"No me gusta el teatro"
El pintor Eduardo Arroyo imparte un taller sobre escenograf¨ªa pese a su fobia
"No tengo ni idea de docencia, no he pisado una escuela de escenograf¨ªa, apenas hago decorados y no suelo ir al teatro: no me gusta, soy un p¨¦simo espectador. Quiz¨¢s soy la persona menos indicada para impartir este taller, pero os puedo contar mi experiencia". Con estas palabras, el pintor Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) se present¨® ayer en el seminario sobre Arte Escenogr¨¢fico, que impartir¨¢ hasta el viernes en el C¨ªrculo de Bellas Artes.
En torno a ¨¦l, sentados en un silencioso c¨ªrculo, 30 alumnos procedentes del mundo de las Bellas Artes, teatro o dise?o esperaban con curiosidad la lecci¨®n de un maestro que lleg¨® al mundo de la escenograf¨ªa casi de casualidad, cuando en 1967 el director art¨ªstico Klaus Michael Gr¨¹ber le propuso decorar la primera obra que dirig¨ªa en solitario, Off limits, de Arthur Adamov. En aquel momento la respuesta del pintor fue un no, porque nunca hab¨ªa hecho un decorado y porque odiaba el teatro. La muerte de su padre en el Teatro de la Zarzuela, explic¨® a sus alumnos, con apenas seis a?os, le dej¨® una inconsciente enemistad con ese entorno.
"Lo ten¨¦is todo en contra. Nadie tiene en cuenta al escen¨®grafo", avisa
Sin embargo, Gr¨¹ber era un hombre convincente y la aventura les convirti¨® en inseparables amigos y grandes colaboradores. Ahora, tras la muerte del director alem¨¢n el pasado junio, Arroyo ve lejana su vuelta a las bambalinas. "Es muy probable que os pueda contar todo esto sobre la escenograf¨ªa, a sabiendas de que no voy a volver a trabajar en teatro tras la desaparici¨®n de Gr¨¹ber. Nadie me llamar¨¢ para hacer un decorado, y si alguien me llama, probablemente me dar¨¢ miedo", se confesaba el pintor, que ha decorado cerca de 20 obras en su carrera. "Un decorador profesional que hace 20 cosas al a?o es un delincuente. En ese plan haces chorradas infectas porque te da igual tres que 30. Eso es lo que no deb¨¦is hacer vosotros", advert¨ªa.
Filias, fobias, cr¨ªticas al sistema teatral, a la histeria del director y consejos desangelados se suced¨ªan ante los alumnos que soportaban las verdades como pod¨ªan. "Chicos, no es por desanimar, pero lo ten¨¦is todo en contra. El escen¨®grafo es la cuarta rueda del carro, es decir, nadie los tiene en cuenta y cada vez se intenta ahorrar m¨¢s en decorados: no hay medios y si los hay, no hay producci¨®n. Las obras coproducidas vienen enlatadas", se?alaba Arroyo. "Vale, estoy de acuerdo contigo en que se nos escucha poco, pero al menos en los montajes donde yo he trabajado del Centro Dram¨¢tico Nacional o La Abad¨ªa, tanto escenograf¨ªa, como vestuario e incluso iluminaci¨®n influ¨ªan mucho en la dramaturgia. A lo mejor las nuevas generaciones s¨ª escuchan m¨¢s al escen¨®grafo", le propon¨ªa una alumna. Otros compa?eros estaban de acuerdo con ella.
"?La decoraci¨®n al aire libre? Eso es un infierno, porque luchas en una batalla imposible contra la naturaleza. La ¨²nica vez que tuve que decorar algo as¨ª fue porque a Gr¨¹ber se le antoj¨® representar un texto de Sempr¨²n [L¨ªvida madre, tierna hermana] en el cementerio de soldados rusos de Weimar. Y all¨ª tuvimos que montar la grader¨ªa con asientos y el escenario, mientras la luz se escapaba por todas partes, en fin, una cat¨¢strofe", recordaba Arroyo.
En el seminario, que continuar¨¢ todas las tardes y pondr¨¢ en com¨²n t¨¦cnicas decorativas, el pintor ha propuesto La vida es sue?o como proyecto colectivo para crear una escenograf¨ªa.
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