Solidaridad, que no beneficencia
Las junturas del Estado andan maltrechas, sacudidas por anhelos hist¨®ricos irredentos las unas, golpeadas por urgencias contempor¨¢neas las otras. En el decir del cl¨¢sico, "yo vi del polvo levantarse audaces... atropellar ef¨ªmeras las leyes". Y al rebufo del gran debate italiano actual -sobre el federalismo fiscal-, proyecto que espera la aprobaci¨®n parlamentaria, es inevitable volver a los desgarrones que la financiaci¨®n auton¨®mica, casus belli, arranca a los antiguos consensos.
Normas quiz¨¢ precipitadas, pero obligatorias para el que gobierna, empantanan el proceso de reforma -otro m¨¢s-, aliviado en sus aristas por la madre de todas las crisis, prioridad absoluta. Ahora que leer la Biblia en p¨²blico ocupa primes times de televisi¨®n, leamos, pues, que el Padre es el principio del Verbo y, sin dinero, paternidad imprescindible, las leyes son acequias sedientas e in¨²tiles. Pero los espasmos del capitalismo se aliviar¨¢n y volver¨¢ la pregunta: ?Es compatible satisfacer a Catalu?a y mantener la solidaridad?
Las comunidades menos ricas no han de resignarse a ser eternamente asistidas
La Liga Norte impuls¨® denodadamente el "federalismo solidario", que una vez consiga acabar con el despilfarro en el gasto p¨²blico, dice, transformar¨¢ a Italia en una Rep¨²blica m¨¢s justa. Pero all¨ª sabe todo el mundo que ese grupo pol¨ªtico interpreta un sentimiento extremo, aunque real, de hartazgo de las regiones ricas frente al Mezzogiorno, repleto, a su juicio, de muy malos gestores.
Algunos datos son, en efecto, llamativos: la productividad de un trabajador del sur es aproximadamente la mitad de uno del norte; quiz¨¢ por ello el salario de aqu¨¦l es inferior en un 55% al del norte?o. El 22% de los italianos que viven bajo el umbral de la pobreza residen en el sur y as¨ª podr¨ªamos seguir.
Hay excepciones, sin embargo, pues la investigaci¨®n aeroespacial y la industria high tech se han localizado en Campania y en Sicilia. En fin, bastantes opinan, y no s¨®lo los de la Liga, que el Mezzogiorno no supo aprovechar ni los fondos estructurales europeos ni los nacionales. Actividades mafiosas, adem¨¢s de una muy ineficaz Administraci¨®n p¨²blica, son r¨¦moras a las que los especialistas atribuyen el atraso.
Podremos ignorar la verdad entre la niebla de nuestros valores, pero esa Liga triunf¨® en Tur¨ªn y en Mil¨¢n, que nos traen a la memoria a Cesare Pavese y Luciano Visconti, bien lejanas ya, por lo que se ve, sus aproximaciones ¨¦ticas y est¨¦ticas a la Italia de su tiempo. Hoy se trata de otra cosa, como, por ejemplo, poner en cuarentena a los "vagos" del sur.
Las extrapolaciones son arriesgadas en este terreno, tanto m¨¢s si se esquematizan. Algunos quieren poner en el debe de Catalu?a una visi¨®n de la solidaridad cargada de taca?er¨ªa mezquina: "ni un euro para el sur", que podr¨ªan llegar a decir, al modo de los de la Liga. Pero bien mirado, el tripartito catal¨¢n no dice eso, aunque haya soliviantado a las comunidades aut¨®nomas menos desarrolladas al mencionar que la solidaridad debe limitarse a los servicios b¨¢sicos. Debati¨¦ndose entre el modelo alem¨¢n y el canadiense, el Ejecutivo del Principado denuncia que el mecanismo de nivelaci¨®n espa?ol no acerca a ricos y pobres, sino que invierte sus respectivas posiciones. La cosa no es tan as¨ª, a pesar de que algo hay de eso.
A mi juicio, el sistema requiere una definici¨®n acordada de qu¨¦ se entiende por servicios esenciales y la creaci¨®n de una instituci¨®n -o la adaptaci¨®n de alguna de las existentes- que eval¨²e objetivamente la eficiencia del gasto auton¨®mico. ?Es la justicia, por ejemplo, un servicio b¨¢sico y esencial o no? ?La utilizaci¨®n de los fondos de nivelaci¨®n implica un despilfarro respecto a la satisfacci¨®n de las necesidades en sanidad, en educaci¨®n, en servicios sociales...? Es imprescindible aunar equidad y eficiencia, sin desincentivar a las comunidades m¨¢s pr¨®speras, que suelen actuar de locomotoras del crecimiento.
Quisiera pensar que, a pesar de lo agrio del debate, las relaciones entre las comunidades aut¨®nomas se encuentran lejos de los arrebatos viscerales de la pol¨ªtica italiana. Y que, aun habiendo territorios "autistas" en cuestiones de solidaridad -v¨¦ase, si no, el Pa¨ªs Vasco-, la inmensa mayor¨ªa est¨¢ dispuesta a madurar consensos viables. Acuerdo que no ha de pasar, en ning¨²n caso, por confundir la solidaridad con las m¨¢s rancias pol¨ªticas asistencialistas, para lo cual, todo hay que decirlo, las comunidades menos ricas no han de resignarse a ser eternamente asistidas.
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