Emil Nolde, degenerado y genial
Par¨ªs se rinde al pintor expresionista, favorito de Goebbels y denostado por Hitler
Emil Nolde era un tipo imposible. De entrada no se llamaba Nolde sino Hensen, pero naci¨® -en 1867- en un pueblecito cuyo nombre adopt¨® como apellido. Era alem¨¢n pero se cre¨ªa dan¨¦s. Durante much¨ªsimos a?os se consider¨® "el m¨¢s perseguido y menospreciado" de los pintores de su generaci¨®n pero, cosas de la vida, a partir de 1920 fueron muchos los museos alemanes que compraron su obra. Le acusaron de ser racista, de nazi. Tambi¨¦n de bolchevique, de meapilas y de anticlerical. Hasta de degenerado y de ingenuo. En 1934 se afili¨® al partido nazi, pero en 1938, cuando se organiz¨® en M¨²nich la c¨¦lebre exposici¨®n dedicada al Entartete kunst (Arte degenerado), 48 pinturas de Nolde figuraban entre las acusadas. Luego quemaron unas cuantas y otras las vendieron a coleccionistas estadounidenses. Goebbels le consideraba el mejor artista alem¨¢n vivo hasta que en 1941 le prohibi¨® pintar. ?l pas¨® los a?os de la guerra consagrado a fabricar peque?as acuarelas clandestinas, que bautiz¨® como "im¨¢genes no pintadas". Precisamente, el ministro Goebbels ten¨ªa en su despacho varias pinturas de Nolde pero, cuando Hitler las descubri¨® y las calific¨® de unm?glich (imposibles), las obras dejaron de decorar el lugar. Por una vez, Hitler ten¨ªa raz¨®n: Nolde era un pintor imposible.
Le acusaron de racista y de nazi, pero tambi¨¦n de bolchevique
Admirador de Cristo, sus obras fueron rechazadas por el arte religioso
Goebbels quer¨ªa que el nazismo adoptase el expresionismo como est¨¦tica
Las galer¨ªas del Grand Palais de Par¨ªs exponen hasta el 19 de enero 90 telas y 70 acuarelas, grabados y dibujos de Nolde. Es una ocasi¨®n ¨²nica para descubrir la aventura est¨¦tica y humana de un personaje sin parang¨®n, que crey¨® haber dado forma "al alma alemana" y cuyo enraizamiento le hizo creer en el orgullo patri¨®tico de los nazis. Un expresionista que los miembros de Die Br¨¹cke (el grupo de pintores "el puente") quisieron instrumentalizar; un admirador de Cristo cuyas obras fueron rechazadas en 1912 por las exposiciones de arte religioso de Bruselas o Colonia. Hoy, su "retablo" -en realidad, nueve telas sobre La vida de Cristo, concebidas con la forma de un tr¨ªptico- aguanta la comparaci¨®n con un aut¨¦ntico retablo, el de Issenheim, pintado por Matthias Gr¨¹newald en 1513, para Nolde "la obra m¨¢s potente del arte alem¨¢n".
Juguete en manos de los pol¨ªticos o de las academias de la ¨¦poca, Nolde sobrevive por su tozudez de artista. Nada le aparta de su camino. Esperaba, deseaba ser amado por todos, recibir reconocimiento y condecoraciones, pero su ¨¦xito es siempre fruto de equ¨ªvocos, de su cooptaci¨®n por gente que espera servirse de ¨¦l. Goebbels quer¨ªa que el nazismo adoptase la est¨¦tica expresionista como conexi¨®n con la modernidad. Su rival en materia de pol¨ªtica cultural, Alfred Rosenberg, defend¨ªa la corriente v?lkisch, un entronque con las tradiciones populares. Hitler zanj¨® el debate y opt¨® por un neoclasicismo de titanes, un helenismo de autopista. Ah¨ª no hab¨ªa lugar para la cosmogon¨ªa de Nolde.
Entre 1913 y 1914, el pintor es invitado a una expedici¨®n oficial a Nueva Guinea. Se trataba de "estudiar las condiciones sanitarias en las colonias alemanas". La potente serie de dibujos y pinturas que Nolde realiza all¨ª nos lo descubre como alguien admirado ante la humanidad de unos hombres que viven en comuni¨®n con la naturaleza. Y tambi¨¦n como un ciudadano capaz de indignarse ante los horrores del colonialismo, tal y como prueba el informe que redacta "denunciando el saqueo por parte de los pa¨ªses extranjeros de todas las riquezas art¨ªsticas y culturales de los insulares". En ning¨²n momento Nolde razona como un nazi o un racista, ni muestra menosprecio por una supuesta civilizaci¨®n "inferior" o "negroide".
La exposici¨®n del Grand Palais nos muestra un Nolde potente, ensimismado en una b¨²squeda personal, que asimila las lecciones de maestros como Van Gogh, Munch o Gauguin. Un tipo sensible a la comedia humana y a su teatro social pero tambi¨¦n a los temas eternos. Un artista que atraviesa el siglo -y sus dos devastadoras guerras- sin comprender sus intr¨ªngulis pol¨ªticos, un colorista arriesgado que rechaza el humor.
Muri¨® en 1956. Tres a?os antes hab¨ªa recibido la muy honrosa "medalla del m¨¦rito". Ah¨ª acababa el particular viaje de un artista denostado primero, ensalzado luego y renacido tan s¨®lo cuando ya hubo fallecido. Un tipo que, en cualquier caso, nunca dej¨® de ser un campesino de ojos muy azules y la cabeza dividida entre dos vientos y dos mares, el que soplaba desde el B¨¢ltico y el que lo hac¨ªa desde el mar del Norte.
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