Pensar en (billetes) verdes
En algunos pa¨ªses europeos ya se est¨¢n etiquetando los alimentos con la indicaci¨®n de su huella carb¨®nica, de las emisiones de CO2 que supone producirlos y distribuirlos. Esa iniciativa llegar¨¢ aqu¨ª alg¨²n d¨ªa; seguramente con mucho retraso, como la reglamentaci¨®n de las bolsas de pl¨¢stico, por ejemplo, que en los pa¨ªses de nuestro entorno ya se distribuyen con cuenta gotas y/o previo pago; y entre nosotros se siguen repartiendo despreocupada o alegremente. Indicar qu¨¦ impacto ambiental tiene cada producto me parece una excelente manera de recordarnos que todos estamos implicados en el calentamiento global y que por ello, haciendo las elecciones adecuadas, podemos implicarnos en todo lo contrario. Una manera de insistir tambi¨¦n en lo que ya sabemos: que ir en tren es mucho m¨¢s verde que ir en autob¨²s y no digamos que ir en coche. Y que no hay que olvidar en los desplazamientos largos que la huella de carbono de los aviones es muy profunda, sobre todo cuando son privados y transportan pocos pasajeros.
Si Al Gore se ha ido de Euskadi "impresionado", algunas cosas no se las han explicado bien
Asumo que Al Gore viaja much¨ªsimo en su propio jet privado y que, por ese motivo, su huella carb¨®nica (que seguro que ¨¦l tiene perfectamente identificada) es al cabo del a?o de consideraci¨®n. Me dir¨¢n que todo sea por una buena causa, que las ambulancias, por ejemplo, tambi¨¦n producen contaminaci¨®n, sobre todo de la sonora (?de verdad es necesario que el volumen de sus sirenas se sit¨²e en el umbral del da?o ac¨²stico?), pero son imprescindibles. A lo mejor lo que ha venido a decirnos Al Gore es igual de necesario y justifica con creces la huella de carbono de su viaje y los 180.000 euros de sus honorarios (lo que al cambio actual representa casi un cuarto de mill¨®n de billetes verdes de d¨®lar).
Espero que el Gobierno vasco nos explique con detalle, en los pr¨®ximos d¨ªas, qu¨¦ de tan valioso tiene esa aportaci¨®n. Porque lo trascendido hasta ahora resulta bastante decepcionante por su simplicidad (como un instinto b¨¢sico de lo verde): en tiempos de crisis hay que invertir en innovaci¨®n y energ¨ªas renovables. Una idea de Al Gore que por otra parte (y seg¨²n nos comunic¨® ese d¨ªa el teleberri) es compartida por el Gobierno vasco. En fin, que, si encima de b¨¢sica esa idea ya la ten¨ªan nuestros gobernantes, el negocio de los 200.000 euros parece, a primera vista, tan ruinoso como algunos de los que ha hecho nuestro Guggenheim, tambi¨¦n por pensar en verde, en billetes verdes, quiero decir, en d¨®lares.
Pero con todo, lo m¨¢s llamativo de la visita de Al Gore es su afirmaci¨®n de que se va de Euskadi "impresionado", y entiendo que este adjetivo hay que interpretarlo en positivo. Lo que me lleva a pensar que si se ha marchado de aqu¨ª favorablemente impresionado en verde es porque algunas cosas no se las han explicado del todo bien: que no le han hablado del lamentable estado de muchos de nuestros r¨ªos; ni de la temeraria congesti¨®n de nuestras carreteras, debida fundamentalmente a que los transportes colectivos interurbanos (por sus horarios y limitaciones de servicio) sirven aqu¨ª de poco. Ni le han informado del proyecto de crear un Guggenheim II en las inmediaciones de una reserva natural; o de perforar con un t¨²nel de lado a lado el monte Jaizkibel.
Me dir¨¢n que no ha habido tiempo material, que Al Gore s¨®lo ha estado entre nosotros lo justo para pensar en verdes.
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