Los pecados urban¨ªsticos del Camp Nou
El F¨²tbol Club Barcelona (FCB) construir¨¢ 1.600 pisos en el espacio recalificado del Miniestadi, en el barrio de Les Corts. La noticia ha desatado la furia de los vecinos, que confiaban en que el Ayuntamiento consensuar¨ªa el plan que ellos ten¨ªan previsto bloquear si el club no aceptaba ocupar el espacio s¨®lo con equipamientos. Es lo que manda el Plan General Metropolitano, que, sin embargo, admite la permuta de superficies como excepci¨®n de la regla. El debate es tan interesante como sintom¨¢tico. A veces, pasan cosas que tendr¨ªan que estar superadas. Y una de ellas es la costumbre del Ayuntamiento de no dar la cara: las malas noticias las reciben los vecinos por la prensa.
Pero hay m¨¢s. ?Alguien ha dado una vuelta alrededor del Camp Nou? Suelo hacerlo, paseando el perro, cuando los d¨ªas son largos: sin luz no me atrever¨ªa. La zona tiene una densidad de habitantes pr¨®xima a cero, ya que, aparte de unos pocos bloques lejanos, la mueblan el cementerio de Les Corts y el campus universitario. No es un espacio propicio para equipamientos, excepto que se coloque tambi¨¦n un barrio que los aproveche, que es lo que representan esos 1.600 pisos en disputa, seguramente excesivos. Pero los vecinos organizados siguen, como hace treinta a?os, clamando contra la densificaci¨®n y a favor de los equipamientos, palabra fetiche, sin un esfuerzo sensato por hacer evolucionar el bagaje conceptual.
Los vecinos de Les Corts no ven al Ayuntamiento como una garant¨ªa ante los embates del mercado
La densidad de habitantes es mala si no est¨¢ equipada y transportada: tiene que existir ese tejido social y estructural que hace barrio. Pero es la densidad lo que hace funcionar el artefacto ciudad. Es en la ciudad donde precisamente es m¨¢s inteligente construir pisos y los que pretende el Bar?a son tan perif¨¦ricos que no pueden colapsar nada. Si siempre se hubiera aplicado la pol¨ªtica de n¨²meros clausus que predican los vecinos, nadie vivir¨ªa donde vive. De hecho, construir seg¨²n ad¨®nde no es pecado. Lo que pasa es que hoy por hoy es una temeridad, si no se restituye el acceso al cr¨¦dito.
Pero lo interesante de este conflicto es la posici¨®n en falso del Ayuntamiento, no por la falta de di¨¢logo, que tambi¨¦n, sino por la profunda desconfianza que genera en los vecinos organizados. Las entidades no ven al Ayuntamiento como una garant¨ªa ante los embates del mercado, sino como un c¨®mplice activo de sus apetencias. Y eso porque el Ayuntamiento ha ido aplicando un urbanismo de coste cero para cubrir inversiones con pisos y hoteles (en el plan del Bar?a tambi¨¦n hay hoteles y oficinas). Miren la Sagrera, miren Sant Andreu. El abuso del modelo de ciudad-mercado, en el que una cosa paga la otra, lo ha dejado sin autoridad moral para moderar a un operador privado como el FCB o para actuar como ¨¢rbitro de la disputa.
Podr¨ªa hacer pedagog¨ªa y actualizar el debate urban¨ªstico, pero el Ayuntamiento no reconoce esta estrategia de permutas y compensaciones porque su discurso -el relato, que se dice ahora- es tan viejo y ret¨®rico, y por tanto in¨²til, como la pancarta de los vecinos organizados.
Patricia Gabancho es escritora.
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