Un Brasil biling¨¹e
"Un pol¨ªtico de verdad es el que sabe gobernar la polis, la ciudad. Y el presidente Lula lo es. Es un hombre de Estado extraordinario que tiene energ¨ªa y el conocimiento para darle a su pa¨ªs el lugar que Brasil merece en Am¨¦rica Latina y en el mundo". As¨ª hablaba ayer Carlos Fuentes de Luiz In¨¢cio Lula da Silva, con el que comparte Premio Internacional Don Quijote. Y es cierto que, oy¨¦ndole hablar, parece que le sobran ideas y energ¨ªa a este antiguo sindicalista nacido en Garanhuns, Estado de Pernambuco, hace casi 63 a?os. En medio de la ola de admiraci¨®n, ¨¦l recuerda que perdi¨® varias veces las elecciones antes de instalarse en el palacio presidencial de Planalto, en Brasilia, por primera vez, y por abrumadora mayor¨ªa, en 2002. Cuatro a?os despu¨¦s repiti¨® en el que hab¨ªa sido el primer t¨ªtulo "universitario" de su vida, el de presidente.
Lula suele recordar que de sus a?os de experiencia sindical le qued¨® una idea: nadie respeta a un interlocutor que no se respete a s¨ª mismo. Por eso, para ganar en prosperidad y en respeto internacional, ha decidido estrechar lazos con sus vecinos de Latinoam¨¦rica. Y por eso opt¨® por impulsar en su pa¨ªs la Ley del Espa?ol, que obliga a todos los centros de ense?anza secundaria de Brasil a ofrecer como optativa la lengua castellana. El resultado es que se prev¨¦ que el mill¨®n de alumnos que actualmente cursa espa?ol se convierta en 12 millones en los pr¨®ximos cuatro a?os. Para ello har¨¢n falta, adem¨¢s, 30.000 profesores. Todo ello sin contar con los nueve centros que el Instituto Cervantes tiene desplegados por la geograf¨ªa de un pa¨ªs de 180 millones de habitantes y dimensiones continentales.
El Brasil biling¨¹e, pues, tiene hora de despegue, algo que Lula, lejos de ver como una amenaza, ve como una oportunidad. "Integraci¨®n" es la palabra que m¨¢s repite el presidente brasile?o al explicar sus planes. "Y no puede haber integraci¨®n sin hablar la misma lengua". ?l fue el primero en construir un puente entre su pa¨ªs y Per¨². Y lo mismo hizo con Bolivia. Le gusta, adem¨¢s, recordar que Brasil tiene miles de kil¨®metros de frontera con todos los pa¨ªses de Suram¨¦rica menos con Ecuador y Chile. No ten¨ªa sentido vivir con los ojos puestos en Estados Unidos, un pa¨ªs que, por lo dem¨¢s, acaba de superar a Espa?a en el n¨²mero de hispanohablantes.
Lula s¨®lo habla portugu¨¦s, pero se le entiende todo lo que dice. Tiene las ideas claras y un viejo objetivo: impulsar la educaci¨®n y mitigar la pobreza de sus conciudadanos. En lugar de ponerse, como tantas veces, en manos de la providencia, ¨¦l se ha puesto a trabajar: Brasil se lleva 90 de cada 100 d¨®lares de inversi¨®n extranjera que llegan a Suram¨¦rica. Por si acaso, ¨¦l suele decir que Dios es brasile?o. Es decir, que dentro de unos a?os, Dios hablar¨¢ espa?ol.
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