Sobrio pero implacable
Van Nistelrooy, que toca el bal¨®n menos que nunca, bate su r¨¦cord de frecuencia goleadora en el Madrid
Van Nistelrooy juega con las apariencias con naturalidad y gracia. Deber¨ªan verlo algunas de las figuras larvadas en la cantera de Valdebebas, que se pasan las ma?anas frente al espejo prob¨¢ndose los zapatos nuevos. Van Nistelrooy lleva tres a?os en el Madrid y s¨®lo tiene dos pares de zapatillas. Sus preferidas son de Disquared, una marca canadiense. Son las que suele llevar tres veces por semana. El holand¨¦s es un hombre de costumbres. Sus h¨¢bitos est¨¢n por encima de sus t¨ªtulos. El goleador es lo que hace, no lo que aparenta hacer.
En el periodo de entreguerras, el agitador Liddell Hart desarroll¨® una teor¨ªa que sembr¨® el desconcierto en el n¨²cleo duro del Estado Mayor brit¨¢nico: La aproximaci¨®n indirecta. Desmantelando las ideas tradicionales, que ve¨ªan la guerra como la b¨²squeda en¨¦rgica de batallas decisivas, Hart sostuvo que las batallas no pod¨ªan ser decisivas si antes no se realizaba "un movimiento exc¨¦ntrico, no tan concentrado en buscar la batalla como en lograr una ventaja t¨¢ctica, f¨ªsica y psicol¨®gica sobre el enemigo".
El holand¨¦s, de 32 a?os, sale esta temporada a un gol cada 90 minutos
Hay jugadores que tienen la rara habilidad de ganar partidos sin presentar batalla. El Madrid dispone de dos: Ra¨²l y Van Nistelrooy. El martes, en San Petersburgo, frente al Zenit, s¨®lo estuvo Van Nistelrooy. Gan¨® el Madrid. El gol decisivo lo marc¨® Van Nistelrooy, que, a veces, desapareci¨®, pero que, cuando entr¨® en escena, maniobr¨® como mandaba Hart. Siempre a contramano. Siempre hacia las zonas menos conflictivas de la jugada. Siempre buscando el punto menos protegido de la defensa rival. En un momento especialmente delicado: en el ¨²ltimo minuto de la primera mitad. La jugada ven¨ªa por la derecha del ¨¢rea rusa, con Robben conduciendo. Higua¨ªn fue hacia el primer palo. Los defensas bascularon. El centro rebot¨® en uno y Van der Vaart, desde la frontal, dispar¨® contra la montonera y provoc¨® otro rechace. La confusi¨®n fue total. Todos los implicados atend¨ªan a la pelota. Menos Van Nistelrooy, que se hab¨ªa desplazado hacia el exterior del barullo y contemplaba la escena como uno de esos depredadores que acechan la manada al abrigo de los matorrales. Desde la izquierda, pudo anticiparse para llevarse el segundo rechace. Uno de los centrales, Hubocan, le tap¨® su perfil bueno, el derecho. Pero Van Nistelrooy hab¨ªa estudiado la situaci¨®n: "Normalmente, ese disparo al segundo palo, si no lo haces con la derecha, te lo para el portero. Pero vi que el campo estaba r¨¢pido. As¨ª que remat¨¦ con la zurda. Imagin¨¦ que, si botaba, el bal¨®n se acelerar¨ªa, ser¨ªa dif¨ªcil de coger y podr¨ªa ir adentro. Prob¨¦. Y entr¨®".
Las estad¨ªsticas de Van Nistelrooy son cada d¨ªa m¨¢s asombrosas. Tiene 32 a?os y contra el Zenit logr¨® su octavo gol en su octavo partido oficial esta temporada. Consigue cada d¨ªa m¨¢s con menos gasto energ¨¦tico. Si en la pasada tocaba la pelota una vez cada tres minutos, en la actual la toca una cada cuatro. Entonces meti¨® un gol cada 140 minutos y ahora lleva uno cada 90. Marca m¨¢s participando menos.
Van Nistelrooy demuestra que el n¨²mero de intervenciones no es directamente proporcional al acierto. En el Madrid ha jugado 85 partidos y ha hecho 61 goles. Con sobriedad, sin exhibir nunca sus recursos, se mueve a contracorriente dentro y fuera del campo. Tiene pinta de adolescente ingenuo, pero es un competidor resabido e implacable. Uno que siempre persigue el objetivo por caminos poco frecuentados. Cuando trama algo, siempre sonr¨ªe.
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