Alberto Manguel anima a los j¨®venes a la subversi¨®n
Su nueva obra juega con la historia y la novela policiaca
Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948) llama a la subversi¨®n. Las premisas de su cruzada no est¨¢n atravesadas por armas o gritos guerreros. Manguel, devoto del libro y due?o de una biblioteca de m¨¢s de 35.000 vol¨²menes, ensalza la mentira y busca la verdad, aunque no la encuentre. Aunque parezca un sinsentido.
"Nuestra esperanza est¨¢ en volver a insistir en que somos inteligentes"
El escritor se adentra en un submundo literario de exiliados
"Nuestra sola esperanza est¨¢ en volver a insistir en que somos criaturas inteligentes. No es s¨®lo decirle a los chicos que sean lectores, sino recordarles que son inteligentes, que no se conformen con esas cosas f¨¢ciles que les tiran para que se entretengan. ?Convi¨¦rtanse en subversivos!, ¨¦sa es la ¨²nica salvaci¨®n en esta sociedad", sentencia el autor de Una historia de la lectura.
Manguel reaparece estos d¨ªas en las librer¨ªas con Todos los hombres son mentirosos (RBA), otra sentencia en apariencia obvia, pero con un fondo reflexivo y revolucionario. El escritor argentino reivindica la mentira como un acto inherente al ser humano. "Mi intenci¨®n era retratar la imposibilidad de contar una historia. Siempre me sorprendi¨® ese efecto que se produce al recordar un momento en presencia de otros testigos. Uno siempre termina dudando de su propia realidad y de su propia memoria", dice, "y empieza a dudar de la mentira como acto absoluto. Me parece mucho m¨¢s interesante verla como la imposibilidad de la verdad. No la mentira deliberada, sino esa mentira de la cual no somos culpables, es la mentira que simplemente se debe a nuestros propios l¨ªmites de ver el mundo".
En Todos los hombres son mentirosos, un joven periodista franc¨¦s intenta reconstruir la vida y muerte de Alejandro Bevilacqua, una suerte de Bartleby a lo Vila- Matas. Manguel se adentra en el Madrid posfranquista de los setenta y concretamente en el submundo literario de exiliados de dictaduras latinoamericanas y construye un retrato entre hilarante y pat¨¦tico con algo de novela policiaca y mucho de historia.
"Me divert¨ª mucho creando los personajes. Yo mismo me sorprend¨ª con lo que iban revelando los testigos, no sab¨ªa qu¨¦ iba a pasar, conoc¨ªa los personajes pero desconoc¨ªa la historia", advierte quien emprendi¨® esta aventura literaria armado de tijeras y pegamento. "Busqu¨¦ fotos viejas en el mercado del Rastro, en revistas, caras de personas que no conoc¨ªa para que fuesen mis personajes, los recort¨¦ y me arm¨¦ un cuaderno con sus fotos y sus biograf¨ªas para tratar de entenderlos y conocerlos y eso me divirti¨® mucho. Crear un mundo para despu¨¦s utilizar ciertos elementos".
El joven vigoroso y nost¨¢lgico que ilustra la portada del libro es un desconocido que gracias a Manguel tiene, como El ahogado m¨¢s hermoso del mundo, de Garc¨ªa M¨¢rquez, una vida propia y apasionante. "Esa foto la vi hace 20 a?os en casa de un amigo en Canad¨¢, no sabemos qui¨¦n es, la record¨¦ y se la ped¨ª, ¨¦ste es mi Bevilacqua".
Dos novelas y varios ensayos aguardan a Manguel en Le Presbyt¨¨re, su refugio medieval en Poitiers (Francia). "No puedo estar sin hacer nada", dice. Cuando se le pregunta por el candente tema de la inmigraci¨®n y los exiliados en Europa, frunce el ce?o. "Espero que estos movimientos de migraci¨®n puedan eliminar las etiquetas de nacionalidad e identidad social. Esas nociones est¨¢n vivas cuando se transforman. ?Qu¨¦ quiere decir ser ingl¨¦s? Quiere decir haber sido normando, saj¨®n, franc¨¦s, celta... etc¨¦tera".
Babelia
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