Excesos y falta de regulaci¨®n
La diferencia fundamental de la crisis actual y las que ha padecido la econom¨ªa espa?ola en otras ocasiones es que, mientras las anteriores se deb¨ªan en origen a un factor concreto, en ¨¦sta se han unido al mismo tiempo al menos tres: la crisis financiera de EE UU (segundo semestre de 2006), las elevaciones de los precios internacionales del crudo y las materias primas (2007) y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria espa?ola (2007-2008). La uni¨®n de los tres factores iniciales, junto a los efectos de r¨¢pida transmisi¨®n de los fen¨®menos econ¨®micos por la globalizaci¨®n de los mercados, hace que sea m¨¢s intensa e impredecible su resoluci¨®n.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, la econom¨ªa espa?ola sufri¨® y super¨® diferentes crisis. La m¨¢s importante fue la del aumento de los precios del petr¨®leo, que en Espa?a se materializ¨® en dos etapas (1979 y 1981) y que no super¨® hasta que se devalu¨® la peseta y se consigui¨® un ahorro energ¨¦tico importante. Ya en los comienzos de este siglo se sufri¨® una minicrisis al pinchar la burbuja tecnol¨®gica (2001), con desaceleraci¨®n inmobiliaria, que no lleg¨® a m¨¢s porque el BCE pudo rebajar los tipos de inter¨¦s y as¨ª animar la actividad econ¨®mica. El sector de la construcci¨®n, siempre con una actividad c¨ªclica, ha padecido y remontado diversas crisis, cuando se ha producido un exceso en el crecimiento de la demanda. Quiz¨¢s la m¨¢s importante fue la de la segunda mitad de los a?os ochenta.
Los contribuyentes pagaremos los excesos y esperemos que en el futuro se regule con mayor eficacia
Veamos por partes cada uno de los aspectos de la crisis actual:
En primer lugar, el alza del precio del crudo y las materias primas, que de momento ha remitido a niveles m¨¢s soportables. El primer efecto es sobre la inflaci¨®n, ya que no s¨®lo encarece el precio directo de dichos productos (combustibles, alimentos...), sino que tiene efectos multiplicadores en la medida que son materias primas para otros sectores. No hay que olvidar el efecto de transferencia de rentas a favor de los pa¨ªses productores y exportadores de los mismos y con el empobrecimiento de los pa¨ªses importadores y consumidores (caso de Espa?a). El deterioro de la balanza de pagos hace tambi¨¦n a dichos pa¨ªses m¨¢s vulnerables ante las dificultades financieras. Los excesos est¨¢n en el consumo/derroche energ¨¦tico cuando los precios son bajos mientras que en las materias primas, especialmente de los alimentos, falta regulaci¨®n de los mercados de intermediarios, haciendo posible un abuso en la transici¨®n de los precios desde el productor al consumidor.
La crisis financiera internacional tiene su origen en la aparici¨®n de nuevos productos de ingenier¨ªa financiera creados con la intenci¨®n de obtener mayores beneficios en la comercializaci¨®n de activos de dudosa calidad (activos t¨®xicos) en el mercado hipotecario de EE UU. La titulizaci¨®n y empaquetamiento de esos activos de forma poco transparente que ocultaba su dudosa calidad, junto a la defectuosa regulaci¨®n de los mismos y la poco realista valoraci¨®n de las empresas de raiting, han permitido que grandes fondos americanos e instituciones financieras de todo el mundo hayan invertido en este tipo de activos de alto riesgo. Al no cumplirse las expectativas alcistas del precio de las viviendas sobre las que se sustentaban y por el contrario iniciarse una crisis en el mercado inmobiliario de EE UU, se ha provocado una de las mayores crisis financieras internacionales. La desconfianza ha llevado a una gran escasez de liquidez en los mercados que ha afectado a todo el sistema internacional. Los bancos no se f¨ªan unos de otros, el interbancario casi desaparece y los tipos de inter¨¦s suben.
En el momento actual, la respuesta de la autoridad monetaria americana (Fed), apoyada por el Banco Central Europeo y otros bancos centrales, puede ser el comienzo de la soluci¨®n de la crisis en EE UU. Sin embargo, los excesos han sido muchos y la falta de transparencia y regulaci¨®n en este tipo de productos financieros por parte de los organismos reguladores SEC (EE UU) y la FSA (Reino Unido) hacen que todav¨ªa en este momento no se tenga informaci¨®n suficiente sobre la magnitud de las p¨¦rdidas. La pol¨ªtica intervencionista dise?ada con la decisi¨®n de crear una agencia estatal que compre los activos dudosos de las entidades financieras, junto a la tomada por organismos reguladores de prohibir cierto tipo de operaciones cortas de los mercados (ventas en descubierto), reflejan la necesidad de regular los mercados para evitar que el mercado permita dichos excesos. En Europa no existe la suficiente unidad como para tomar medidas comunes a toda la UE.
Por ¨²ltimo, en Espa?a, los excesos del mercado inmobiliario han sido claros. Antes de iniciarse esta crisis financiera ya se hab¨ªa diagnosticado la burbuja inmobiliaria y la necesidad de desinflarla suavemente. Sin embargo, no hab¨ªa verdadero inter¨¦s en provocarlo dados los grandes intereses comprometidos. Los precios hab¨ªan crecido desmesuradamente pero casi todos los agentes se sent¨ªan felices (excepto los ciudadanos que quer¨ªan acceder a una primera vivienda): inmobiliarias, promotores, ayuntamientos, instituciones financieras. Todos ellos obten¨ªan grandes beneficios, y tambi¨¦n algunos ciudadanos con vivienda en propiedad que se sent¨ªan m¨¢s ricos. La demanda de viviendas lleg¨® a 800.000 al a?o, cuando se estima que con los aumentos de poblaci¨®n podr¨ªa situarse en torno a las 400.000.
Pero la burbuja pinch¨® y la demanda desapareci¨®. Se acab¨® la etapa de dinero f¨¢cil y barato. La escasez de cr¨¦dito dej¨® colgados a muchos promotores y los precios comenzaron a caer. Los efectos de esta crisis son nefastos: no se inician nuevos proyectos, la construcci¨®n se aminora ya que hay un gran stock de viviendas por vender y desciende el empleo en el sector y aumenta el paro. El efecto multiplicador de la construcci¨®n afecta a sectores industriales auxiliares (materiales de construcci¨®n, cer¨¢micas, electrodom¨¦sticos, muebles). Muchas familias se ven ahogadas con los aumentos de las hipotecas y la mayor¨ªa tiene que reducir otros consumos. El ajuste del sector se tomar¨¢ su tiempo (el tiempo medio estimado en otros ciclos est¨¢ en tres a?os) y m¨¢s tardar¨¢ cuanto m¨¢s tarden en bajar los precios.
Nadie sabe pronosticar cu¨¢nto se tardar¨¢ en reconducir la situaci¨®n y entrar en un nuevo ciclo, pero deber¨ªamos aprender que los ciclos existen y que los excesos alimentan los cambios m¨¢s negativos. Lo que se ha dicho en Estados Unidos se aplica tambi¨¦n a Espa?a: como siempre estos excesos los pagaremos los contribuyentes y esperemos que en el futuro se regule con mayor eficacia.
Carmen Alcaide es economista y ex presidenta del INE.
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