"Este parque nos amarga"
Trabajadores y empresarios de Los Alcornocales se quejan de las trabas del espacio protegido
En el Ventorrillo El Camino, donde las cuentas se escriben a tiza en la mesa, no suelen aparecer los t¨¦cnicos del parque natural de Los Alcornocales. "Cuando dan las tres, huyen a sus ciudades", se escucha en la barra de este bar de Alcal¨¢ de los Gazules, donde a esa hora las palabras se calientan ya con el aguardiente que se sirve con los caf¨¦s. Los arrieros, ganaderos o trabajadores forestales comparten tarde y protestas contra las normas que rigen el espacio protegido que les rodea. "Nos est¨¢n amargando", resume L¨¢zaro Jim¨¦nez sosteniendo la vara con la que dirige sus mulos.
L¨¢zaro Jim¨¦nez tiene 55 a?os y, desde siempre, ha sido arriero. "Soy m¨¢s ecologista que medio mundo". La reglamentaci¨®n del parque limita su labor para cualquier venta o intercambio de animales, para marcar cualquier vereda o levantar una cerca. "Te complican la vida de papeles. Si mi padre, que tuvo nueve hijos, hubiese tenido que hacer esto, mejor se cogiera un cordel, y se ahorcara", protesta. Felipe Cand¨®n, que trabaja de capataz de obra en una finca cercana, le apoya. "Estamos jodidos. No nos dejan hacer caminos. Y se quitan muchas peonadas".
"Estamos jodidos. No nos dejan hacer caminos, se quitan muchas peonadas"
"Si no puedes arreglar tu casa o levantar una nave, te vas"
El discurso cr¨ªtico contra la reglamentaci¨®n del parque preside la barra del ventorrillo. Casi ninguna de las quejas cita expresamente los dos documentos que m¨¢s quebraderos de cabeza han levantado entre los vecinos de Los Alcornocales. El PORN y el PRUG. Son, respectivamente, el Plan de Ordenaci¨®n de Recursos Naturales y el Plan Rector de Uso y Gesti¨®n, que fueron modificados en 2004, para garantizar la protecci¨®n del parque, aunque muchos en Alcal¨¢ creen que estas dos normas est¨¢n provocando exactamente lo contrario. "Si no puedes arreglar tu casa o no puedes levantar la nave que necesitas, te vas. Y la gente del campo es la que primero ve un incendio o la que cuida del monte. Si se va, el riesgo aumenta", relata Francisco Mangas, responsable de una finca cineg¨¦tica, donde cazan corzos y venados.
En realidad, ni el PORN ni el PRUG proh¨ªben construir pero s¨ª impone condiciones. Para modificar una nave, una caseta o una vivienda es necesario tener un m¨ªnimo de 20 hect¨¢reas. Muy pocas fincas en Alcal¨¢, de los Gazules, uno de los 17 municipios del parque, alcanzan esas dimensiones. Le ocurri¨® a Javier G¨®mez. Este ingeniero de montes segoviano, instalado en Alcal¨¢ desde hace 15 a?os, quiso convertir una parcela compartida con su mujer en La isleta de las aves, un proyecto de turismo ornitol¨®gico con una laguna artificial, cuyo principal ingreso ser¨ªa adaptar una nave como casa rural. El permiso se le ha denegado porque su finca s¨®lo tiene siete hect¨¢reas. "No nos dejan hacerlo por no ser infinitamente ricos", se queja. En la finca El Lomo, Manuel C¨¢novas, con la ayuda de sus hijos Manolo y Miguel, da de comer a sus reses. "No nos dejan ni poner el alambrado en mi propia casa", suspira antes de volver al tractor.
Las restricciones del parque afectan a la vida diaria de sus vecinos m¨¢s humildes pero tambi¨¦n a proyectos ambiciosos. Paralizado est¨¢ un hotel de cuatro estrellas pensado para la entrada del pueblo. Y descartado por completo el plan de levantar en Alcal¨¢ una gran yeguada y una escuela de jinetes en el que se iban a invertir 12 millones de euros para promover el empleo relacionado con la h¨ªpica. El empresario que lo promov¨ªa se cans¨® de esperar. Tampoco se ha permitido la instalaci¨®n de ning¨²n parque e¨®lico, con el que alg¨²n ganadero pretend¨ªa hacer frente a la crisis.
Hasta el jefe de la polic¨ªa local alcala¨ªna, Jos¨¦ C¨®rdoba, se suma a las quejas contra esta normativa. "?Por qu¨¦ uno no se puede arreglar un cuarto de ba?o o levantar un cobertizo? Me siento orgulloso del parque pero no nos est¨¢ beneficiando". Tener una parcela dentro de Los Alcornocales se ha convertido en un lastre. "No se venden o las compran los grandes propietarios", opina el ingeniero agr¨®nomo y ganadero Antonio Visglerio.
El Ayuntamiento de Alcal¨¢ ha sido el primero en aprobar en pleno municipal una moci¨®n para instar a la Consejer¨ªa de Medio Ambiente un cambio en esas normativas. La Junta de Andaluc¨ªa ya ha aceptado la necesidad de esa reforma, aunque de aprobarse, no llegar¨¢ hasta la primavera de 2009. El ingeniero Javier G¨®mez ha reunido 800 firmas para impulsar esas modificaciones de una reglamentaci¨®n que, seg¨²n denuncia, se hizo a espaldas de los pueblos y sus habitantes. "No quieren saber nada de nosotros. Nos tratan como catetos". Habla de los t¨¦cnicos, funcionarios y responsables del parque. ?sos que no suelen compartir barra de bar con los vecinos.
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