Recorten ahora, ahorren luego
Los bancos centrales de todo el mundo han reaccionado por fin ante la crisis financiera global decidiendo una rebaja coordinada de los tipos de inter¨¦s en medio punto. Se agradece, pero hace falta mucho m¨¢s, y r¨¢pido. Si se aplican ahora, unos recortes pronunciados de los tipos todav¨ªa pueden tener un efecto positivo significativo. Si se retrasan, es probable que su efecto sea m¨ªnimo.
En general, los principales bancos centrales del mundo han estado lentos a la hora de responder al empeoramiento de la crisis. Este fracaso refleja el dominio de la econom¨ªa convencional, que ha producido una mentalidad cerrada de reflexi¨®n en grupo dentro de la comunidad de los bancos centrales. Como consecuencia, los bancos centrales no vieron el tsunami financiero que se nos ven¨ªa encima e incluso despu¨¦s de que llegara siguieron librando la ¨²ltima guerra contra la inflaci¨®n.
Si se retrasan nuevas bajadas de tipos, es probable que su efecto sea m¨ªnimo
El Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra han sido los mayores infractores. No sorprende, ya que los bancos centrales europeos son los que tienen una mentalidad m¨¢s convencional y los m¨¢s obsesionados con los precios. Esto tambi¨¦n explica por qu¨¦ el continente europeo lleva tanto tiempo teniendo tasas de paro tan elevadas.
La Reserva Federal de Estados Unidos lo ha hecho mucho mejor, aunque tambi¨¦n ha ido a trancas y barrancas, jugando una y otra vez al tula con una crisis que en todo momento se ha mantenido un paso por delante de la pol¨ªtica. Este patr¨®n refleja la obsesi¨®n de la Reserva Federal con la estabilidad de los precios, que fomenta los incrementos preventivos de los tipos de inter¨¦s para frenar la inflaci¨®n, pero restringe las reducciones preventivas equivalentes para frenar el desempleo.
En consecuencia, la Reserva Federal dej¨® intactos los tipos de inter¨¦s a lo largo del verano de 2008 a pesar de la quiebra de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, la bancarrota de Lehman Brothers, la insolvencia de AIG y el contagio en los mercados financieros de todo el mundo. Adem¨¢s, la pol¨ªtica de la Reserva Federal se mantuvo constante a pesar del veloz deterioro de la econom¨ªa real de Estados Unidos, que se hizo patente por la p¨¦rdida acelerada de empleos y el aumento del paro.
El recorte coordinado de los tipos que han emprendido los principales bancos centrales del mundo abre el proceso de reajuste de la pol¨ªtica, pero se necesitan m¨¢s recortes. Aunque parece que por fin se ha dejado de lado el fantasma de la inflaci¨®n, hay otro mito que todav¨ªa tenemos que abordar: que la Reserva Federal y otros bancos centrales deber¨ªan guardarse las balas para una mala racha y, por consiguiente, resistirse a reducir los tipos.
Hay un viejo dicho que afirma que la pol¨ªtica monetaria es in¨²til en tiempos de recesi¨®n porque el efecto de reducir los tipos de inter¨¦s es como "empujar una cuerda". Esto sucede cuando la confianza y la riqueza quedan destruidas y, llegados a este punto, los recortes de tipos s¨ª que resultan in¨²tiles.
Al no actuar a su debido tiempo, los bancos centrales han permitido que tuviera lugar una peligrosa erosi¨®n de la confianza y de la riqueza, lo que est¨¢ creando unas condiciones de "empujar una cuerda". Por suerte, todav¨ªa hay tiempo para que unos recortes decisivos de los tipos tengan un impacto s¨®lido. Pero la ventana de oportunidad se est¨¢ cerrando a marchas forzadas. Si los bancos centrales se guardan sus balas de recortes de tipos para otro d¨ªa, puede que se encuentran con que su munici¨®n es in¨²til. Es hora de disparar.
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