Frente a la doctrina Putin
Hay d¨ªas, a veces horas, en los que el mundo da un vuelco. Al trastocar los equilibrios entre las potencias y, sobre todo, el equilibrio de ideas y prejuicios en las mentalidades, agosto de 2008 ha abierto uno de esos periodos de crisis. La organizaci¨®n fara¨®nica de los Juegos Ol¨ªmpicos fue una escenificaci¨®n de la voluntad de poder de China, que representa uno de los principales desaf¨ªos del siglo XXI. La invasi¨®n de Georgia anunci¨® al mundo con rudeza que la Rusia imperial y sin fronteras hab¨ªa regresado. Nada de esto hubiera debido sorprendernos, a no ser, precisamente, la propia sorpresa y el desconcierto de la opini¨®n p¨²blica occidental mientras holgazaneaba en las playas. Hace ya 30 a?os que China, una vez desterrados los dogmas de la econom¨ªa marxista, viene haciendo realidad un milagro que la ha aupado hasta el segundo o tercer puesto del mercado mundial. Pronto har¨¢ 10 a?os que el verdugo de Grozny se impuso como nuevo zar. Ni el espect¨¢culo magistral de Pek¨ªn ni la incursi¨®n de los tanques rusos ante Tbilisi eran imprevisibles. El ¨²nico velo que cae es pues el de nuestras pueriles ilusiones.
Este agosto, la UE, con Sarkozy al frente, recobr¨® una firmeza frente a Rusia que no record¨¢bamos
Los rusos necesitan vender su energ¨ªa tanto como nosotros comprarla
Consideremos la cuesti¨®n rusa. ?Con qu¨¦ derecho restregarse los ojos manifestando una inocente decepci¨®n frente a la agresividad de "nuestro amigo" Putin, cuyos ojos azules (Bush), buenas maneras (Blair), gran cruz de la legi¨®n de honor (Chirac), frecuentaci¨®n de la Riviera italiana (Berlusconi) y dietas de Gazprom (Schroeder) sedujeron a la flor y nata de la pol¨ªtica occidental? No hay peores sordos que los que no quieren o¨ªr. Los axiomas fundamentales de la doctrina Putin hab¨ªan sido proclamados desde el Kremlin en voz alta y clara:
1. "La mayor cat¨¢strofe geopol¨ªtica del siglo XX fue la disoluci¨®n (en 1991) de la Uni¨®n Sovi¨¦tica". ?Qu¨¦ pod¨ªa esperarse de un teniente coronel de los servicios secretos comunistas que, en 2005, minimizaba los horrores de la historia reciente frente al desmoronamiento -que ¨¦l deseaba provisional- de su jerarqu¨ªa? La Primera Guerra Mundial (10 millones de muertos) y la Segunda (50 millones de muertos), Hiroshima, Auschwitz y los gulags no parecen sino apuntes de p¨¦rdidas y beneficios en su contabilidad. La abominaci¨®n de las abominaciones sigue siendo la defecci¨®n de Yeltsin, que, despu¨¦s de que Gorbachov se negase a enviar los tanques contra los pueblos del Este de Europa, permiti¨® a Ucrania, los pa¨ªses b¨¢lticos, Georgia, Kazajst¨¢n, Azerbaiy¨¢n, etc¨¦tera, alcanzar pac¨ªficamente la independencia, rompiendo con 70 a?os de opresi¨®n bolchevique.
2. Los movimientos de masas democr¨¢ticos -Revoluci¨®n de las Rosas en Georgia (2003), Revoluci¨®n Naranja en Ucrania (2004)- ser¨ªan, al parecer, indicios de unas "revoluciones permanentes" que amenazan los cimientos del Estado ruso con una subver-si¨®n financiada por la CIA, la OTAN, la mano negra extranjera y los malos rusos. Mi amiga Anna Politkovskaia me cont¨® unos d¨ªas antes de su asesinato el p¨¢nico inconmensurable que suscitaron los alegres levantamientos de Tbilisi y Kiev en las altas esferas de Mosc¨². Los mandamases del Kremlin, alarmados, se vieron ya con el agua al cuello y exageraron irracionalmente la proximidad del peligro. De ah¨ª la represi¨®n desproporcionada de toda contestaci¨®n. De ah¨ª la prensa bajo tutela, las voces discordantes amordazadas y los asesinatos o encarcelamientos de los m¨¢s obstinados. De ah¨ª el intento de erradicar mediante el chantaje del petr¨®leo y el gas, o la compra contante y sonante de las conciencias, o incluso, llegado el caso, la amenaza de los tanques, el deseo de emancipaci¨®n de sus "vecinos cercanos". La marcha sobre Tbilisi ven¨ªa a significar: "Son ellos o nosotros". Y el amable Medv¨¦ded, en el que los so?adores depositaban sus esperanzas, coreaba: "Saakashvili = Hitler".
La verdadera sorpresa de agosto de 2008 no vino de la mano de Putin, sino de Europa, que recobr¨® una firmeza que ya no record¨¢bamos. Reaccionando inmediatamente, la Presidencia francesa negoci¨® un delicado y ambiguo alto el fuego que al menos fren¨® la ofensiva sobre la capital georgiana. Despu¨¦s, la UE, que reaccion¨® al un¨ªsono, se neg¨® a cerrar los ojos ante la anexi¨®n apenas disimulada de Abjasia y Osetia del Sur. Europa no se dej¨® llevar por el p¨¢nico: ni retorno a la guerra fr¨ªa ("Yalta qued¨® atr¨¢s", declar¨® Nicolas Sarkozy), ni angelismo ("las vacaciones de la historia terminaron", encaden¨® Donald Tusk). El tiempo dir¨¢ si los 27 son capaces de mantener el rumbo y de deshacerse de los chantajistas para forjar una pol¨ªtica energ¨¦tica com¨²n y negociar de igual a igual con sus proveedores rusos, que necesitan vender tanto como nosotros comprar.
El Kremlin no ha modificado sus intenciones ante el rechazo europeo del hecho consumado, pero su tono se ha vuelto m¨¢s conciliador. Es la prueba de que especula con las relaciones de fuerza, explorando sin cesar hasta d¨®nde puede llegar. Echando pulsos no tiene igual, pero ahora ha descubierto que no todo le est¨¢ permitido. Georgia no es una segunda Chechenia. Pese a las fanfarronadas que acompa?an a sus petro-borracheras, Rusia sabe que el futuro no se presenta halag¨¹e?o para ella; ninguno de sus spin doctors repetir¨ªa hoy las baladronadas de Jruschov: "Pronto alcanzaremos y superaremos a Estados Unidos". El pa¨ªs, presa del alcoholismo, de las mafias y la corrupci¨®n, del paro, la tuberculosis y el sida, de la prostituci¨®n y la vertiginosa ca¨ªda demogr¨¢fica, y con una esperanza de vida tercermundista, est¨¢ exang¨¹e. ?Llegar¨¢ la poblaci¨®n de este inmenso subcontinente a ser inferior a la de Francia en 2050? El 70% del presupuesto nacional depende de la venta de energ¨ªa y materias primas. Nada de todo esto favorece un chantaje duradero contra una Europa pr¨®spera, m¨¢xime cuando los medios de perforaci¨®n y almacenamiento rusos son precarios y la orientaci¨®n del flujo energ¨¦tico hacia Asia exige una capacidad de transporte cuya construcci¨®n requiere una o varias d¨¦cadas. Suced¨¢neo de una grandeza perdida, la elecci¨®n de una pol¨ªtica todoterreno y nociva puede impresionar durante un tiempo, pero no restaura el prestigio de un coloso con pies de barro.
El aislamiento diplom¨¢tico de Rusia tras la expedici¨®n contra Georgia es palpable. De hecho, no ha conseguido que se reconozca la seudoindependencia de sus anexiones en Abjasia y Osetia..., ?a no ser por Ham¨¢s y una Nicaragua con a?oranzas guevaristas! Al negarse a dar su asentimiento, China demuestra que no habr¨¢ un bloque de capitalismos autoritarios que, bajo la batuta de Putin, inaugure una nueva guerra fr¨ªa contra las democracias. S¨®lo se muestran complacientes aquellos reg¨ªmenes a los que el alza del precio del petr¨®leo ha salvado provisionalmente. La Venezuela de Ch¨¢vez y el Ir¨¢n de Ahmadineyad comparten las pulsiones nocivas de la Rusia de Putin: toda crisis pol¨ªtica, diplom¨¢tica, social o militar susceptible de hacer aumentar la cotizaci¨®n del crudo y llenar las cuentas offshore les parece digna de ser apoyada. Por el contrario, a la voluntad de poder que, por el momento, anima la econom¨ªa china, como la de la UE y EE UU, le conviene la baja de los precios de la energ¨ªa. Mosc¨² y su voluntad de desestabilizar est¨¢n encastillados en una soledad mundial.
Aunque no ense?e los dientes, la incipiente y a¨²n incierta firmeza de la UE, si no cede, puede obligar a su gran vecino continental a moderar sus ardores conquistadores. Sin embargo, ser¨ªa conveniente que la opini¨®n p¨²blica respaldase esta postura sin dejarse intimidar por las alusiones apocal¨ªpticas que tanto gustan a los propagandistas del Kremlin.
Nicolas Sarkozy nos ha evitado el penoso espect¨¢culo que un primer ministro franc¨¦s, Pierre Mauroy, diera en la Asamblea Nacional al proclamar en 1981 que no hab¨ªa que "a?adir a las desventuras de los polacos (reos por entonces de Br¨¦znev y Jaruzelski) las desventuras de los franceses, privados del gas necesario para cocinar sus filetes con patatas". Pese a las mentiras pregonadas por el d¨²o Putin-Medv¨¦ded, la crisis de agosto de 2008 no enfrenta a la belicosa, "nazi" -seg¨²n el Kremlin- y peque?a Georgia con la potencia "fraternal" de su gran vecino. Ni tampoco a las democracias capitalistas con un supuesto eje autocr¨¢tico Mosc¨²-Pek¨ªn, no menos capitalista. Ni siquiera a dos culturas: la europea de las libertades con la del soberanismo nacionalista. La crisis decisiva de agosto de 2008 coloca a la opini¨®n p¨²blica europea frente a s¨ª misma. ?Europa se suicidar¨¢ a base de gas? ?Resistir¨¢ o se doblegar¨¢ ante la doctrina Putin?
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
Andr¨¦ Glucksmann es fil¨®sofo franc¨¦s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.