La vida loca de un esp¨ªa m¨²ltiple
En 1930, mientras preparaba un examen de historia a fuerza de cigarrillos y tazas de caf¨¦, Kim Philby tom¨® una importante decisi¨®n que lo convertir¨ªa, a?os m¨¢s tarde, en el esp¨ªa m¨¢s competente del mundo. Envuelto en humo, Philby decidi¨® que ser¨ªa comunista; estaba en el reading room del Trinity College, en Cambridge, y aquella decisi¨®n, como una onda expansiva, fue tocando por etapas a tres de sus colegas que, junto con ¨¦l, pasaron a las p¨¢ginas oscuras de la historia inglesa como los esp¨ªas de Cambridge, un cuarteto que durante la guerra fr¨ªa espi¨® y contraespi¨® a un nivel que influy¨® de manera determinante en la geopol¨ªtica de la ¨¦poca.
El 2 de febrero de 1978, cuando ya Kim Philby viv¨ªa en Mosc¨², refugiado de la ira del Gobierno ingl¨¦s, el diario The Times, refiri¨¦ndose con sorna al libro My silent war, donde Philby cuenta sus escandalosas memorias de esp¨ªa, publicaba lo siguiente: "El libro de Philby fue escrito en Mosc¨², cuando termin¨® su doble vida y ya no era capaz de combinar el placer de vivir en el mundo libre con la satisfacci¨®n masoquista de trabajar en secreto para destruirlo". Para compensar la poca simpat¨ªa que generaban en Inglaterra las memorias de su amigo, el escritor Graham Greene, que hab¨ªa sido jefe de Philby cuando ambos trabajaban en el servicio secreto brit¨¢nico, declar¨®: "My silent war es much¨ªsimo m¨¢s apasionante que cualquier otra novela de espionaje que yo sea capaz de recordar".
Como todo bi¨®grafo de s¨ª mismo, Philby no evit¨® la tentaci¨®n de retocar los pasajes m¨¢s vistosos de su vida; esas licencias literarias que tanto entusiasmaban a Graham Greene han tra¨ªdo de cabeza durante d¨¦cadas a sus bi¨®grafos, que, hasta hace pocos a?os, con la desclasificaci¨®n de documentos de los archivos del KGB, empezaron a localizar la punta de esa mara?a que fue su vida llena de espionajes, traiciones y contraespionajes que, por citar un ejemplo que nos interesa, en 1937 trajo a Philby a Espa?a con una misi¨®n secreta que pudo cambiar radicalmente el rumbo de la Guerra Civil.
Kim se llamaba en realidad Harold Adrian Rosell Philby, su apodo no ten¨ªa que ver con el protocolo del espionaje, en cuyo mundillo ostentaba el alias S?hnchen, sino con la excentricidad de su padre, Harry Saint John Philby, que lo llamaba as¨ª por un personaje de novela de Rudyard Kipling, que era un joven indoirland¨¦s que espiaba para el Gobierno de Inglaterra, en la India, en el siglo XIX; un dato crucial para ilustrar c¨®mo un mote puede forjar, o torcer, un destino.
Kim Philby naci¨® en India, en Punjab, durante la ocupaci¨®n brit¨¢nica, porque Harry Saint John viv¨ªa ah¨ª, era un diplom¨¢tico ingl¨¦s que, fascinado por el entorno, se hab¨ªa ido reconvirtiendo en explorador y orientalista, y cuando el entorno finalmente se le subi¨® a la cabeza, se convirti¨® al islam, se cas¨® con una musulmana y se reconvirti¨® de nuevo en consejero del rey de Arabia Saud¨ª cuando ya su hijo Kim era estudiante en Cambridge y persegu¨ªa el destino que involuntariamente le hab¨ªa trazado Kipling.
El fruto inmediato de aquella decisi¨®n, tomada mientras estaba aislado del mundo por el humo de sus propios cigarrillos, fue un viaje a Austria en 1933, con el irreprochable objetivo de combatir personalmente el rampante fascismo que herv¨ªa en la zona; siguiendo la recomendaci¨®n de un colega, lleg¨® a Viena a casa de los Friedman, una familia capaz de encauzar su ardor combativo; Litzi, la hija, le pregunt¨® cu¨¢nto dinero llevaba; "le dije que cien libras, que esperaba que me duraran el a?o que pensaba pasar en Viena", cuenta Philby. Litzi hizo sus c¨¢lculos y anunci¨®: "Eso nos deja un excedente de 25 libras que puedes donar a la Organizaci¨®n Internacional para la Ayuda de los Revolucionarios; lo necesitamos desesperadamente".
La determinaci¨®n de Litzi volvi¨® loco a Kim y aquel momento -que termin¨® en un acto sexual en el traspatio de la casa, con los dos encima de un t¨²mulo de nieve- produjo esta l¨ªnea, evidentemente retocada: "Comprendo que esto pueda sonar fantasioso, pero una vez que te acostumbras, la nieve resulta bastante c¨¢lida". Kim y Litzi trabajaron durante meses en esa organizaci¨®n donde hab¨ªan ido a parar las 25 libras, hasta el d¨ªa en que recibieron informaci¨®n sobre el peligro que corr¨ªa Litzi, que adem¨¢s de comunista era jud¨ªa, si permanec¨ªa en Viena. Sin perder el tiempo, ni la perspectiva de aquellos actos t¨®rridos que fund¨ªan la nieve, Kim se cas¨® con ella y se la llev¨® a Londres para ponerla a salvo. Lo primero que hizo Litzi fue ir a ver a Edith Tudor-Hart, una fot¨®grafa, tambi¨¦n comunista y vienesa que trabajaba en secreto para la inteligencia sovi¨¦tica, y que en 1934 los recomend¨® para su reclutamiento en la NKVD, la KGB de entonces.
Kim fue llamado a Mosc¨² y ah¨ª pas¨® casi tres a?os aprendiendo las t¨¦cnicas del esp¨ªa y recibiendo un maquillaje vital para convertirse en un fascista convincente; durante esos a?os dict¨® conferencias en Inglaterra donde hac¨ªa verdaderas apolog¨ªas del fascismo y se convirti¨® en editor de una revista que apoyaba abiertamente el proyecto de Hitler; todo ese maquillaje fascista inclu¨ªa tambi¨¦n borrar su pasado de joven comunista ingl¨¦s, y eso pasaba inevitablemente por la desaparici¨®n de su relaci¨®n y de su historia de amor con Litzi Friedman.
Reconvertido en fascista notorio, Kim Philby comenz¨® a trabajar en el diario ingl¨¦s The Times y pronto consigui¨® que lo enviaran como corresponsal a la guerra civil espa?ola, montado en una compleja esquizofrenia de periodista ingl¨¦s con inclinaciones fascistas, que era t¨¦cnicamente un esp¨ªa ruso. Los art¨ªculos de Philby en The Times eran percibidos como los m¨¢s profranquistas de la prensa inglesa. En diciembre de 1937 iba persiguiendo una noticia en Teruel, a bordo de un autom¨®vil que compart¨ªa con otros tres corresponsales, cuando un bombazo dej¨® hecho cisco el veh¨ªculo y sin vida a sus tres colegas; Philby qued¨® malherido, pero se recuper¨® y en unos d¨ªas ya estaba en pie, recibiendo de manos del mism¨ªsimo general Franco la Orden del M¨¦rito Militar de Espa?a, una condecoraci¨®n que se le impon¨ªa no por sus encendidos art¨ªculos, sino por el opinable m¨¦rito de no haber muerto en el bombazo.
?sta fue toda la historia que hubo de Kim Philby durante m¨¢s de seis d¨¦cadas en Espa?a, hasta que en noviembre de 2001, en esa desclasificaci¨®n de documentos del KGB apareci¨® uno donde se explica c¨®mo un intermediario brit¨¢nico, siguiendo ¨®rdenes de Nicolai Lejov, jefe de la polic¨ªa secreta sovi¨¦tica, entr¨® en contacto y posteriormente envi¨® a Espa?a a un joven ingl¨¦s "periodista, de buena familia, idealista y fan¨¢tico antinazi", disfrazado de corresponsal, con la misi¨®n de asesinar al general Franco; al lado de la descripci¨®n del "joven ingl¨¦s" hay una anotaci¨®n a mano: "prob. Philby" (probablemente Philby). Lo siguiente que se sabe de Kim fue que The Times, aprovechando su furibunda germanofilia, lo transfiri¨® a Berl¨ªn, desde donde sigui¨® mandando encendidos art¨ªculos hasta el comienzo de la II Guerra Mundial. Philby regres¨® a Londres convertido en una autoridad en el conflicto y, pese a su perfil profascista, o quiz¨¢ por esto, fue reclutado por el MI6, el servicio secreto brit¨¢nico.
Con aquella maniobra, Kim, alias S?hnchen, qued¨® convertido en un agente doble que trabajaba para los servicios secretos rusos mientras fing¨ªa trabajar para la inteligencia inglesa. Meses despu¨¦s de su reclutamiento en el MI6 fue nombrado jefe de espionaje de la secci¨®n V, un territorio que comprend¨ªa Espa?a, Portugal, Gibraltar y el norte de ?frica. Sus espionajes ingleses, en el fondo contraespionajes rusos, tuvieron tal relevancia que el MI6 dise?¨® una secci¨®n especial a la medida de su esp¨ªa estelar, la secci¨®n IX, que, basada en el perfil pro-Hitler de Philby, que en el fondo era pro-Lenin, ten¨ªa una orientaci¨®n antisovi¨¦tica, orientaci¨®n que en manos de Kim era francamente prosovi¨¦tica.
El rotundo ¨¦xito de la secci¨®n IX convirti¨® a Philby en el esp¨ªa m¨¢s reputado del orbe, cuando en realidad todo lo que hac¨ªa era administrar la informaci¨®n que obten¨ªa desde su privilegiada posici¨®n de agente doble, y resistir con elegancia el estr¨¦s que le produc¨ªa estar mof¨¢ndose permanentemente del mundo occidental. A esas alturas de su vida, Kim Philby se hab¨ªa casado por tercera vez; a la tensi¨®n nerviosa propia de su oficio sumaba la de ocultar su verdadero quehacer a sus mujeres, y hab¨ªa comenzado a beber desaforadamente para granjearse un poco de paz interior. En 1949, Philby ampli¨® todav¨ªa m¨¢s su desmesurado horizonte laboral al aceptar un trabajo de asesor en el Pent¨¢gono, en el departamento de inteligencia que se convertir¨ªa despu¨¦s en la CIA.
La vida en Washington, con la flor y nata del poder occidental, le permiti¨® coordinar a dos de sus viejos colegas de los esp¨ªas de Cambridge: Burguess y MacLean, que tambi¨¦n eran esp¨ªas sovi¨¦ticos, para que enviaran informaci¨®n a Mosc¨² sobre el proyecto at¨®mico, un secreto de Estado del que Philby, en su calidad de superasesor, estaba perfectamente al d¨ªa. Mientras coordinaba a sus colegas, Philby rizaba a¨²n m¨¢s el rizo: contraespiaba para los rusos y recontraespiaba esp¨ªas de la CIA para los ingleses. Gracias a la informaci¨®n de Kim, que en Mosc¨² era S?hnchen, el Kremlin conoci¨® durante a?os al detalle el secreto mejor guardado de la contraparte de la guerra fr¨ªa.
Unos meses despu¨¦s de la llegada de Philby a Washington, el tr¨ªo de Cambridge estuvo a punto de ser descubierto porque MacLean, que beb¨ªa m¨¢s desaforadamente que Philby, hab¨ªa hablado de m¨¢s en un bar y, de un d¨ªa para otro, la inteligencia sovi¨¦tica les hab¨ªa avisado de que el FBI hab¨ªa comenzado una investigaci¨®n; en una maniobra que incluy¨® autom¨®viles, avionetas, lanchas a motor, y una colecci¨®n de pelucas, bigotes postizos y tacones de aguja, Kim Philby desapareci¨® del mapa occidental a sus dos compa?eros, que aparecieron a?os despu¨¦s, gordos y sedentarios, en Mosc¨². La investigaci¨®n del FBI sigui¨® su curso, no contra Philby, que ten¨ªa el aura de funcionario intachable, herm¨¦ticamente leal a Estados Unidos, sino en su entorno, que era inmenso y llegaba hasta el estudio del novelista Graham Greene, que en sus tiempos de esp¨ªa en ?frica se llamaba "Agente 59200" y que para librarse de la sombra de su amigo Philby, que empezaba a ser notoria en sus novelas de esp¨ªas, declar¨®: "?De qu¨¦ se me acusa?, ?de escribir sobre la posibilidad de usar mierda de p¨¢jaro como tinta secreta?".
Tanto averigu¨® el FBI sobre el entorno de Philby que un buen d¨ªa pidi¨® autorizaci¨®n al MI6 para interrogarlo, el Gobierno brit¨¢nico no lo permiti¨® y en un gesto protector, que hoy puede leerse como un chiste, regres¨® a Londres al mejor de sus esp¨ªas antisovi¨¦ticos, que era tambi¨¦n el mejor esp¨ªa sovi¨¦tico. En su nueva vida de celebridad brit¨¢nica, Philby se reencontr¨® con Anthony Blunt, el cuarto esp¨ªa de Cambridge, que hab¨ªa trabajado por su cuenta para la inteligencia sovi¨¦tica y que fue descubierto por el servicio secreto brit¨¢nico en 1963. Para evitar la c¨¢rcel que le correspond¨ªa, Blunt, al parecer, delat¨® a su viejo amigo Philby, que desapareci¨® de Londres y reapareci¨® a?os despu¨¦s en Mosc¨², casado con una rusa de nombre Rufina y reconvertido en bur¨®crata del KGB. Ah¨ª escribi¨® sus memorias, goz¨® del estatus de h¨¦roe nacional y muri¨® tranquilo en 1988. Las tres condecoraciones que recibi¨® en vida pintan al personaje: a la que le dio Franco hay que sumar la de Caballero de la Orden del Imperio Brit¨¢nico, y la Orden de Lenin. Para conmemorar la muerte de tan ilustre patriota, la URSS puso su rostro en un sello postal.
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