Harpo I, el elocuente
Hoy hace 44 a?os que muri¨® Harpo, el mudo de los hermanos Marx. Se hac¨ªa entender eficazmente sin decir palabra, tocaba el arpa de forma aceptable y luc¨ªa peluca naranja con chistera en las pel¨ªculas. Los bolsillos de su extraordinaria gabardina eran capaces de contener universos sorprendentes. En principio, a nadie ca¨ªa mal, ni siquiera al enemigo. Los descolocaba a todos. Nunca minti¨® ostentosamente en p¨²blico, como sus hermanos. Caballero razonable, el mundo le importaba una gaita. Su aversi¨®n a la verborrea apabullante de Groucho le dej¨® sin lengua, cosa que le evit¨® en todo momento hablar con fluidez e ignorancia.
La pol¨ªtica madrile?a parece salida de Una noche en la ¨®pera. Los locuaces como Groucho van por ah¨ª organizando fiestas delirantes, metiendo puros por donde pueden y mintiendo de forma grotesca, carcajeante incluso. A veces Harpo es el jefe/a; a veces, un mandado/a. Todo ese asunto de la inauguraci¨®n de los Teatros del Canal parece sacado del camarote de los Marx. En un cub¨ªculo as¨ª de promiscuo no entraron ni el alcalde ni Alicia Moreno, concejal de las Artes. ?Por qu¨¦? Sonr¨ªen juntos en p¨²blico, pero Aguirre y Gallard¨®n se entienden poco. Tienen risa de conejo.
Esperanza Aguirre debiera explicar abiertamente en el Parlamento aut¨®nomo algunas cuestiones: el dispendio econ¨®mico de la gala inaugural; la nula repercusi¨®n medi¨¢tica del espect¨¢culo de Nacho Cano; la privatizaci¨®n del Canal de Isabel II; los l¨ªos que se trae con Caja Madrid... Lo tiene f¨¢cil: que vaya vestida de Harpo, que saque chistes de la chistera y milagros de la gabardina, que no abra la boca. Siempre habr¨¢ un Groucho encargado de negociar la parte contratante de la segunda parte.
Harpo, con su arpa, hace desternillarse a los querubines y a la Sant¨ªsima Trinidad. Que descanses con juerga eterna, Harpo.
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