Dioses en la puesta de sol
Los colosos del monte Nemrut, un misterioso legado en la Anatolia turca
El monte Nemrut, de 2.150 metros de altura, situado en los contrafuertes orientales de la gran cordillera de Taurus, en la Anatolia turca, a 40 kil¨®metros de la peque?a localidad de Kahta y cerca de la frontera con Siria, es el balc¨®n privilegiado desde el que los dioses y el legendario rey Antioco I llevan contemplando todos los d¨ªas la salida y la puesta del sol desde hace m¨¢s de 2.000 a?os. Los ojos de piedra de Heracles, Apolo, Zeus, Fortuna y el propio rey endiosado, condenados por la mano del artista cl¨¢sico a no parpadear jam¨¢s, miran eternamente el infinito que envuelve la tortuosa geograf¨ªa del altiplano armenio desde la atalaya de unas cabezas gigantescas de cerca de dos metros de altura que los terremotos y el olvido han guillotinado haci¨¦ndolas rodar por el suelo.
La presencia pr¨®xima de los cuerpos sedentes de las estatuas de los dioses, unas moles de piedra de cerca de 10 metros de altura y 8 toneladas de peso, conferir¨ªa a esta escena, que se vuelve a repetir en la otra terraza artificial acondicionada en el lado opuesto de la cresta de la monta?a, visos de aquella obscenidad morbosa que caracteriz¨® las ejecuciones p¨²blicas de la nobleza durante la Revoluci¨®n Francesa si no fuera porque las cabezas todav¨ªa conservan un h¨¢lito de vida.
Mirar de frente estos rostros, apenas cuarteados superficialmente por el paso de los siglos, produce una sensaci¨®n inquietante; la perfecci¨®n de sus formas, rematadas con art¨ªsticos gorros, barrocos tocados de frutas, entrelazadas barbas y bigotes o pendientes de filigrana, y la belleza de sus rasgos, asexuados en unos casos y voluptuosos en otros, intimidan y acomplejan a partes iguales, sobre todo si se tiene la fortuna de verlos a finales del invierno, cuando parece que estuvieran a punto de escapar de un apelmazado sudario de nieve. Su demoledora superioridad invita a salir fuera de su campo de visi¨®n.
Sin embargo, para disfrutar del placer casi divino de contemplar la belleza enigm¨¢tica que encierra esta monta?a santuario, declarada patrimonio mundial por la Unesco en 1987, no es necesario realizar ninguna gesta ¨¦pica. Tras dejar atr¨¢s la rizada carretera que llega hasta la misma falda de la cumbre, en apenas media hora de subida por un camino empinado, algo exigente pero factible para la mayor¨ªa de la gente, se puede alcanzar el techo del viejo y poco conocido reino de Comagene, un Estado bisagra y astuto del Alto ?ufrates que sobrevivi¨® independiente durante el ¨²ltimo siglo antes de Cristo a pesar de las presiones que ejerc¨ªan desde todos los puntos cardinales las grandes potencias de la ¨¦poca, asirios, babilonios, partos y romanos.
Pir¨¢mide de piedras
Tras su anexi¨®n a Roma en el a?o 17 de nuestra era, este reino fue archivado por la historia, permaneciendo ocultos sus escasos vestigios hasta 1881, cuando el ingeniero alem¨¢n Karl Sester descubri¨® las ruinas del monte Nemrut mientras trazaba una carretera. Conforme se va subiendo por el camino que conduce a las dos terrazas que dan acceso al santuario, no es posible atisbar un solo vestigio que delate las sorpresas que aguardan al llegar, aunque acaso resulte extra?a la impostada perfecci¨®n de la cima, una pir¨¢mide compuesta por fragmentos de piedra machacados hasta quedar convertidos en gravilla, de 50 metros de altura y 150 de di¨¢metro, cuya construcci¨®n requiri¨®, seg¨²n los historiadores, acarrear m¨¢s de 700.000 toneladas de roca desde el valle.
Esta extravagante construcci¨®n, hermanada para muchos con las pir¨¢mides egipcias, es el t¨²mulo de Antioco I, donde se supone que est¨¢n enterrados los restos del rey comagene m¨¢s poderoso. Hasta la fecha, y a pesar a los trabajos arqueol¨®gicos realizados, todav¨ªa no se ha podido encontrar la entrada, aunque determinadas pruebas hechas con rayos l¨¢ser han confirmado la existencia de la c¨¢mara funeraria, en la que no se descarta pueda haber m¨¢s tumbas, como la del rey Mitr¨ªdates Kalinikos, padre de Antioco.
En las terrazas, adem¨¢s de los colosos de piedra, flanqueados por enormes ¨¢guilas y leones, hay abundantes estelas cuyos relieves arrojan algo de luz sobre las inc¨®gnitas que rodean esta cultura todav¨ªa poco estudiada. Sin embargo, a la vista de la vanidad y extravagancia de quien mand¨® tallarlas, algunas escenas no parecen muy fiables, como las de los supuestos antepasados de Antioco, que por la v¨ªa paterna se remontar¨ªan a Dar¨ªo, y por la materna, a Alejandro Magno, o aquellas donde el propio rey saluda a sus iguales, los dioses.
M¨¢s certeza ofrecen las informaciones que proporcionan las inscripciones que hay en la parte posterior del cuerpo de alguna de las estatuas referidas a detalles relativos a su construcci¨®n, al culto religioso, as¨ª como alg¨²n mensaje agorero destinado a quienes osaran perturbar la paz de la tumba.
Enigmas astrol¨®gicos
De todas formas, para muchos estudiosos, el santuario de Nemrut encierra todav¨ªa muchos enigmas que tienen que ver con la astrolog¨ªa. Buena parte de sus tesis descansan sobre una espectacular estela que hay en la terraza occidental, donde aparece un poderoso le¨®n rodeado de 19 estrellas y una luna creciente en su pecho, el hor¨®scopo personalizado m¨¢s antiguo que se conserva.
En Arsemia, la antigua capital del reino de Comagene, a 26 kil¨®metros de Khata, las dudas se acrecientan con la presencia de grandes cuevas, alguna de 158 metros de profundidad, cuya finalidad sigue sin conocerse. Justo a la entrada de una de ellas se conserva un bello relieve, de factura cl¨¢sica, del padre de Antioco dando la mano al dios Heracles. Desde la cima de la loma donde el arranque de los muros milenarios mantiene una dura lucha con la vegetaci¨®n se tiene una espectacular vista de Yeni Kale, la fortaleza nueva, aferrada a un acantilado de roca desnuda, cuyos or¨ªgenes se remontan tambi¨¦n a la ¨¦poca comagene, como el t¨²mulo de Karakus, ubicado a seis kil¨®metros de Khata.
Acaso lo m¨¢s llamativo de esta construcci¨®n funeraria sea que muchas de las piezas que la conformaban fueron reutilizadas por los romanos entre los a?os 193 y 211 para levantar, unos metros m¨¢s adelante, el impresionante puente de Cendere, de 120 metros de largo por 30 de alto y 7 de ancho, que permite salvar el r¨ªo Khata a su salida de una sobrecogedora garganta de paredes de piedra lisa.
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? www.adiyamanli.org.
? www.mountnemrut.info.
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