Dram¨¢tico honor de un torerazo

La tarde result¨® dram¨¢tica -hasta un monosabio vol¨® por los aires en el sexto- y emocionant¨ªsima porque un torero se consagr¨® como gran figura. Miguel ?ngel Perera se recupera de las dos heridas que sufri¨® ayer en Las Ventas, pero el recuerdo que ayer dej¨® en esta plaza figura ya en los anales de las gestas verdaderamente hist¨®ricas. S¨®lo un torerazo de la enorme categor¨ªa de este extreme?o es capaz de superar las muchas condiciones adversas que se le presentaron y erigirse en triunfador absoluto.

La tarde fue fr¨ªa como pocas habr¨¢ en pleno invierno, un viento racheado sopl¨® durante todo el festejo, los toros ofrecieron m¨ªnimas posibilidades de triunfo, sin fortaleza, sin casta, sin clase... Pero, por fortuna, hab¨ªa un torero en la plaza dispuesto a decir en voz alta que la gran figura de esta temporada se llama, sin discusi¨®n alguna, Miguel ?ngel Perera.

Hab¨ªa resultado cogido al entrar a matar al segundo; el festejo estuvo detenido 25 minutos hasta que los m¨¦dicos atendieron una herida que eviscer¨® un test¨ªculo con salida por la ra¨ªz del pene. Pero a¨²n quedaba lo peor: fue cogido por el quinto cuando lo citaba por estatuarios en el inicio de la faena de muleta. La voltereta fue horrorosa. Las asistencias se lo llevaban en volandas cuando Perera se deshizo de ellas, pidi¨® que le hicieran un torniquete y volvi¨® a la cara del toro con la pierna derecha ensangrentada. Con la plaza sobrecogida y cuando parec¨ªa que se limitar¨ªa a matar, cit¨® con la mano derecha y consigui¨® tres tandas de derechazos. Con la oreja en la mano, la ense?¨® al p¨²blico y se dirigi¨® por su pie a la enfermer¨ªa entre los gritos de "torero, torero".

Hab¨ªa sido, sin duda, el momento culminante de una tarde heroica protagonizada por un hombre que ven¨ªa a triunfar o a morir. Porque ¨¦ste es el sino de los toreros grandes; aut¨¦nticos h¨¦roes que se juegan la vida y se exponen, de verdad, a perderla. Perera cambi¨® ayer la puerta grande por la enfermer¨ªa, pero han quedado claros su entrega absoluta, su suficiencia deslumbrante, su poder¨ªo total, su ambici¨®n y su ilusi¨®n por el triunfo.

No hubo toros, pero s¨ª un torero. Y as¨ª qued¨® patente. Impuso oficio y seguridad, super¨® las dificultades de sus oponentes, los imant¨® a la muleta y dict¨® toda una lecci¨®n magistral.

Fueron cinco toros y cinco estocadas fulminantes. No destac¨® especialmente con el capote, a causa del molesto viento, pero dej¨® claro que su sentido del temple y ligaz¨®n, su desprecio del miedo y motivaci¨®n son estratosf¨¦ricas.

El sexto lo mat¨® David Saleri, sobresaliente, que estuvo valiente y aseado, y traz¨® algunos muletazos muy meritorios. Lo que son las cosas: ¨¦se fue el mejor toro, pero Perera estaba ya anestesiado en la mesa de operaciones.