La regi¨®n "blindada"
Desde 1929 no se ha visto algo igual. Y, como siempre, todos miran al Estado cuando las papas queman. Confirmando a la historia, en el terror del naufragio econ¨®mico, las soluciones pol¨ªticas manejadas por los Estados son los ¨²nicos salvavidas disponibles. Normalmente, hasta el d¨ªa antes han sido despreciados tanto el Estado como la pol¨ªtica, y quiz¨¢s nunca como ahora ha sido m¨¢s rotunda la parad¨®jica contradicci¨®n, con un Gobierno republicano en el tim¨®n de la Casa Blanca comprando activos bancarios deleznables, nacionalizando empresas de seguros y salvando bancos de inversi¨®n de aventuras fantasiosamente especulativas. En grande, lo que en chico hemos hecho los pa¨ªses subdesarrollados m¨¢s de una vez, cuando se nos ha ca¨ªdo la estanter¨ªa, con los consiguientes retos de los organismos internacionales.
A Latinoam¨¦rica a¨²n no ha llegado la angustia de la crisis, pero nadie puede considerarse a salvo
Ante la crisis del capitalismo norteamericano, se revaloriza el renano
Escribimos desde el Cono Sur de Am¨¦rica, donde a¨²n no hay conciencia de la crisis. Se la mira como a un hecho lejano, como a los aviones terroristas de las Torres Gemelas, algo horrible que ocurri¨® y que presumiblemente nos pueda causar alguna molestia, pero no mucho m¨¢s. Los diarios y la televisi¨®n informan de la situaci¨®n y los analistas especulan; a nivel colectivo, sin embargo, ni en Santiago, ni en Buenos Aires, ni en San Pablo, ni en Montevideo, hay alarma. Los Gobiernos, naturalmente, llaman a la calma, pero se advierte un peligroso tono de "tout va tres bien, Madame la Marquise...".
Algunos Gobiernos, incluso, se han tomado a broma la cuesti¨®n, sacando pecho con nuestra superioridad frente a quienes, hasta hace poco, nos daban lecciones de desarrollo.
No hay duda de que estamos ante una crisis financiera y que, como todas las de su naturaleza, convoca a todos los odios. Las finanzas son algo bastante misterioso y no hay nada como algo que no se conoce bien, para que se le odie. En ellas no hay producci¨®n tangible, no hay creaci¨®n visible, y lo ¨²nico que se ve es jugar con las subidas y las bajadas del mercado para obtener ganancias que no responden al trabajo, sino a las habilidades de un oficio extra?o, a la audacia y a la suerte. En el caso, ni siquiera se trata de los bancos comerciales tradicionales que viven de prestar dinero, actividad repudiada por todas las religiones. Ni siquiera eso. Aqu¨ª no se sabe si es dinero. Son papeles que indirectamente refieren a operaciones reales, pero que son s¨®lo papeles, papeles que se emiten sobre otros papeles y as¨ª sucesivamente. El fin no son los objetos, sino el dinero, aquellos son apenas el pretexto. En una palabra, estamos ante algo naturalmente llamado a convocar los odios. Exacerbados, adem¨¢s, por la "plata dulce" de las fortunas amasadas por los ejecutivos de estas empresas, que han exhibido estos a?os autom¨®viles, yates y relojes concebidos para la envidia.
Como dice Felipe Gonz¨¢lez, "de broma, pero en serio, podr¨ªamos decir que el capitalismo no se contrapone al comunismo, por extinci¨®n de ¨¦ste, sino que se mira en su propio espejo y constata que la imagen que le devuelve es fea y fuera de control". El hecho es que nunca se dijo que el capitalismo fuera hermoso. Es eficaz, tan eficaz como un rev¨®lver o el filo de un bistur¨ª. Depende de c¨®mo y para qu¨¦ se usen. Es un sistema derivado de la propiedad privada y la econom¨ªa de mercado, pero que asume modalidades diferentes y procedimientos muy variados. Hace ya unos cuantos a?os, cuando ca¨ªdo el muro de Berl¨ªn la se?ora Thatcher y el presidente Reagan ensayaban su revoluci¨®n liberal (o neoliberal, o conservadora, o neoconservadora), Michel Albert, antiguo comisario general del plan franc¨¦s y presidente de una gran compa?¨ªa de seguros, escribi¨® un excelente libro, Capitalismo contra Capitalismo, en el que opon¨ªa dos concepciones del mismo sistema: el modelo "neoamericano", fundado en el ¨¦xito individual, las expansiones r¨¢pidas y el provecho financiero a corto t¨¦rmino, por oposici¨®n a lo que llamaba el "modelo renano", practicado en Alemania, Suiza y de alg¨²n modo en Jap¨®n, menos seductor, m¨¢s calmo y volcado hacia el ¨¦xito colectivo. El primero ten¨ªa -y tiene- la Bolsa como escenario, donde las empresas son financiadas por miles de inversores que ni idea tienen de c¨®mo est¨¢n manejadas, mientras el otro descansaba -y descansa- en la banca comercial, siempre desconfiada, siempre pidiendo garant¨ªas, recelosa de los crecimientos r¨¢pidos.
Es evidente que hoy estamos ante una crisis de esa primera modalidad, que por cierto no caer¨¢, pero que llevar¨¢ la b¨¢scula hacia el otro lado: regulaci¨®n del Estado, desconfianza a la especulaci¨®n febril, b¨²squeda de seguridades m¨¢s que de ganancias.
El hecho es que nuestros pa¨ªses, que miran y contemplan, comenzar¨¢n -inevitablemente- a sufrir un proceso de ajuste. La fiesta termin¨®. La soja, princesa de la agricultura en la ¨²ltima d¨¦cada, ha perdido un 30% en un mes, a la hora de escribir estas l¨ªneas, y nadie sabe bien en qu¨¦ terminar¨¢. Lo mismo viene ocurriendo con los dem¨¢s alimentos, notoriamente con el petr¨®leo y presumiblemente con las materias primas en general. La exportaci¨®n de esos productos fue lo que gener¨® aumento de actividad y grandes recaudaciones fiscales. Ha de pensarse que esas grandes recaudaciones disminuir¨¢n -y aunque no se caigan a los niveles anteriores- y en la mayor¨ªa de nuestros pa¨ªses se enfrentar¨¢n a presupuestos p¨²blicos notoriamente acrecidos. Nunca ha habido tantas reservas, es verdad, pero bien sabemos que si se empiezan a disminuir por la aparici¨®n de d¨¦ficit, llevan a la temible corrida hacia abajo.
De todo lo cual resulta que, sin ser agoreros, no hay duda de que el ciclo ha cambiado. Algunos han despilfarrado los buenos a?os, como Venezuela, compradora de armas y empresas extranjeras, otros los han aprovechado, como Brasil o Per¨², receptores de fuertes inversiones. Pero unos y otros tendr¨¢n que mirar esto con mucha prudencia. Y no so?ar con que estamos "blindados". Porque en este mundo globalizado, por suerte o por desgracia, nadie deja de degustar alg¨²n bocado cuando viene el fest¨ªn pero nadie est¨¢ inmunizado para las epidemias.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti, ex presidente de Uruguay, es abogado y periodista.
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