Revista del siglo XX
?Recuerdan Le Bal, la pel¨ªcula que pasaba revista a medio siglo de historia a trav¨¦s de una sala de baile? Gatas parte de una idea similar. Por el sal¨®n de una casa madrile?a transcurre un siglo de historia de Espa?a, a trav¨¦s de cinco mujeres arquet¨ªpicas, reunidas para charlar: la esposa conservadora, la librepensadora feminista, la trabajadora, la anarquista de armas tomar y una arist¨®crata. Su primer encuentro es en 1909, durante las revueltas por el fusilamiento del anarquista Francisco Ferrer i Guardia, y, los siguientes, tras la aprobaci¨®n del sufragio femenino, al estallar la Guerra Civil, y as¨ª sucesivamente, hasta llegar a los atentados del 11-S. Con el tiempo, todo cambia, pero estas cinco madrile?as no envejecen: como el Orlando de Virginia Wolf, tienen una dimensi¨®n f¨¢ustica.
GATAS
Adaptaci¨®n de
Gatas llega a Madrid precedida del ¨¦xito de la versi¨®n original argentina, titulada Porte?os.
El comienzo del espect¨¢culo, divertido, prometedor e ilustrativo de por donde podr¨ªan haber ido los tiros, tiene como catalizador a Mar¨ªa Pujalte, que gasta una gran vis c¨®mica. Luego, cuando las cinco mujeres han forjado una amistad incre¨ªble, de puro ejemplar, la historia reciente de Espa?a las devora: quedan convertidas en locutores de hechos sobradamente conocidos. No s¨¦ en el original, pero en Gatas hay demasiada narraci¨®n de grandes acontecimientos, y poca intrahistoria. Casi todo sucede fuera de campo. Es una cr¨®nica optimista, pegada al clich¨¦.
Gonz¨¢lez Gil y Botti han dibujado un fresco social abarcador, pero descompensado. Si la feminista, la anarquista y la esposa de militar son bidimensionales, Mar¨ªa, la tendera, representante del pueblo llano, es una comparsa del discurso de las otras cuatro. Con todo, Gatas se deja ver y tiene momentos de provecho. Los oscuros entre escenas, abundantes y largos, deber¨ªan resolverse de otro modo.
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