Obama afianza su ventaja frente a McCain
La victoria en el Estado de Florida ser¨¢ clave para ganar la presidencia
"Podemos ganar las elecciones sin ganar en Florida, pero si ganamos en Florida no hay nada m¨¢s que hablar", dijo Barack Obama en Miami hace apenas un par de semanas. Entonces eso parec¨ªa misi¨®n imposible. En efecto, una victoria en Florida, donde George Bush gan¨® dos veces, supondr¨ªa un golpe decisivo en la noche electoral, tal vez el preludio de una goleada. Pero hace dos semanas, John McCain marchaba claramente por delante en las encuestas en Florida y se daba por seguro que este Estado, el de poblaci¨®n m¨¢s vieja del pa¨ªs, un feudo de militares retirados y de latinoamericanos huidos de reg¨ªmenes de izquierda, no apoyar¨ªa a un candidato dem¨®crata negro que se ha confesado dispuesto a negociar con Ra¨²l Castro.
El p¨²blico mira con desesperaci¨®n el legado de los ocho a?os de Bush
El republicano ya no encabeza los sondeos en Ohio, Florida y Virginia
Los estrategas de McCain anuncian que endurecer¨¢n la campa?a
Eso era as¨ª en Florida y en otras partes del pa¨ªs hasta que estall¨® la crisis en Wall Street, que situ¨® la econom¨ªa en el centro de las preocupaciones de la mayor¨ªa del electorado y que precipit¨® una serie de movimientos que pusieron en evidencia mejor que nunca las virtudes y los defectos de ambos candidatos.
En el tiempo transcurrido desde entonces y a falta de un mes exactamente para acudir a las urnas, Obama ha pasado a liderar las tres ¨²ltimas encuestas realizadas en Florida, en una de ellas con ocho puntos de ventaja sobre McCain. Las reservas sobre el pasado de Obama, su color y su inexperiencia han quedado a un lado ante el riesgo que amenaza las pensiones y los ahorros del enorme colectivo de jubilados que pueblan el litoral de esta regi¨®n.
Lo mismo ha ocurrido en otros Estados en los que la econom¨ªa aprieta y las elecciones se jugaban en apenas miles de votos. McCain ha dejado de encabezar las encuestas en Ohio -otro lugar decisivo-, as¨ª como en un tradicional baluarte republicano como Virginia, y se ve amenazado en un Estado tan conservador y religioso como Carolina del Norte.
Obama ha consolidado, adem¨¢s, su ventaja en Estados en los que sent¨ªa el aliento de McCain en la nuca, como Pensilvania, y pr¨¢cticamente ha echado de la carrera al candidato republicano en un territorio de tradici¨®n dem¨®crata en el que hasta hace pocos d¨ªas McCain se atrev¨ªa a competir, Michigan.
Al mismo tiempo, Obama consolida su ascenso en Estados del oeste hasta ahora vetados a los dem¨®cratas, como Colorado o Nevada. El c¨¢lculo que diariamente realiza en su p¨¢gina web Karl Rove, el antiguo asesor de George Bush, predice, en estos momentos, una victoria amplia del candidato de la oposici¨®n. No s¨®lo porque su ventaja en las encuestas nacionales se ha consolidado por encima del margen de error (cerca de seis puntos en la media elaborada por Real Clear Politics, la m¨¢s alta desde que Obama y McCain compiten) sino porque esa diferencia se repite tambi¨¦n en el reparto de los votos electorales por Estados, que es el sistema mediante el que se elige presidente.
El caso de Florida es el m¨¢s revelador. Con sus 25 votos electorales, Florida fue responsable de que Bush saliera elegido en 2000 despu¨¦s de aquel discutido recuento de papeletas, sancionado por el Tribunal Supremo, que cautiv¨® la atenci¨®n mundial. Ahora Florida se ha convertido en un lugar que McCain tiene que ganar si quiere ser presidente.
?sa es una de las razones que explican la retirada de McCain de Michigan, donde ha cancelado sus comparecencias, ha reducido personal y ha suspendido la inversi¨®n en anuncios de televisi¨®n con el objeto de desviar gran parte de esos recursos a Florida.
Obama lleva meses tejiendo una amplia red de contactos (incluyendo el apoyo sorprendente de la Fundaci¨®n Nacional Cubano Americana) en un Estado en el que part¨ªa de cero y en el que en las primarias arras¨® Hillary Clinton. Hoy cuenta ya con 50 oficinas en Florida, 350 empleados y una n¨®mina mensual cercana a los 40 millones de d¨®lares. Como consecuencia, los dem¨®cratas han registrado a medio mill¨®n m¨¢s de votantes que los republicanos.
La buena planificaci¨®n y el trabajo met¨®dico son algunos de los contrastes entre ambas campa?as y tambi¨¦n el reflejo de la personalidad de ambos contendientes. Tras el estallido de la crisis financiera, en pleno momento de desorientaci¨®n, el instinto llev¨® a McCain al gesto teatral de suspender sus actividades, mientras que Obama apareci¨® ante el electorado con m¨¢s aplomo y seguridad que nunca. "M¨ªster Fr¨ªo contra M¨ªster Caliente", dice la portada del semanario Newsweek.
Ese aplomo es el que ha convencido a gente como Johnny Brown, un pensionista de West Palm Beach. "McCain ha perdido el norte; es como Bush pero m¨¢s impulsivo. Es arriesgado dejar la econom¨ªa en sus manos en momentos como ¨¦ste", dice para explicar por qu¨¦ est¨¢ inclinado, aunque todav¨ªa no decidido, a votar por Obama. Es justo decir que la opini¨®n de muchos jubilados de esta ¨¢rea comenz¨® a cambiar despu¨¦s de un anuncio de Obama en el que denunciaba que la pol¨ªtica econ¨®mica de McCain supondr¨ªa la liquidaci¨®n de las pensiones p¨²blicas. Pero el gran giro -con reservas- hacia Obama se produjo tras el terremoto financiero.
Menos reservas parecen guardar los expertos en esa materia. Aunque la campa?a de McCain hizo circular recientemente una declaraci¨®n firmada por cerca de 600 economistas en apoyo a las propuestas del candidato republicano, el semanario The Economist incluye en su ¨²ltimo n¨²mero una encuesta con cerca de un millar de profesionales de esa especialidad que, de forma abrumadora, se decantan del lado de Obama, incluso cuando se excluye del recuento a aquellos economistas que se definen como dem¨®cratas.
Las propuestas econ¨®micas de Obama, que incluyen una controvertida subida de impuestos a los ingresos anuales superiores a los 250.000 d¨®lares, pueden ser motivo de discusi¨®n y cr¨ªtica, pero, al menos en momentos como ¨¦ste, cuando el p¨²blico mira con desesperaci¨®n la obra legada por los ocho a?os de Administraci¨®n republicana, se ven como un b¨¢lsamo curativo, una oportunidad que vale la pena intentar.
Si la econom¨ªa sigue dominando el debate nacional, no va a ser f¨¢cil modificar el rumbo tomado por esta campa?a. McCain necesita introducir nuevos elementos de controversia que distraigan la atenci¨®n de los votantes de los males econ¨®micos. Su campa?a ya est¨¢ trabajando en ello.
En Florida, por ejemplo, empez¨® el viernes una nueva campa?a de anuncios en televisi¨®n en los que se advierte del peligro que representa para EE UU la elecci¨®n de un presidente d¨¦bil frente a los enemigos extranjeros.
Otros anuncios de esas caracter¨ªsticas, apelando al miedo de los votantes, a los rumores sobre la biograf¨ªa de Obama y a su supuesto, aunque muy discutible, izquierdismo empezar¨¢n a circular esta misma semana. Los estrategas de McCain han reconocido a The Washington Post que la campa?a se va a poner m¨¢s dura a partir de ahora y que el objetivo es conseguir que el foco se desplace de nuevo hacia la figura del candidato dem¨®crata y que el debate vuelva a ser sobre valores personales.
Sarah Palin algo hizo en el debate del jueves pasado para conseguir ese prop¨®sito, pero no lo suficiente. Su simple reaparici¨®n en escena -la crisis financiera la hab¨ªa borrado del mapa- sirve para recordar al p¨²blico los valores tradicionales y el papel del americano medio en toda esta situaci¨®n.
Pero se trata de una reaparici¨®n muy t¨ªmida, arrasada pr¨¢cticamente por noticias como la aparecida ayer en todos los diarios sobre la p¨¦rdida de casi 160.000 puestos de trabajo en septiembre, la peor cifra en cinco a?os.
En el segundo debate que McCain y Obama celebrar¨¢n pasado ma?ana, el candidato republicano intentar¨¢, probablemente, incidir en la descalificaci¨®n personal de su contrincante, en su falta de experiencia, en la inocencia de su pol¨ªtica exterior. Como afirma el columnista conservador William Kristol, alentando a su desmoralizada parroquia, todav¨ªa queda tiempo para darle la vuelta al marcador. Ejemplos hay de sobra en el pasado electoral norteamericano en los que eso ha ocurrido. Al Gore, sin ir m¨¢s lejos, estaba seis puntos por delante en las encuestas a esta altura de la carrera hace ocho a?os. Pero entonces no exist¨ªa el clima de fin de ¨¦poca que ahora se detecta.
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