Daniel Ortega persigue a Ernesto Cardenal
Hay pa¨ªses cuya historia es una sucesi¨®n de pesadillas, y para comprobarlo s¨®lo hace falta visitar Nicaragua y ver que all¨ª se vive igual que si todos los d¨ªas fueran el d¨ªa siguiente del terremoto que devast¨® Managua en 1972, entre ruinas, edificios a punto de caer y saqueadores que roban cualquier cosa que se les ponga por delante. Aquel se¨ªsmo que arras¨® la ciudad la noche del 23 de diciembre, y que fue descrito como un ensayo en 30 segundos del Juicio Final, caus¨® 10.000 muertos y entreg¨® las calles a la oscuridad y el fuego. Las iglesias del Cristo de Rosario, El Carmen, El Calvario y El Redentor se desplomaron y en los muros de la imponente Catedral Metropolitana se abrieron grietas que no han sido reparadas y que mantienen el templo en un equilibrio milagroso. Por desgracia, a ese medio minuto lo han seguido 36 a?os funestos, porque aunque Nicaragua no ha sufrido un tercer terremoto despu¨¦s de los de 1931 y 1972, tampoco ha podido salir de entre los escombros, a causa de los sucesivos Gobiernos rapaces que desangraron un pa¨ªs que no ha tenido presidentes, sino carteristas, algo que vale para toda la dinast¨ªa Somoza, sirve para el infausto Arnoldo Alem¨¢n, condenado a 20 a?os de c¨¢rcel tras expoliar 250 millones de d¨®lares al Estado entre 1997 y 2002, y parece irle como anillo al dedo a su actual mandatario, Daniel Ortega, el antiguo rebelde que cristaliz¨® en aut¨®crata y sobre el que recaen sospechas y acusaciones terribles que le atribuyen actos de corrupci¨®n, abuso de poder y violaci¨®n, esto ¨²ltimo por parte de su hijastra, Zoilam¨¦rica Narv¨¢ez, que ha denunciado ante los tribunales la forma salvaje en que abus¨® de ella desde que ten¨ªa 11 a?os y la forz¨® sistem¨¢ticamente a partir de los 15. En un art¨ªculo publicado en EL PA?S, Mario Vargas Llosa defini¨® su drama como "la historia de una violaci¨®n impune; de un movimiento hecho trizas, el sandinismo, y de una espuria alianza entre el ex revolucionario Ortega y el corrupto ex presidente derechista Arnoldo Alem¨¢n que evit¨® la rendici¨®n de cuentas de ambos ante la justicia y abri¨® paso a una suerte de autoritarismo institucional en Nicaragua". El terremoto de 1972 dej¨® la Casa Presidencial deshecha, pero en pie. Sus sucesivos inquilinos la han transformado en una guarida.
El presidente nicarag¨¹ense no es el sandinismo, sino su traici¨®n
El comandante Ortega, de quien hoy se declaran enemigos irreconciliables casi todos los dirigentes hist¨®ricos del FSLN, ha dado su ¨²ltima muestra de despotismo con la cacer¨ªa a la que somete al poeta Ernesto Cardenal, a quien persigue con la justicia en la mano hasta el punto de haber hecho que se reabriera de forma arbitraria un caso contra ¨¦l que hab¨ªa sido archivado hac¨ªa a?os y que se congelen sus cuentas bancarias. Todo ello, para vengarse del sacerdote, que desde hace a?os lo critica sin miedo. Si digo que Ortega lo persigue con la justicia en la mano, no es porque sus actos se ajusten a la ley, sino porque tiene a la mayor¨ªa de los magistrados de su pa¨ªs metidos en un pu?o. Ese control lo us¨® para que la Corte Suprema declarase prescritos los cargos que su hijastra hizo contra ¨¦l y lo utiliza ahora para silenciar a sus opositores con la colaboraci¨®n de los magistrados serviles a los que maneja desde las alturas.
El supuesto delito de Cardenal, que ha esquivado la c¨¢rcel por su edad pero est¨¢ bajo arresto domiciliario, fue un art¨ªculo en el que imputaba al empresario alem¨¢n Immanuel Zerger numerosas anomal¨ªas en torno al hotel que regenta en la isla Mancarr¨®n, en Solentiname, el archipi¨¦lago donde el escritor fund¨® hace casi medio siglo una comunidad en la que se ense?aba a leer y escribir poemas a los campesinos. Zerger le puso una demanda y el autor de El estrecho dudoso fue sancionado con una multa simb¨®lica de 20.000 c¨®rdobas, unos 700 euros. Pero ¨¦sa es la coartada y la realidad es que Ortega intenta silenciar a Cardenal por atreverse a censurarlo, cosa que hizo por ¨²ltima vez en Asunci¨®n, mientras asist¨ªa a la toma de posesi¨®n del presidente de Paraguay, a la que no fue el tirano por las protestas de diversas organizaciones feministas del pa¨ªs y de la propia ministra de la Mujer, que asegur¨® que si el presunto violador asist¨ªa al acto, ella presentar¨ªa su renuncia. Cardenal fue recibido como un h¨¦roe, y cuando le preguntaron qu¨¦ pensaba de Ortega contest¨®: "Es un ladr¨®n".
La protesta internacional por el ataque al poeta la encabezan autores como Mario Benedetti, N¨¦lida Pi?¨®n, Jos¨¦ Saramago, Gioconda Belli, Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, Eduardo Galeano, ?ngeles Mastretta, Jos¨¦ Emilio Pacheco, Eugeni Evtuchenko, Laura Restrepo, Antonio Sk¨¢rmeta, Sergio Ram¨ªrez o Mario Vargas Llosa. Para los que a¨²n tienen dificultades a la hora de distinguir a un inquisidor de un libertador y se preguntan si este caso "favorece a los enemigos de los procesos emancipadores de Latinoam¨¦rica", como ha hecho la Uni¨®n de Escritores y Artistas de Cuba, el propio Cardenal, que como se sabe fue durante 10 a?os ministro de Cultura de Nicaragua, ha dejado escrita la respuesta: "Ortega no es el sandinismo, sino su traici¨®n".
Benjam¨ªn Prado es escritor.
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