...

-S¨ª, me hacen ilusi¨®n, como a cualquiera; pero no quiero poner la atenci¨®n ah¨ª, igual que cuando no eran cosas tan agradables de leer.

-Ya no les importa que tengas acento espa?ol.

-Los americanos se han ido acostumbrando a que actores que no tienen el ingl¨¦s como primera lengua puedan ser protagonistas de una pel¨ªcula, a que hagan todo tipo de personajes; ya no tienes que ser la que entra gritando o la que limpia, esos estereotipos han cambiado de manera radical en los ¨²ltimos quince a?os, y yo he vivido ese cambio muy de cerca porque formo parte de un grupo al que se le ha dado la oportunidad de poder trabajar teniendo un acento. Es verdad que al principio, cuando yo empec¨¦ a trabajar, hablaba muy poco ingl¨¦s, por no decir nada. En la primera y segunda pel¨ªculas dedicaba la mayor parte del tiempo a repasar con el dialect-couch, pero para entender el texto que ten¨ªa porque hab¨ªa veces que no comprend¨ªa lo que estaba pasando en el set. Es muy interesante pasar por eso porque aprendes r¨¢pido, por necesidad, y al final te acabas desenvolviendo.

-Fue para ti un cambio de vida demasiado grande: el extranjero, la juventud, la soledad en los hoteles...

-Bueno, yo ya hab¨ªa vivido parte de ese shock en Espa?a. Yo descubr¨ª que quer¨ªa ser esto, me obsesion¨¦ con este trabajo, quer¨ªa aprender. Y ahora me pasa igual; nunca est¨¢s seguro, eso tiene que ver con el amor a la interpretaci¨®n, la inseguridad viene de ese amor, porque el porcentaje que puedes controlar es muy peque?o. Esa vocaci¨®n, que me enganch¨® tanto desde el principio, es lo que sigue intacto en m¨ª. Luego, esas otras cosas que rodean esto..., bueno, es m¨¢s dif¨ªcil lidiar con ellas, pero mi inter¨¦s est¨¢ siempre en las cosas positivas.

-Desde luego, est¨¢s rodeada de cosas positivas, de Woody Allen a Pedro Almod¨®var...

-Es un privilegio. Los dos me hacen sentir cosas con su talento. Cuando vuelvo a ver las pel¨ªculas que admir¨¦ de ellos cuando yo era s¨®lo parte del p¨²blico, me doy cuenta de que esas historias te vuelven a llevar al momento en que las viste por primera vez, y a c¨®mo te acompa?aron en periodos de cambio para ti. Eso me pas¨® mucho con Pedro, aparte de la relaci¨®n de amistad que tenemos ahora. Con Woody tambi¨¦n; a lo mejor no ve¨ªa sus pel¨ªculas de ni?a, pero desde los 14 a?os forman parte de mi vida, y ahora puedo observar de cerca c¨®mo es el proceso de creaci¨®n. Yo me puedo pasar horas en el rodaje, mir¨¢ndolos. Y veo a ese equipo, no s¨®lo los actores, que est¨¢n ah¨ª, dando el cien por cien. Ahora, en la pel¨ªcula que acabo de hacer con Pedro, observaba que en los pasillos no se hablaba de otra cosa salvo del mismo trabajo. Nunca he visto un equipo tan volcado. No se hablaba de otra cosa salvo de las peque?as sorpresas que cada d¨ªa Pedro iba imaginando, improvisando, y mira que es dif¨ªcil sorprender a un equipo que lleva tanto tiempo trabajando con un mismo director, pero est¨¢bamos todos como sin palabras por las cosas que se le ocurr¨ªan. ?l tiene la pel¨ªcula entera en la cabeza. Los dos, Woody y Pedro, son personas muy especiales. Es una suerte pasar tiempo con ellos.

-?Y c¨®mo consigues llevarte bien con todos los directores, con personas tan temperamentales, tan singulares? Dicen que tienes una cualidad para llevarte bien.

-?Ah, s¨ª? No s¨¦... -duda, no s¨¦ si calibra que no es del todo positiva la cualidad que se le atribuye-. Bueno, no hace falta dejar de ser t¨² mismo, renunciar a tus valores o traicionarte... Es bueno no juzgar, sobre todo cuando trabajas con gente con personalidades tan fuertes. Cada vez que me enfrento a una persona, a un trabajo, procuro apartar todo aquello que me hayan contado. Imag¨ªnate con Woody la cantidad de versiones e historias sobre su personalidad que te meten en la cabeza. A m¨ª no me gusta o¨ªr nada, a no ser que sea una informaci¨®n de alguien de quien me f¨ªo. Me gusta llegar fresca y luego sacar mis propias conclusiones. La relaci¨®n que tengo con Pedro ha sido as¨ª desde el principio. Siempre me ha dicho la verdad, y yo valoro mucho eso, como amigo y como director.

?l nunca me va a decir que algo est¨¢ bien si no lo est¨¢. Sabe decirlo y es honesto conmigo. Pero vaya, creo que es importante no juzgar a priori. Todo es f¨¢cil mientras haya respeto y t¨² puedas ser t¨². Tampoco es que me haya llevado bien con todo el mundo, eso es imposible.

-?C¨®mo te eligi¨® Woody Allen para su pel¨ªcula?

-Le conoc¨ª en Nueva York, en una reuni¨®n que dur¨® menos de un minuto. Me dijo que hab¨ªa visto Volver, que estaba escribiendo una historia y que cre¨ªa que yo pod¨ªa encajarle para uno de los personajes. Le dije que me encantar¨ªa. Al cabo de un tiempo me lleg¨® el gui¨®n. Tuve el gui¨®n bastantes meses antes del rodaje, y eso que me hab¨ªan dicho que ¨¦l no daba los guiones. Cuando lo le¨ª, me encant¨®, me hizo re¨ªr; luego, en el rodaje, me olvid¨¦ de que est¨¢bamos haciendo una comedia, porque mi personaje sufre mucho, tiene problemas emocionales, es una mujer autodestructiva; le dijeron de ni?a que era un genio y piensa que debe seguir siendo una artista torturada para mantener su esencia. Woody nos hizo olvidarnos de que est¨¢bamos representando una comedia, y s¨®lo hasta que volv¨ª a ver la pel¨ªcula con p¨²blico me acord¨¦ de lo que me hab¨ªa re¨ªdo en la primera lectura del gui¨®n. Pero yo deb¨ªa interpretar el personaje con respeto, no ri¨¦ndome de su dolor.

-?C¨®mo consigue esa naturalidad en los actores?

-Es un misterio; con ¨¦l no se ensaya, se marcan un poco las posiciones y a lo mejor pasas la escena una vez. ?l chequea c¨¢mara despu¨¦s de dos tomas, a veces de una. Yo estoy acostumbrada a ensayar m¨¢s tiempo, a hablar de las cosas antes, pero si ¨¦l lo hace as¨ª es porque sabe que eso provoca un ambiente que afecta a los actores de la manera que ¨¦l desea. Siempre me hab¨ªa parecido que los personajes de Woody actuaban como si tuvieran mucha prisa [se r¨ªe], y yo creo que ya s¨¦ de d¨®nde viene esa prisa: de la prisa real que se respira en el set. ?l dedica a las cosas el tiempo que cree que necesitan, no m¨¢s. No te queda m¨¢s remedio que estar alerta, que estar en el tiempo presente, porque, si no, no funciona. Hasta los castings los hace r¨¢pido. Conmigo estuvo un minuto, a otros actores les hace solamente una polaroid. Pero luego es un t¨ªo encantador, simp¨¢tico, gracioso. Pasa de ser el t¨ªo m¨¢s t¨ªmido a, de repente, abrir la boca y soltar cuatro salvajadas. Nos mor¨ªamos de risa. Es muy respetuoso con todo el mundo, as¨ª que misteriosamente no echas de menos que te dedique m¨¢s tiempo.

-?Hab¨¦is hecho una amistad?

-Bueno, es alguien a quien siempre me gusta volver a encontrar, una persona con la que siempre me apetece estar. Es un poco t¨ªmido al principio, pero cuando se relaja es muy gracioso, nunca sabes por d¨®nde te va a salir.

-Dec¨ªas que te eligi¨® por Volver, la ¨²nica pel¨ªcula que hab¨ªa visto tuya. De alguna manera, ?Almod¨®var te dio tu sitio en el mundo?

-Bueno, que te ofrezcan esa maravilla de personaje, que la dirija alguien que sabes que te va a cuidar, dentro de una historia que es redonda y que se va a ver en todo el mundo... Es una suma de factores. Pedro es uno de los mejores guionistas que hay, su ojo siempre es atractivo, pero al mismo tiempo su cine tiene mucho coraz¨®n; es la mezcla de todo eso la que distingue a un director ¨²nico.

-Ahora mismo se te han juntado casi dos promociones, la de la pel¨ªcula de Coixet [Elegy] y la de Allen. ?No te cansa esa disciplina de los actores de tener que hablar siempre maravillas de los proyectos en los que trabajan?

-Bueno, en estos dos casos he tenido la suerte de no haber tenido que mentir. Las dos pel¨ªculas son maravillosas y han obtenido buenas cr¨ªticas. Isabel Coixet era la directora perfecta para la novela de Phillip Roth, y, por lo que s¨¦, si no me han mentido, a ¨¦l la pel¨ªcula le gust¨®.

-Es dif¨ªcil llevar a Roth al cine...

-Claro, ¨¦l es un escritor tan adorado en Estados Unidos...

-Bueno, a ratos admirado y a veces detestado tambi¨¦n. Ha pasado sus ¨¦pocas, como todos los personajes p¨²blicos.

-El caso es que el trabajo de Isabel en la pel¨ªcula es maravilloso, y yo pas¨¦ a?os pele¨¢ndome por el personaje de Consuela y porque saliera el proyecto adelante.

-Y ahora qu¨¦, ?qu¨¦ esperas?

-Bueno, lo primero ver la pel¨ªcula de Pedro, que creo que es un pelicul¨®n.

-?Y la vida? ?Puedes tener una vida normal? En Madrid, por ejemplo, ?te paseas normalmente?

-Yo... salgo y entro. Yo sigo haciendo mis cosas. No quiero dejar de hacer mis cosas.

-Y si miras hacia atr¨¢s, ?c¨®mo te ves?

-Veo c¨®mo descubr¨ª el cine, y c¨®mo viv¨ªa obsesionada con poder vivir de esto. Eso me daba mucha felicidad. Luego, la relaci¨®n con la fama, ese tipo de atenci¨®n, que empez¨® ah¨ª, cuando yo era muy joven..., me produc¨ªa curiosidad. Me daba un poco de respeto tambi¨¦n, me produc¨ªa inseguridad el ver c¨®mo se mezclan las cosas, lo personal y lo p¨²blico, en esta profesi¨®n. Es algo que hay que mantener muy a raya. La mejor lecci¨®n que me he llevado hasta ahora es saber, de primera mano, que la fama no da ninguna felicidad real. Es una lecci¨®n que te ense?a a que dejes de alimentar lo que tiene que ver con el ego y pongas tu atenci¨®n en lugares m¨¢s correctos; en el trabajo, por ejemplo. Eso te produce una cierta decepci¨®n, pero es bueno saber que la fama no te da un gramo extra de felicidad. Es normal que a los 16 a?os flipara con esas cosas, porque no estaba acostumbrada a recibir ese tipo de atenci¨®n; pero con el tiempo aprendes a lidiar con los inconvenientes, que no voy a enumerar para no aburrir.

-Esta misma ma?ana le¨ªa una entrevista con Helen Mirren en la que dec¨ªa que de joven hab¨ªa sido aficionada a la coca, hablaba de algunas relaciones traum¨¢ticas..., en fin, contaba cosas importantes e interesantes de su vida. ?No crees que la presi¨®n de algunos medios de comunicaci¨®n, de un tipo de periodismo m¨¢s invasivo, est¨¢ teniendo como consecuencia el que los actores se muestren de manera tan cauta, que a veces incluso parece puritana?

Hemos entrado en un terreno espinoso, y se nota. Yo no acabo de entender por qu¨¦ el asunto en s¨ª es molesto y la miro a los ojos esperando una respuesta.

-Bueno... -respira- , la cosa ha cambiado desde que existe Internet. No me apetece estar dando titulares cada media hora de mi vida. Hay un control mucho m¨¢s grande que antes, as¨ª que t¨² te adaptas a los cambios, te proteges. Y lo que vale es lo que es natural para cada uno. Si yo me re¨²no con alguien para hablar de trabajo, eso es lo natural.

-Pero todos los trabajos creativos tienen algo de confesional, vida y obra se mezclan cuando le haces una entrevista a un escritor, a un director de cine o incluso a un farero.

-Para m¨ª lo normal es hacer aquello en lo que uno se sienta c¨®modo. Lo natural es hablar contigo de mi trabajo.

-No quiero indagar sobre tu vida, pero puedo preguntar c¨®mo te sientes si te preguntan por Javier Bardem; si te sientes mal, acosada...

-Pero, ?qu¨¦ es lo que me est¨¢s preguntando?

Nos quedamos mirando, sin hablar, en un silencio que visto desde fuera, desde el ojo de Woody o de Pedro, ser¨ªa c¨®mico, pero que en este presente es rid¨ªculamente tenso. Y debo reconocer que la mirada de la Pen¨¦lope gatuna, de gestos perezosos, que ha pasado la entrevista con los pies desnudos sobre la silla, se vuelve dura y desafiante, como si no supiera o no quisiera distinguir a qui¨¦n est¨¢ de su parte.

-Es que no te voy a contestar -repite, cortante.

-S¨®lo preguntaba por el nuevo miedo a mostrar un poco de la vida privada, que es la misma que tenemos todos.

-Es que el cambio viene de Internet, esa especie de monstruo, donde todo vale. Pero, vaya, no quiero hablar ni de eso, es como alimentar el monstruo. A m¨ª s¨®lo me interesa de esto la interpretaci¨®n y seguir creciendo.

-Y si vinieran mal dadas... ?no es necesaria la fama para un actor?

-Bueno, yo ya he vivido muchas ¨¦pocas, buenas y no tan buenas. Pero todas las experiencias cuentan positivamente.

Hay un silencio, el silencio que viene despu¨¦s de un momento de tensi¨®n, que ella rompe diciendo: "?Claro!, si es que no has visto la pel¨ªcula, y si no has visto la pel¨ªcula, ?c¨®mo vamos a hablar de ella?". Y yo me excuso, como ni?a pillada en falta, como una becaria, "bueno, es que no me la han puesto todav¨ªa, ha sido imposible", a pesar de que s¨¦ que, aun habi¨¦ndola visto, cualquier entrevista, en mi caso, acabar¨ªa desliz¨¢ndose hacia lo personal, y preguntar¨ªa, por ejemplo: esa desquiciada Mar¨ªa Elena de Vicky Cristina Barcelona (que vi dos d¨ªas m¨¢s tarde), ese personaje sufriente pero finalmente c¨®mico, que ha provocado en Estados Unidos y provocar¨¢ aqu¨ª las mejores risas de la pel¨ªcula, ?qu¨¦ tiene de ti?, ?se puede tener todo bajo control en una vida tan n¨®mada, a veces tan solitaria aunque rodeada de gente, y tan llena de vaivenes sentimentales como es la de una estrella internacional?

El tiempo se ha acabado. O lo acabo yo, viendo que las dos botellas de agua, esos dos c¨®cteles de salud, se han terminado. Nos levantamos. Hay una cierta molestia, que creo que las dos quisi¨¦ramos arreglar de alguna manera. Pero no hay nada m¨¢s complicado que remontar una primera impresi¨®n. La bella Pen¨¦lope me acompa?a hasta la puerta. Me siento como esa visita inoportuna que se presenta a horas intempestivas. Nos despedimos educadamente. Me voy andando por el jardincillo, un buen lugar para un asesinato de Ruth Rendell. Demasiado silencio para ser feliz. Presiento lo que me espera: el restaurante cerrado en el hotel, la tumba japonesa, el rumiar c¨®mo se escribe esta entrevista (¨¦sta particularmente). Siempre me quedar¨¢ otro "Chicken Jalape?o". Esto es lo que tiene ser viajante. Tus amigos te imaginan tomando c¨®cteles con estrellas internacionales, tu marido espera que le cuentes con detalle, tu jefe quiere que vuelvas con algo hermoso. Y lo que t¨² sientes ahora, intentando encontrar la maldita puerta del jard¨ªn, es un enorme vac¨ªo. De pronto, oigo mi nombre. Es ella, Pen¨¦lope.

-Nada, que... cuando veas la pel¨ªcula, si tienes alguna pregunta que hacerme, puedes llamarme.

Es un detalle tozudo y afable a la vez.

Me voy pensando: ay, a quien me hubiera gustado conocer habr¨ªa sido a ti.

S¨ª, yo tambi¨¦n soy tozuda.

Pen¨¦lope Cruz es una de las protagonistas de 'Vicky Cristina Barcelona', de Woody Allen, que se acaba de estrenar en Espa?a.