El reto de los bancos centrales
Despu¨¦s de un a?o de crisis financiera mundial, varios bancos centrales clave siguen extraordinariamente expuestos a la flojedad de los sectores financieros privados de sus respectivos pa¨ªses. Hasta ahora, la estrategia de mantener los sistemas bancarios con la sonda de alimentaci¨®n del cr¨¦dito a corto plazo garantizado por el contribuyente ten¨ªa sentido. Pero con el tiempo, los bancos centrales tienen que desenchufar la m¨¢quina. De lo contrario acabar¨¢n ellos tambi¨¦n en cuidados intensivos, cuando las p¨¦rdidas crediticias arrollen a sus balances de situaci¨®n.
La idea de que las mayores econom¨ªas del mundo s¨®lo se enfrentan a un p¨¢nico poco duradero parece cada vez m¨¢s forzada. Por el contrario, est¨¢ quedando claro que tras un periodo de beneficios y crecimiento ¨¦picos el sector financiero necesita experimentar ahora un periodo de consolidaci¨®n y poda. Hay que permitir que los bancos d¨¦biles se hundan o se fusionen (indemnizando a los depositarios ordinarios con los fondos de garant¨ªa estatales) para que los fuertes puedan resurgir con fuerza renovada.
Hay que permitir que los bancos d¨¦biles se hundan o se fusionen para que los fuertes puedan resurgir
Si ¨¦ste es el diagn¨®stico correcto de la crisis financiera, los esfuerzos por bloquear una din¨¢mica saludable y normal no har¨¢n m¨¢s que prolongar y exacerbar el problema. No permitir la consolidaci¨®n necesaria es debilitar los mercados crediticios, no fortalecerlos.
La Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra est¨¢n particularmente expuestos. Colectivamente han concedido cientos de miles de millones de euros en pr¨¦stamos a corto plazo a bancos tradicionales y a complejos bancos de inversi¨®n no regulados. Muchos otros bancos centrales observan el movimiento con nerviosismo, perfectamente conscientes de que pronto podr¨ªan encontrarse en la misma situaci¨®n, porque la econom¨ªa mundial sigue debilit¨¢ndose y las tasas de morosidad en todo tipo de pr¨¦stamos siguen aumentando.
Si los bancos centrales se enfrentan a un enorme golpe contra sus balances de situaci¨®n no ser¨¢ necesariamente el fin del mundo. Ha sucedido antes, por ejemplo, durante la crisis financiera de la d¨¦cada de 1990. Pero la historia da a entender que recuperar el balance de situaci¨®n de un banco central nunca es agradable. Enfrentado a las p¨¦rdidas crediticias, el banco central puede optar por la inflaci¨®n o por esperar a que los contribuyentes lo recapitalicen. Ambas soluciones son extremadamente traum¨¢ticas.
Una inflaci¨®n desatada causa todo tipo de distorsiones e ineficiencias. (Y no crean que los bancos centrales han descartado el impuesto de la inflaci¨®n. De hecho, la inflaci¨®n se dispar¨® durante el a?o pasado, facilitando oportunamente la necesaria correcci¨®n del precio real de la vivienda). Los rescates fiscales, por su parte, rara vez son tranquilos, e inevitablemente ponen en peligro la independencia del banco central.
Est¨¢ tambi¨¦n el tema de la equidad. El sector financiero ha obtenido beneficios extraordinarios, en especial en los pa¨ªses anglohablantes. Y aunque calcular el tama?o de este sector es extremadamente dif¨ªcil debido a su opacidad y complejidad, las estad¨ªsticas oficiales estadounidenses indican que las empresas financieras obtuvieron aproximadamente un tercio de los beneficios empresariales estadounidenses en 2006. Dividendos multimillonarios en Wall Street y en la City londinense se han vuelto algo habitual, y las empresas financieras dominaban las listas de donantes a los principales candidatos pol¨ªticos a las elecciones presidenciales estadounidenses de 2008.
?Por qu¨¦ entonces iban los contribuyentes ordinarios a pagar para rescatar al sector financiero? ?Por qu¨¦ no al automovil¨ªstico o al sider¨²rgico, o a cualquiera de los otros sectores que han sufrido recesi¨®n en a?os recientes? Este argumento tiene m¨¢s fuerza si los bancos centrales recurren al impuesto de la inflaci¨®n, que recae de manera desproporcionada sobre los pobres, con menos medios para protegerse de los aumentos de precios que debilitan el valor de sus ahorros.
El economista brit¨¢nico Willem Buiter acusa sin rodeos a los bancos centrales y a las autoridades de las haciendas p¨²blicas de "captura reguladora" por parte del sector financiero, en especial en Estados Unidos. Es una acusaci¨®n fuerte, sobre todo si tenemos en cuenta las enormes incertidumbres a las que se enfrentan los bancos centrales y las autoridades de las haciendas p¨²blicas. Pero si dichas autoridades no realizan ajustes a medida que avanza la crisis, la acusaci¨®n de Buiter tal vez parezca menos extrema.
?C¨®mo pueden entonces los bancos centrales salir de este profundo agujero? La clave es precisar la distinci¨®n entre las empresas financieras cuyas dificultades est¨¢n causadas verdaderamente por el p¨¢nico (y por lo tanto son temporales) y los problemas que son m¨¢s fundamentales.
Tras un periodo de expansi¨®n masiva durante el cual el sector de los servicios financieros casi duplic¨® su tama?o, lo natural y lo normal es que se produzca una reducci¨®n. El problema de los pr¨¦stamos hipotecarios subprime ha provocado una ca¨ªda en las l¨ªneas de negocio principales de algunas instituciones financieras, en especial sus actividades de derivados, opacas pero extremadamente rentables. Es inevitable que se produzca una contracci¨®n del sector. Los bancos centrales tienen que empezar a fomentar la consolidaci¨®n, en lugar de ampliar indiscriminadamente el cr¨¦dito.
En principio, el sector financiero puede reducir su tama?o haciendo que cada instituci¨®n se contraiga de manera proporcional, pongamos, un 15%. Pero ¨¦ste no es el patr¨®n t¨ªpico de ning¨²n sector econ¨®mico. Si los fondos de riqueza soberana quieren entrar y mantener a flote empresas hambrientas de capital con la esperanza de una gran recuperaci¨®n, deber¨ªa permit¨ªrseles. Pero dichos fondos deber¨ªan tambi¨¦n comprender que los grandes accionistas extranjeros en empresas financieras pueden ser mucho menos efectivos que los locales a la hora de coaccionar a los bancos centrales para que concedan enormes l¨ªneas de cr¨¦dito sin condiciones.
Es hora de hacer inventario de la crisis y reconocer que el sector financiero est¨¢ experimentando cambios fundamentales y no es una simple v¨ªctima del p¨¢nico especulativo contra las hipotecas. Sin duda, una mejor regulaci¨®n forma parte de la respuesta a largo plazo, pero no es la panacea. Los actuales propietarios de bonos y acciones de empresas financieras deben pagar el precio mayor o habr¨¢ pocas esperanzas de que se comporten de manera m¨¢s responsable en el futuro. -
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