Una mano invisible para un mercado global
Poco se ha escrito en Espa?a sobre el fracaso de la ¨²ltima tentativa para finalizar la Ronda de Doha destinada a potenciar el desarrollo y el comercio mundial, algo que llama la atenci¨®n en una coyuntura de crisis econ¨®mica internacional -originada en las irresponsabilidades financieras en los Estados Unidos- que vuelve a poner de manifiesto que la globalizaci¨®n necesita ser gobernada a trav¨¦s de instituciones multilaterales capaces de maximizar sus ventajas y aminorar sus inconvenientes.
Es dif¨ªcil no estar de acuerdo en que la expansi¨®n del comercio a trav¨¦s del multilateralismo es esencial para el crecimiento y el desarrollo, y ello gracias a la promoci¨®n de la econom¨ªa real frente a la especulativa. As¨ª que la existencia de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC) es una magn¨ªfica noticia para quienes consideramos que intercambiar bienes y servicios sigue siendo uno de los pilares del bienestar.
Culminar la Ronda de Doha sobre comercio mundial ser¨ªa un gran activo contra la crisis
Existe la esperanza de un Obama no proteccionista en la Casa Blanca
La OMC es un ejemplo de multilateralismo y un excelente instrumento para orientar la globalizaci¨®n. Tanto, que las manifestaciones cr¨ªticas de hace una d¨¦cada bien podr¨ªan convocarse ahora para defender su mecanismo de toma de decisiones por consenso, su capacidad normativa obligatoria o la independencia de su ¨®rgano para dirimir conflictos, elementos que refuerzan el peso de los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles e impiden la aplicaci¨®n de la ley de la selva. De hecho, cuando se constata la p¨¦rdida de peso de los organismos de Bretton Woods, la OMC supera en su dise?o institucional no ya al FMI y el Banco Mundial, sino incluso a instancias como la mism¨ªsima ONU. La OMC es, pues, el foro de negociaci¨®n adecuado para promover la liberalizaci¨®n comercial entre partes jur¨ªdicamente iguales, y favorecer el auge econ¨®mico regulado y sostenible.
Entonces, ?por qu¨¦ la OMC no es capaz de concluir la Ronda de Doha? Evitemos culpabilizar a tal o cual pa¨ªs o grupo de estados, y pregunt¨¦monos si el fracaso no deriva de que los acuerdos debatidos hasta la fecha se alejan del objetivo de desarrollo fijado al comienzo de la Ronda en 2001, prev¨¦n ganancias para los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo realmente peque?as, incrementan poco su acceso a los mercados agr¨ªcolas norteamericano y europeo, y les obligan a da?ar o desmantelar relevantes industrias dom¨¦sticas con, al tiempo, una calamitosa ca¨ªda en los ingresos aduaneros, que en algunos casos representan m¨¢s del 50% de sus presupuestos.
Hay que ir al fondo de la cuesti¨®n, en el que podemos identificar cuatro grandes problemas. El primero, la utilizaci¨®n de dos paradigmas en la mesa negociadora: el del desarrollo y el del acceso al mercado, muchas veces planteados como excluyentes. El segundo, las diferencias econ¨®micas objetivas, que van m¨¢s all¨¢ de la cl¨¢sica divisi¨®n entre pa¨ªses desarrollados y subdesarrollados, e incluyen una nueva categor¨ªa de estados: las econom¨ªas emergentes, como Brasil, China o India. El tercero, los obst¨¢culos pol¨ªticos derivados de la coyuntura electoral en algunos pa¨ªses, empezando por los Estados Unidos. Y, por ¨²ltimo, la falta de voluntad pol¨ªtica de muchos Gobiernos, temerosos de dar el ¨²ltimo paso en las conversaciones.
Sin embargo, todos esos grandes escollos son resolubles: es preciso compatibilizar los paradigmas citados recuperando el verdadero objetivo de la Ronda de Doha: el desarrollo. Las diferencias econ¨®micas deben superarse sobre la base de la igualdad, la progresividad, la discriminaci¨®n positiva, la solidaridad y la complementariedad como nociones clave. Los obst¨¢culos pol¨ªticos requieren mensajes a la ciudadan¨ªa desde el poder alejados de cualquier populismo y tentaci¨®n cortoplacista, porque los miedos de la opini¨®n p¨²blica se basan como siempre en la desinformaci¨®n. Y, en fin, la carencia de voluntad pol¨ªtica ha de ser sustituida por una conciencia clara del coste de oportunidad que estamos pagando por el estancamiento de la liberalizaci¨®n comercial.
Finalizar con ¨¦xito la Ronda de Doha podr¨ªa ser el factor de estabilizaci¨®n que necesita un mundo golpeado por la crisis para estimular el crecimiento, el desarrollo y el empleo, y acercarse a los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Seamos conscientes de que el coste del no-Doha implica tremendas p¨¦rdidas, pues la alternativa al ¨¦xito no es el statu quo, sino un serio deterioro del multilateralismo, con un alto precio: miles de millones de euros dejar¨ªan de ingresarse en la econom¨ªa internacional; la credibilidad del sistema de comercio internacional y de la OMC se resentir¨ªa gravemente, y los pa¨ªses m¨¢s pobres y d¨¦biles, que son los que m¨¢s se benefician de un sistema basado en reglas multilaterales fuertes, ser¨ªan los m¨¢s desfavorecidos; el comercio se acabar¨ªa estancando en el bilateralismo y el regionalismo, terrenos en los que los pa¨ªses en desarrollo nunca conseguir¨¢n lo mismo que con el multilateralismo; y crecer¨ªa el proteccionismo, en un c¨ªrculo vicioso que lo fortalecer¨ªa continuamente en respuesta a un crecimiento m¨¢s bajo y al aumento del paro.
A nadie se le escapa que la voluntad pol¨ªtica es imprescindible para que la Ronda de Doha concluya satisfactoriamente y la OMC funcione a pleno rendimiento. Pero en la Uni¨®n Europea sabemos que buenos instrumentos y procedimientos eficaces de toma de decisiones contribuyen a que tal voluntad alcance el nivel cr¨ªtico necesario. Por ello, es preciso abordar el debate sobre la reforma de la OMC para abrir paso a medidas que garanticen coherencia y coordinaci¨®n con otras organizaciones internacionales -como la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo-, institucionalicen su dimensi¨®n parlamentaria, tengan en cuenta la existencia de pa¨ªses con diversos niveles de desarrollo y situaci¨®n geogr¨¢fica, complementen el actual m¨¦todo del consenso con la posibilidad de firmar acuerdos sectoriales o entre grupos de estados que flexibilicen el principio de que nada est¨¢ cerrado hasta que todo lo est¨¦ -en una especie de cooperaci¨®n reforzada o de distintas velocidades a la europea-, incrementen la transparencia y subrayen la implicaci¨®n de la sociedad civil, empezando por sindicatos, asociaciones empresariales y ONG.
Mi conclusi¨®n, expuesta como ponente del Parlamento Europeo ante 240 diputados y senadores de 86 pa¨ªses reunidos en Ginebra en la Asamblea Parlamentaria sobre la OMC, es muy clara: el desarrollo sostenible en el mundo necesita de una expansi¨®n regulada del comercio, que pasa por el ¨¦xito de la Ronda de Doha para el Desarrollo lo antes posible, conscientes de los plazos que van a imponer las din¨¢micas pol¨ªticas en diversos pa¨ªses, como Estados Unidos (doble esperanza: un Obama no proteccionista en la Casa Blanca). Por eso, se debe volver a negociar cuanto antes sobre la base de lo mucho acordado hasta ahora.
La OMC es un instrumento que debemos utilizar a fondo -como defienden la UE y la Espa?a de Zapatero a trav¨¦s de la pol¨ªtica comercial com¨²n-, especialmente en estos momentos de crisis en los que, frente a tanta irresponsabilidad financiera y tanto dinero p¨²blico para tapar agujeros privados, hace falta m¨¢s que nunca una mano visible para un mercado global de personas con necesidades cotidianas y bienes y servicios suficientes para satisfacerlas.
Carlos Carnero es vicepresidente del Partido Socialista Europeo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.