Pakist¨¢n y Afganist¨¢n realizar¨¢n patrullas conjuntas en la frontera
Un atentado contra un diputado de la provincia de Punjab causa 20 muertos
El presidente de Pakist¨¢n, Al¨ª Asif Zardari, accedi¨® ayer a la formaci¨®n de patrullas conjuntas con Afganist¨¢n para vigilar la frontera com¨²n, en especial en las regiones tribales donde se refugian talibanes y miembros de Al Qaeda. Aunque Washington y Kabul llevaban tiempo presionando en ese sentido, Islamabad se hab¨ªa resistido porque para muchos paquistan¨ªes constituye una concesi¨®n intolerable. Su adopci¨®n ahora da una idea del grave deterioro de la seguridad en este pa¨ªs. Ayer mismo, otro suicida dej¨® una veintena de muertos al atentar contra un diputado de la oposici¨®n en la provincia de Punjab.
El presidente Zardari pretende "poner fin a las infiltraciones fronterizas"
Hay cerca de 15 millones de pastunes en Afganist¨¢n y unos 40 en Pakist¨¢n
"El presidente ha decidido autorizar las patrullas conjuntas con Afganist¨¢n para poner fin a las infiltraciones fronterizas", anunci¨® la ministra de Informaci¨®n, Sherry Rehman. La decisi¨®n se produce despu¨¦s de que una serie de ataques estadounidenses contra objetivos en el lado paquistan¨ª de la frontera hayan provocado la indignaci¨®n de los paquistan¨ªes y colocado en una situaci¨®n muy dif¨ªcil al reci¨¦n elegido Zardari. De ah¨ª que el comunicado emitido por Rehman haga hincapi¨¦ en que Pakist¨¢n "no va a permitir actividades de tropas extranjeras en su territorio", y pida que si las fuerzas de la coalici¨®n que opera en Afganist¨¢n tienen informaci¨®n sobre el paradero de alg¨²n terrorista, "la compartan para que el Ej¨¦rcito paquistan¨ª pueda actuar de inmediato".
Pero todas las cautelas del mundo no son capaces de disipar la desconfianza de los paquistan¨ªes. "Sin duda, se trata de una decisi¨®n importante, pero est¨¢ por ver que vaya a ayudar a reducir la tensi¨®n", declaraba esc¨¦ptico el comentarista Zahid Husain nada m¨¢s conocer la noticia. Otros iban m¨¢s lejos y hablaban de una "concesi¨®n significativa a las fuerzas de la coalici¨®n, que ahora tambi¨¦n van a actuar en nuestro lado de la frontera".
La cuesti¨®n de la frontera con Afganist¨¢n resulta especialmente delicada. La demarcaci¨®n trazada por los brit¨¢nicos en 1893, la llamada L¨ªnea Durand por el entonces secretario del Foreign Office sir Henry Mortimer Durand, dividi¨® a los pastunes (y a los baluchis) entre dos Estados diferentes. Dada la predominancia past¨²n entre los afganos, sus Gobiernos nunca han reconocido -ni siquiera durante el r¨¦gimen talib¨¢n- la que termin¨® convirti¨¦ndose en frontera internacional. El fantasma de un gran Pastunist¨¢n siempre ha planeado sobre las relaciones de ambos vecinos.
Los pastunes constituyen la mitad de los cerca de 30 millones de afganos (no hay censo) y hasta un 20% de la poblaci¨®n paquistan¨ª, o sea unos 40 millones. Las aproximadamente 60 tribus, divididas en 400 clanes, se distribuyen a ambos lados de la L¨ªnea Durand, que tradicionalmente han cruzado al margen de los 186 puntos fronterizos que la salpican. Esos lazos familiares explican lo intrincado de las relaciones bilaterales m¨¢s all¨¢ del terreno pol¨ªtico.
Adem¨¢s, lo artificial de la linde se tradujo en un r¨¦gimen especial de gobierno para las regiones fronterizas, que Pakist¨¢n hered¨® cuando alcanz¨® la independencia en 1947. De ah¨ª que las Agencias Tribales Administradas Federalmente (FATA) tengan su propia milicia de guardafronteras y una suerte de extraterritorialidad por la que el Estado delega la administraci¨®n de la ley en las asambleas tribales (yirgas) y los maliks o notables. Pero esa semiautonom¨ªa tambi¨¦n ha tenido un alto coste en t¨¦rminos de desarrollo humano, ya que sus siete millones de habitantes (y la cifra es una estimaci¨®n porque el ¨²ltimo censo data de 1998) viven del contrabando, la pobreza supera el 60% (similar a la de Afganist¨¢n y dos veces la media nacional), el analfabetismo es rampante (alcanza al 97% de las mujeres y al 70,5% de los hombres) y el paro ronda el 80%.
En ese contexto, muchos analistas paquistan¨ªes advierten del error que supone meter en el saco estadounidense del terrorismo global la desafecci¨®n de esas regiones con el poder central, por mucho que se haya traducido en apoyo o infiltraci¨®n de Al Qaeda. "Es un caso cl¨¢sico de guerra civil", defiende el periodista Nusrat Yaved. En su opini¨®n, "no existe una organizaci¨®n talib¨¢n, sino rebeliones localizadas que utilizan el lenguaje del islam para protestar contra el abandono del Estado y de las ¨¦lites".
El general retirado Talaat Masud habla abiertamente de insurgencia porque "se trata de grupos que se oponen a la autoridad del Estado, operan al margen de ¨¦l y est¨¢n consolidando su poder". Todos coinciden en que las causas no son las mismas en Suat, que en Bayur o en Wazirist¨¢n. Por eso, Masud se?ala que "aunque comparten algunas caracter¨ªsticas, no existe una soluci¨®n ¨²nica; hay que atajar distintos problemas".
Ma?ana puede ser demasiado tarde. La rebeli¨®n no s¨®lo ha desbordado las agencias tribales y llegado a distritos de la llamada Provincia Fronteriza del Noroeste, sino que empieza a extender sus tent¨¢culos fuera de ¨¦sta. Para quien no se hubiera enterado con el atentado del hotel Marriott de Islamabad, el ataque de ayer contra el diputado Rashid Akbar Nawani tambi¨¦n se produjo en Punjab.
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