P¨¢ginas de sangre en el paisaje urbano
Una escritora pasea por la ciudad junto a detectives novelescos y asesinatos ficticios
Hay ciudades que se definen en nuestra imaginaci¨®n tanto por el brillo de sus neones como por lo s¨®rdido de sus callejones repletos de contenedores de basura, escaleras de incendios, sombras de gatos a la carrera y polic¨ªas en busca de un malhechor.
La ficci¨®n es, sin duda, la que imprime a fuego en nuestro cerebro la idea de que las calles de una ciudad son algo m¨¢s que una anodina v¨ªa p¨²blica: son tambi¨¦n los escenarios de las novelas, pel¨ªculas, series y c¨®mics que nos han hecho creer que tras las fachadas de los edificios, en los t¨²neles del metro, hay "algo m¨¢s". Hay muerte y sangre y criminales agazapados.
Cuando llegu¨¦ a Madrid a finales de los ochenta tra¨ªa en mi cabeza, he de confesarlo, un equipaje variopinto de retratos de la ciudad: los juzgados de plaza de Castilla repletos de quinquis y yonquis que transitaban los protagonistas de Turno de oficio, los bares de Centro y Chamber¨ª en donde transcurr¨ªan escenas de la tan en boga comedia madrile?a de Trueba y Colomo, y las calles en gris y sepia del barrio de Salamanca por las que caminaba siempre alerta un Sancho Gracia caracterizado como Jarabo. Luego, la realidad, tan juguetona e ir¨®nica, me presentar¨ªa a un compa?ero de facultad que viv¨ªa en la misma planta del edificio donde ¨¦ste cometi¨® sus cr¨ªmenes. A veces, con una copa de m¨¢s, juraba que todav¨ªa pod¨ªa o¨ªrse en la noche, por el hueco de la escalera, a sus v¨ªctimas chillar.
En algunos lugares no dejo de o¨ªr a gente que no cesa de gritar y pedir auxilio
En el teatro Reina Victoria se filmaron las primeras pel¨ªculas 'snuff'
En Esparteros habita Tony, el c¨ªnico ex polic¨ªa creado por Juan Madrid
En el Retiro, el boxeador de 'El gran silencio' propinaba una brutal paliza
Tal vez se deba a series tan populares como Brigada Central o La huella del crimen, que ficcion¨® los asesinatos m¨¢s escabrosos de nuestra historia reciente, o quiz¨¢s al crisol variopinto de personas que confluyen, a veces con roces e incomprensi¨®n, pero lo cierto es que en el imaginario colectivo Madrid es una ciudad sangrienta, y as¨ª como algunos gustan de recorrerla trazando la ruta de los museos, yo no puedo sustraerme al eco cruento que se escucha en sus rincones, aun cuando sepa que muchos de los asesinatos no hayan sucedido. Ser¨¢ que escribo novela negra, o que me persigue la ficci¨®n con su reflejo distorsionado de la realidad, pero el caso es que en algunos lugares no dejo de o¨ªr a gente que no cesa de gritar y pedir auxilio.
Mi recorrido, entre literario, personal y tur¨ªstico -no debe olvidarse que soy de provincias-, siempre comienza en la calle de San Nicol¨¢s, all¨ª estaba el primer piso de estudiantes en el que resid¨ª en Madrid y en donde sit¨²a Jer¨®nimo Tristante la mansi¨®n encantada que da t¨ªtulo a su novela El misterio de la Casa Aranda, si bien ¨¦l se inspir¨® en la llamada Casa Duende, un palacete burgu¨¦s en los aleda?os del cuartel del Conde Duque habitado, seg¨²n las cr¨®nicas de la ¨¦poca, por terribles fantasmas que no eran m¨¢s que, en un nuevo juego de espejos entre ficci¨®n y realidad, falsificadores de moneda que pretend¨ªan alejar a los curiosos.
La siguiente parada es la Puerta del Sol, un lugar t¨ªpico que ning¨²n amante de lo macabro debe dejar de visitar. All¨ª ubic¨® Francisco Garc¨ªa Pav¨®n el Hotel Central donde se aloj¨®, en la ¨²nica salida de su Tomelloso natal, su inolvidable Plinio, uno de los primeros investigadores de nuestras letras, para, acompa?ado de su ayudante Lotario, resolver la desaparici¨®n de Las hermanas coloradas, obra por la que obtuvo el Premio Nadal en 1969.
Muy cerca, en la calle de Esparteros, habita otro destacado personaje de la novela negra espa?ola, Tony Romano, el c¨ªnico ex polic¨ªa creado por Juan Madrid, que divide su tiempo entre los caf¨¦s en la Mallorquina y su empleo como fisonomista en el Casino de Torrelodones a la caza de gente de mal vivir. En Grupo de noche, Romano alternar¨¢ este trabajo con la investigaci¨®n del asesinato en un almac¨¦n abandonado de la calle Capit¨¢n Blanco Argibay de El D¨¢tiles, un antiguo confidente.
Pero subamos hacia Gran V¨ªa para visitar un hotel decadente con aires de pel¨ªcula en blanco y negro: el Metropolitano, cerca de la Red de San Luis, en cuyo bar tocaba el piano Biralbo, el desencantado protagonista de El invierno en Lisboa de Antonio Mu?oz Molina.
Si a estas alturas nos entrara algo de hambre, podemos acercarnos a la Carrera de San Jer¨®nimo para entrar en el conocido restaurante Lhardy, donde Pepe Carvalho, el detective creado por V¨¢zquez Montalb¨¢n, mantuvo un almuerzo con destacados miembros del Partido Comunista destinado a esclarecer un sonado Asesinato en el Comit¨¦ Central y, tras la comida, en el n¨²mero 24 de esa misma calle, es recomendable detenerse ante el teatro Reina Victoria, ya que, seg¨²n revel¨® Juan Ram¨®n Biedma en El im¨¢n y la br¨²jula (¨²ltimo Premio Hammett a la mejor novela negra), en sus s¨®tanos, all¨¢ por 1920, operarios y antiguos actores filmaron las primeras pel¨ªculas snuff (asesinatos reales) que circularon por Espa?a.
Para bajar algo el cocido, podemos acercarnos al n¨²mero 45 de la calle de Alcal¨¢, donde se levantaba el antiguo teatro Apolo (hoy ya desaparecido y luego reconvertido en un banco). Aqu¨ª, Selva, un noble desocupado aficionado al m¨¦todo deductivo protagonista de La gota de sangre, escrita en 1911 por Emilia Pardo Baz¨¢n, encuentra la pista para descubrir al asesino en una de las primeras aproximaciones de nuestra literatura al g¨¦nero policial.
Desde all¨ª recomiendo caminar hasta el Museo del Prado con una historia desconocida de oscuros asesinatos que nos desvela Tom¨¢s Garc¨ªa Yebra en Los cr¨ªmenes del Museo del Prado y, a continuaci¨®n, relajarnos entre los ¨¢rboles que rodean al Palacio de Cristal en el parque del Retiro. Mejor no entrar en los urinarios p¨²blicos anexos: en ellos, Roberto Esteban, el boxeador retirado y protagonista de El gran silencio, de David Torres, propinaba una brutal paliza en una cruda escena grabada a fuego en mi memoria. Puede que por eso sea adecuado llegarse al Caf¨¦ Comercial, en la glorieta de Bilbao, donde quiz¨¢ podamos toparnos con Los amigos del crimen perfecto de la novela de Andr¨¦s Trapiello.
Ser¨¢ conveniente dejar para otro d¨ªa la visita a barrios como los de La Latina, donde Javier Azpeitia ambienta Nadie me mata, el de Ventas, en donde transcurren Las noches contadas, de Javier P¨¦rez Merinero, o al extrarradio, como Las Barranquillas, en el que Francisco Galv¨¢n localiz¨® su Sangre de caballo.
Para salir del Retiro, la puerta que da a la plaza de Mariano de Cavia, frente a la cl¨ªnica del doctor Le¨®n en la que se inspir¨® Rafael Reig para ambientar Guapa de cara. Es un psiqui¨¢trico de aire siniestro en el que, en su fascinante novela, se practicaban crueles experimentos con los pacientes. Paso ante ella todos los d¨ªas y no he podido resistirme a usarla tambi¨¦n en mi propia ficci¨®n. Es una tentaci¨®n que no consegu¨ª vencer: dejar mi huella, contribuir a manchar un poquito m¨¢s de sangre esta ciudad.
Mercedes Castro es autora de la novela Y punto (Alfaguara, 2008).
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