60.000 euros por la mano perdida de Carmen
Sanidad pagar¨¢ por el retraso en una rehabilitaci¨®n
Cada una de las arrugas que rodean sus ojos exhalan ganas de aferrarse a la vida. Una piel fin¨ªsima en la que s¨®lo han quedado marcadas las sonrisas de sus 69 a?os de vida. A primera vista, el rostro de Carmen -delgado, fino y de facciones firmes-, no parece surcado por un s¨®lo hilo de dolor. Pero, cada vez que mueve su brazo izquierdo, calambres punzantes lo recorren desde el hombro a la punta de los dedos.
El 2 de enero de 2005 se cay¨®, rompi¨¦ndose los ligamentos de la mano izquierda. Aunque le escayolaron el antebrazo en el hospital Pr¨ªncipe de Asturias, cuando le quitaron la f¨¦rula no le dieron cita para rehabilitaci¨®n hasta cinco meses despu¨¦s. Una rehabilitaci¨®n que podr¨ªa haber salvado la movilidad de su brazo, que ahora cuelga r¨ªgido como una estaca.
Casi cuatro a?os de la lucha de Carmen en los juzgados han acabado en victoria. Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia impone al Servicio Madrile?o de Salud la obligaci¨®n de indemnizarle con 60.000 euros por las secuelas sufridas a causa de una "demora injustificada en el tratamiento de rehabilitaci¨®n".
Carmen, que no quiere ser identificada m¨¢s que por su nombre de pila, trabajaba de costurera. Era el oficio que desempe?aba para completar su pensi¨®n, de 328,44 euros mensuales, y as¨ª alimentarse y poder pagar el piso del Ivima en el que vive desde hace nueve a?os. Tambi¨¦n limpiaba una oficina. "A las siete de la ma?ana ya estaba limpiando", recuerda. "Sal¨ªa a las nueve y me ven¨ªa a casa a coser durante todo el d¨ªa. Para dos tiendas y para los vecinos, haciendo arreglos a tres euros".
Euro a euro, Carmen juntaba cerca del doble de lo que recib¨ªa del Estado para pagar el alquiler y la comida. Unas ganancias que se quedaron en nada al perder la movilidad de la mano. "Aguant¨¦ por mi hija, que me cuid¨® como pudo", asegura.
Carmen es ordenada. Un hule estampado cubre su peque?a mesa redonda en el sal¨®n. Sobre ¨¦l, una vida entera de documentos. Como aqu¨¦l de 1999 en el que la Consejer¨ªa de Sanidad firma que Carmen sufre una minusval¨ªa de un 95%. Carmen muestra su cartilla bancaria, en la que no entra un solo cuarto de ayudas por ese concepto.
La pila de papeles documenta c¨®mo sufri¨®, en los a?os sesenta, la extirpaci¨®n de medio pulm¨®n. "Estaba trabajando de sastra cuando me levant¨¦ sin darme cuenta de que estaba la ventana abierta. Me ca¨ª sobre un pico y me hice un siete en el pulm¨®n", explica sin titubeos. Se cas¨® y trat¨® de tener hijos, pero su Rh sangu¨ªneo y el de su marido eran incompatibles, por lo que tres de sus hijos murieron horas despu¨¦s de nacer y otro qued¨® en un aborto. S¨®lo se salv¨® una.
Despu¨¦s vino el c¨¢ncer. Fue en 1998, cuando tuvieron que extraerle el est¨®mago al observar la proliferaci¨®n de tumores durante una intervenci¨®n. "Una vez que te operas de c¨¢ncer te haces m¨¢s humana. Siempre habr¨¢ gente peor que t¨², ganas perspectiva", reconoce. Carmen se ha aferrado a la vida estos 10 a?os sin medio pulm¨®n y sin est¨®mago.
Los dolores en su brazo izquierdo no han cesado. "Adem¨¢s, el hombro se me est¨¢ dislocando porque tengo los tendones secos", explica la mujer. Recuerda que, la ma?ana siguiente a la noche en la que la escayolaron, ten¨ªa el brazo morado. Acudi¨® a urgencias y le abrieron una ventana en la escayola. Al d¨ªa siguiente, ocurri¨® lo mismo. Cuarenta d¨ªas despu¨¦s le quitaron la escayola. Su mu?eca estaba tan hinchada que duplicaba su tama?o normal. Como le dieron cita para cinco meses despu¨¦s, decidi¨® buscar un fisioterapeuta privado. "Gracias a ¨¦l mejor¨¦ much¨ªsimo", explica. "Pero fueron muchos gastos para mi pensi¨®n y no ten¨ªa nada m¨¢s".
No par¨® de llorar de alegr¨ªa cuando su abogada la llam¨® para decirle que hab¨ªan ganado, que el juez hab¨ªa reconocido la negligencia m¨¦dica. Guardar¨¢ los 60.000 euros para poder comprar el piso del Ivima cuando tenga opci¨®n a ello, dentro de dos a?os.
Pero, dice su fisioterapeuta, los dolores continuar¨¢n siempre y su brazo seguir¨¢ empeorando de por vida.
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