Sin novedad en Nashville
El segundo debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos se promet¨ªa como un choque de trenes. Pero, pese a sus momentos de tensi¨®n, ha resultado de nuevo un encuentro carente de enfrentamientos rese?ables y en el que la presunta hostilidad entre John McCain y Barack Obama se qued¨® fuera del decorado instalado en Nashville. Engullidos por la incontrolable vor¨¢gine econ¨®mica, ambos senadores han prometido a sus ansiosos conciudadanos -de manera muy poco espont¨¢nea y a menos de un mes del d¨ªa decisivo- que cada uno est¨¢ mejor preparado que el contrario para afrontar la crisis global m¨¢s grave desde la gran depresi¨®n.
La envergadura de la situaci¨®n, el p¨¢nico financiero, aparte de alejar n¨ªtidamente sus puntos de vista, parece exceder la capacidad dial¨¦ctica de los contendientes. El aspirante dem¨®crata la vincula como un mantra a la presidencia calamitosa de George W. Bush. El republicano, como volvi¨® a comprobarse, carece de respuestas reales para afrontarla. Fuera de lo econ¨®mico, s¨®lo la pol¨ªtica exterior -un ¨¢mbito en el que McCain se siente claramente m¨¢s c¨®modo- asom¨® sin novedades como recuelo inevitable a los 90 minutos del cara a cara m¨¢s escenogr¨¢fico e ¨ªntimo desde que comenz¨® la campa?a.
Todo sugiere que el nuevo debate, afortunadamente sin exhibici¨®n de trapos sucios, no alterar¨¢ nada sustancial en una carrera hacia la Casa Blanca que por el momento se va decantando en favor de Obama. El brutal estallido de la crisis financiera ha desinflado a McCain, y, hoy por hoy, seg¨²n los sondeos, los estadounidenses creen que el senador por Illinois est¨¢ en mejores condiciones para lidiar con los formidables obst¨¢culos de la pr¨®xima presidencia. Incluso Estados tan decisivos como Florida y Ohio, que dieron el triunfo a los republicanos en las dos elecciones anteriores, parecen empezar a bascular a favor del candidato dem¨®crata.
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