"Cantando copla no me corto un pelo"
Llega cargada con una bolsa repleta de ropa y maquillaje. En un par de horas retoma el ensayo del espect¨¢culo sobre tangos que estrena con el tenor Jos¨¦ Manuel Zapata el 6 de octubre en el Teatro Real, y quiere ir probando vestuario. "Me apa?o muy bien sola para arreglarme", aclara la cantante, antes de tomar asiento, junto a la mesa del restaurante del coliseo madrile?o, un espacio barroco, dise?ado por Pascua Ortega y en el que, dicen, se respira el esp¨ªritu de la ¨®pera. Al restaurante, casi vac¨ªo a la hora de la comida, se accede tras atravesar salas repletas de retratos regios, cortinajes, alfombras y l¨¢mparas de ara?a de cristal. "Aqu¨ª vendr¨¢ Pl¨¢cido Domingo a cenar despu¨¦s de actuar", comenta sonriente antes de probar un chupito de crema de coliflor al aceite de trufa que nos expenden a modo de aperitivo. Se trata de su debut, en un escenario -"de ensue?o"- donde el g¨¦nero ligero en el que ella sobresale no suele escucharse. "Alguna vez me he atrevido con la zarzuela pero nunca con la ¨®pera, no podr¨ªa".
La cantante lleva el tango al Teatro Real. Y admite que le han temblado las piernas
Cuando Zapata le llam¨® para participar en el espect¨¢culo En d¨ªas como hoy le temblaron las piernas. "Me dijo que, adem¨¢s de Pavarotti, yo era la persona que m¨¢s admiraba". Ella vive en C¨¢diz y ¨¦l en Valencia, y se conocieron en la estaci¨®n de Atocha de paso hacia otros destinos, pero aquel encuentro fue el inicio de un espect¨¢culo de casi dos horas dedicado en parte a Carlos Gardel. De tangos, Pasi¨®n (Madrid, 1976) sab¨ªa lo que le hab¨ªa escuchado cantar a su padre, un devoto aficionado, y algo que aprendi¨® en una gira en Buenos Aires, pero se adapt¨® muy r¨¢pido al gui¨®n. Entre plato y plato, la cantante repasa su vida art¨ªstica. Desde que empez¨® en la m¨²sica, en el coro de la parroquia, y se present¨® a los 14 a?os a un concurso de radio en el que interpret¨® una copla, se ha movido en un abanico amplio dominado por un g¨¦nero en el que hicieron escuela Imperio Argentina y Concha Piquer. "He evolucionado hasta llevarme la copla al terreno del pop o del jazz, aunque cuando se apagan las luces y suena el piano puedo interpretar un Ojos verdes de lo m¨¢s cl¨¢sico. Hay que tratar de guardar la esencia, pero sin cortarse un pelo para cambiar de tonalidad". Lo suyo no son los t¨®picos que han acompa?ado hasta hace bien poco a las tonadilleras. Pasi¨®n Vega ha preferido embarcarse en todas las m¨²sicas posibles. Ha cantado a Javier Ruibal, Serrat o Sabina y se siente capaz de hacer suya una canci¨®n de Sinatra o de Leonard Cohen.
Lleva casi un a?o de gira de teatro en teatro -"el directo es la vida del artista"- sin descanso para volver a casa de su madre a tomar uno de sus potajes. A finales de octubre saldr¨¢ a las tiendas Gracias a la vida, su nuevo trabajo discogr¨¢fico en el que realiza versiones de canciones como El jinete, Ella o De qu¨¦ callada manera. Pasi¨®n Vega ha crecido en el periodo de la historia en que se escucha m¨¢s m¨²sica, pero en la ¨¦poca de vacas flacas de la industria discogr¨¢fica. No le gustan los contratos basura ni la actitud de las compa?¨ªas m¨¢s preocupadas por "vender discos que por potenciar la carrera de los artistas", pero a estas alturas de la comida ambas nos sumergimos en un coulant de chocolate y ella empieza a contar chistes: "?Sabes el del grano de arena que se encuentra en el desierto?".
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