"En Jap¨®n me preguntan por qu¨¦ a¨²n quedan fosas"

A¨²n no conoce el castellano para explicar con precisi¨®n por qu¨¦ hace tres a?os cruz¨® el mundo para ayudar a desenterrar los cuerpos de unas personas con las que nada ten¨ªa que ver. Pero cuando le preguntan qu¨¦ sinti¨® en la primera fosa de la Guerra Civil que vio, Toru Arakawa, japon¨¦s de 70 a?os, llora como un ni?o. Diez minutos antes, este hombre bajito y menudo explicaba entre carcajadas la disparatada historia de su primer viaje a Espa?a delante de un plato de jam¨®n ib¨¦rico. (Es su favorito, ?ni hablar de ir a un japon¨¦s!)

Arakawa se plant¨® un d¨ªa en Ponferrada con un recorte de peri¨®dico y una fotograf¨ªa de Santiago Mac¨ªas, vicepresidente de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica. No intent¨® llamarle desde Jap¨®n. Una vez en Ponferrada, se hizo con su tel¨¦fono. Llam¨®.

Viene cada verano a Espa?a para ayudar a exhumar v¨ªctimas de la Guerra Civil

-?Y qu¨¦ le dijiste?

Arakawa r¨ªe con ganas. "Intent¨¦ explicarle que hab¨ªa visto un reportaje y que quer¨ªa ayudar. Santiago no entend¨ªa nada. Me preguntaba: '?Pero por qu¨¦ quiere un japon¨¦s ir a una exhumaci¨®n? ?Es una broma?".

Lo mismo pens¨® su mujer cuando le anunci¨® que se iba a Espa?a a pasar el verano buscando desaparecidos. Pero Toru no bromeaba. Se hab¨ªa preparado a conciencia. "Me cost¨® 10 a?os leer en espa?ol. Aprend¨ª con unas cintas que me pon¨ªa todas las ma?anas. Luego mi hijo me compr¨® por Internet mi primer libro en castellano, Manolito Gafotas", explica saboreando un trozo de morcilla. "Me los he le¨ªdo todos: Manolito on the road, Yo y el imb¨¦cil... son muy divertidos". De ah¨ª salt¨® a una extensa biblioteca en castellano sobre la Guerra Civil. Cuando termin¨® de leer, quiso conocer a los supervivientes y ayudar a buscar muertos. Cogi¨® aviones y autobuses agarrado a su recorte. Desde entonces, ha participado en 22 exhumaciones. Viene todos los a?os.

"En cuanto llego a casa, estoy pensando en regresar. Miro el cielo y pienso cu¨¢nto tardar¨¢n esas nubes en llegar a Espa?a". En su pa¨ªs, Arakawa organiza charlas en su hogar para explicar a sus amigos lo que ha estado haciendo. Les ense?a fotos y responde a sus preguntas. Siempre son las mismas. "?Por qu¨¦ hay tantos? ?Por qu¨¦ tienes que ir t¨² a desenterrarlos? ?Por qu¨¦ siguen en fosas comunes tantos a?os despu¨¦s de la muerte de Franco?". Arakawa reconoce que a¨²n no sabe qu¨¦ responder a esa pregunta. "Yo tampoco lo entiendo", zanja muy serio.

Llega el cordero y recupera el buen humor. Adora la comida espa?ola. Los equipos que trabajan en las exhumaciones se enamoraron enseguida de este hombre exc¨¦ntrico, como casi todo lo genial, y adem¨¢s de acogerle en sus casas, le han llevado de restaurantes: cordero en Segovia, pulpo a feira en Lugo.... "Siempre me llevo comida de aqu¨ª. A mi familia le encanta. Y discos de tunas. All¨ª no hay".

Retiran los platos y Toru pide disculpas por su ingl¨¦s, que habla con mucha dificultad. Agacha la cabeza: "Perdona que haya llorado". Finalmente, explica: "La primera fue en As Pontes (Lugo). Me impresion¨® mucho la tristeza de las familias. He visto alianzas de boda entre los huesos... Entend¨ª aquel dolor, todo lo que hab¨ªa le¨ªdo". Toru vuelve a emocionarse.

-?Y a qu¨¦ te dedicabas antes?

-?Era profesor de ingl¨¦s!

Su silla tiembla por las carcajadas.