El fin del juego de la crisis
El domingo, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, intent¨® trazar una l¨ªnea en la arena contra rescates adicionales de entidades financieras en crisis; cuatro d¨ªas despu¨¦s, frente a una crisis financiera fuera de control, muchos en Washington parecen haber decidido que el Gobierno no es el problema, es la soluci¨®n. Lo impensable -una asunci¨®n estatal de mucha de la deuda contaminada del sector privado- se ha convertido en lo inevitable.
As¨ª es la historia hasta aqu¨ª: el aut¨¦ntico shock tras el fracaso de la Fed en el rescate de Lehman no fue el desplome del Dow Jones, fue la reacci¨®n de los mercados crediticios. B¨¢sicamente, los prestamistas se pusieron en huelga: los inversores agotaron las existencias de deuda p¨²blica de Estados Unidos, que todav¨ªa se percibe como la m¨¢s segura de todas las inversiones -?si el Gobierno se va a la quiebra, cu¨¢nto puede valer cualquier otra cosa?-, y eso a pesar de que pr¨¢cticamente no daba rentabilidad alguna, mientras que los prestatarios privados se quedaban ahogados.
Las herramientas tradicionales de pol¨ªtica monetaria han perdido su eficacia
El gran rescate del sistema financiero se acerca, la ¨²nica duda es si se har¨¢ bien
Los bancos son normalmente capaces de prestarse dinero entre s¨ª a tipo de inter¨¦s s¨®lo ligeramente por encima de las letras del Tesoro. Pero el jueves por la ma?ana, el tipo de inter¨¦s interbancario medio era del 3,2%, mientras que el tipo de inter¨¦s de los t¨ªtulos del Tesoro a ese plazo era del 0,05%. No, no es un error de imprenta.
Esta huida hacia lo seguro ha cortado el cr¨¦dito de muchos negocios, incluyendo el de los principales actores de la industria financiera, y eso, a su vez, nos conduce a nuevas grandes quiebras y m¨¢s p¨¢nico. Tambi¨¦n est¨¢ deprimiendo el gasto de las empresas, un mal asunto cuando las se?ales apuntan que la contracci¨®n econ¨®mica se est¨¢ agudizando.
Y la Reserva Federal, que normalmente asume el liderazgo en la lucha contra las recesiones, no puede hacer mucho esta vez, porque las herramientas tradicionales de pol¨ªtica monetaria han perdido su eficacia. Normalmente, la Fed responde a la debilidad econ¨®mica comprando letras del Tesoro, con el fin de hacer caer los tipos de inter¨¦s. Pero a efectos pr¨¢cticos, el tipo de inter¨¦s de esos t¨ªtulos es cero; ?qu¨¦ m¨¢s puede hacer la Fed?
Bueno, puede prestar dinero al sector privado -y ha estado haci¨¦ndolo a una escala impresionante-, pero estos pr¨¦stamos no han evitado que la situaci¨®n se deteriore.
Hay s¨®lo un destello de luz en el panorama: los tipos de inter¨¦s hipotecarios han ca¨ªdo bruscamente desde que el Gobierno federal tom¨® el control de Fannie Mae y Freddie Mac y garantiz¨® su deuda. Y hay una lecci¨®n para aquellos preparados para escucharla: las tomas de control estatal pueden ser la ¨²nica v¨ªa para hacer funcionar de nuevo al sistema financiero.
Algunos han estado elaborando esa tesis desde hace tiempo. M¨¢s recientemente, el antiguo presidente de la Fed Paul Volcker y otros dos veteranos de crisis financieras pasadas publicaron una carta abierta en The Wall Street Journal se?alando que la ¨²nica manera de evitar "la madre de todas las contracciones crediticias" es crear una nueva agencia estatal que "compre todo el papel problem¨¢tico", es decir, que los contribuyentes asuman los activos da?ados generados por el estallido de las burbujas inmobiliaria y crediticia. Viniendo de Volcker, esa propuesta tiene alta credibilidad.
Miembros influyentes del Congreso, incluyendo la senadora Hillary Clinton y el dem¨®crata Barney Frank, presidente del Comit¨¦ de Servicios Financieros de la C¨¢mara de Representantes, han estado manejando argumentos similares. Y el jueves, el senador Charles Schumer, presidente del Comit¨¦ de Finanzas del Senado (y partidario de crear una nueva agencia para resolver la crisis) dijo a los periodistas que "la Reserva Federal y el Tesoro se est¨¢n dando cuenta de que necesitamos una soluci¨®n m¨¢s integral".
El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y Paulson se reunieron el jueves por la noche con los l¨ªderes del Congreso para debatir una "aproximaci¨®n integral" al problema.
No sabemos todav¨ªa en qu¨¦ consistir¨¢ esa "aproximaci¨®n integral". Ha habido esperanzadoras comparaciones con el rescate financiero ejecutado por el Gobierno sueco a principios de los noventa, un rescate que supuso la toma de control p¨²blica temporal de una gran parte del sistema financiero del pa¨ªs. No est¨¢ claro, sin embargo, si las autoridades de Washington est¨¢n preparadas para ejercer un grado semejante de control.
Y si no lo est¨¢n, ¨¦ste podr¨ªa convertirse en la clase equivocada de rescate, un salvamento de los accionistas y del mercado, librando a la industria financiera de los efectos de su propia avaricia.
M¨¢s a¨²n, incluso un rescate bien dise?ado costar¨ªa un mont¨®n de dinero. El Gobierno sueco dedic¨® el 4% de su producto interior bruto, lo que en nuestro caso ser¨ªan unos 600.000 millones de d¨®lares, si bien la carga final para los contribuyentes suecos fue mucho menor, porque el Gobierno fue ocasionalmente capaz de vender los activos que hab¨ªa adquirido, a veces con un agradable beneficio.
Pero no merece la pena lloriquear (disculpe, senador Gramm) sobre las perspectivas de un plan de rescate financiero. El sistema pol¨ªtico de hoy en d¨ªa en Estados Unidos no va a seguir el infame consejo que Andrew Mellon [secretario del Tesoro de Estados Unidos de 1921 a 1932, durante el crash de 1929 que condujo a la gran depresi¨®n] le dio a Herbert Hoover [presidente de Estados Unidos de 1929 a 1933]: "Liquida la mano de obra, liquida las acciones, liquida a los granjeros, liquida los bienes ra¨ªces". El gran rescate se acerca; la ¨²nica duda es si se har¨¢ bien.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Princeton. (c) 2008 New York Times Service.
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