Las cuatro d¨¦cadas del monolito
Sitges conmemora los 40 a?os de '2001: una odisea del espacio', de Kubrick
"Stanley Kubrick. Tel¨¦fono rojo, senderos de gloria, etc., interesado en hacer film sobre extraterrestres. Stop. Interesado por ti. Stop. Pregunta si t¨² interesado. Stop...".
El cr¨ªtico cinematogr¨¢fico John Baxter sit¨²a este telegrama de Roger Caras a Arthur C. Clarke en febrero de 1964 como la aut¨¦ntica g¨¦nesis de uno de los t¨ªtulos m¨¢s legendarios de la historia del cine: 2001: una odisea del espacio. Caras trabajaba por aquel entonces como publicista de Columbia, estudio en el que Kubrick acababa de realizar ?Tel¨¦fono rojo? Volamos hacia Mosc¨² y Clarke era un gran amigo de ¨¦ste, un prol¨ªfico escritor tratando de sacar provecho a su gran pericia en asuntos t¨¦cnicos y su inter¨¦s por la ciencia-ficci¨®n. Cuando Kubrick confes¨® a Caras en el hotel Plaza de Nueva York que estaba "obsesionado" con hacer una pel¨ªcula de extraterrestres, a ¨¦ste le faltaron piernas para recomendarle "al mejor". O sea, a Clarke.
El escritor acept¨® de inmediato y Kubrick, listo como pocos, maniobr¨® con ¨¦l a su antojo para hacerse con los derechos de uno de sus cuentos cortos, El centinela, que servir¨ªa como base a aquel proyecto.
Han pasado 40 a?os desde que el 6 de abril de 1968 la pel¨ªcula llegara a los cines estadounidenses. Ayer, el Festival de Sitges le rend¨ªa pleites¨ªa y pocos minutos despu¨¦s de las cinco de la tarde entraban al Auditori (la sala reina del certamen) Christiane Kubrick -viuda del director-, Keir Dullea, Jan Harlan, Gary Lockwood, Douglas Trumbull y Colin Arthur. Es decir, todo lo que queda en pie de la legendaria pel¨ªcula.
La primera en tomar la palabra fue Christiane Kubrick, quien resumi¨® de un modo muy gr¨¢fico sus sensaciones: "?Si Stanley pudiera vernos en este momento: sus astronautas y su mujer aqu¨ª con todos vosotros!", exclam¨® visiblemente emocionada. Lockwood, en cambio, tom¨® un camino m¨¢s llevadero y se remont¨® a su pasado: "a¨²n recuerdo aquel d¨ªa en que el tel¨¦fono son¨® en mi casa. Era mi agente. Me dijo: '?Gary, est¨¢s sentado?' 'No', contest¨¦. 'Pues si¨¦ntate... Kubrick quiere que encabeces el reparto de su pr¨®xima pel¨ªcula".
En el turno de Trumbull, considerado el padre de los efectos especiales modernos y autor de unos trucajes que cuatro d¨¦cadas despu¨¦s siguen siendo impecables, record¨® la figura del director y no se olvid¨® de dejar un recado: "Es una aut¨¦ntica tragedia que Stanley nunca llegara a ganar un Oscar al mejor director. Una aut¨¦ntica tragedia".
El resto del andamio humano de la Odisea del espacio no a?adi¨® mucho m¨¢s y 20 minutos despu¨¦s "la mejor copia disponible de la pel¨ªcula" se proyectaba en el festival, ante una platea entregada de antemano y que aplaudi¨® con ganas la primera frase de la pel¨ªcula: "A Stanley Kubrick Production".
Pero a pesar de lo que pueda parecer, 2001: una odisea del espacio fue durante mucho tiempo una pi?ata en 70 mil¨ªmetros. Los golpes le llov¨ªan desde todos los ¨¢ngulos: cr¨ªticos tan influyentes en la ¨¦poca como Renata Adler de The New York Times o Andrew Sarris del Village Voice tacharon a la pel¨ªcula de aburrida, pretenciosa o soberanamente larga entre otras lindezas, y el periodista Joseph Gelmis titul¨® as¨ª -no sin mala leche- una entrevista con el realizador publicada en la revista New York: El director de cine como superestrella. A posteriori, y haciendo gala de sus conocidas dotes para salirse por la tangente, Kubrick declarar¨ªa a la revista Positif: "De hecho, el verdadero h¨¦roe de la pel¨ªcula es la historia que se narra". Cuarenta a?os despu¨¦s, y mir¨¢ndolo fr¨ªamente, los hechos parecen darle la raz¨®n.Cr¨ªticos influyentes tacharon la pel¨ªcula de aburrida, larga y pretenciosa
Los otros 'kubricks'
- El beso del asesino (1955).
- Atraco perfecto (1956).
- Senderos de gloria (1957).
- Espartaco (1960).
- Lolita (1962).
- Tel¨¦fono rojo. Volamos hacia Mosc¨² (1964).
- La naranja mec¨¢nica (1971)
- Barry Lyndon (1975)
- El resplandor
(1980)
- La chaqueta met¨¢lica
(1987)
- Eyes Wide Shut
(1999).
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