Comienza el fin de Carabanchel
Las m¨¢quinas ya han derribado un muro de la c¨¢rcel y parte de la sexta galer¨ªa
La piqueta no entiende de historia. Tampoco de memoria. Ayer, sin embargo, procur¨® una fotograf¨ªa para la posteridad. Pocos minutos antes de la una de la tarde, una m¨¢quina retroexcavadora de grandes dimensiones golpeaba con violencia uno de los muros de los antiguos talleres penitenciarios de la c¨¢rcel de Carabanchel. Con su derribo se puso en marcha el reloj que marcar¨¢ el fin de la prisi¨®n de referencia de la dictadura, por la que pasaron durante a?os miles de represaliados pol¨ªticos y sociales del franquismo.
La plataforma contra la demolici¨®n inicia hoy una acampada de protesta
Tras el primer golpe, cinco m¨¢quinas y una docena de trabajadores continuaron hasta bien entrada la noche con su labor de demolici¨®n, que incluso lleg¨® a una de las galer¨ªas de presos, la conocida como galer¨ªa 6, cuyas tripas pod¨ªan verse ya a media tarde mientras era, poco a poco, reducida a escombros.
Antes, por la ma?ana, agentes de la comisar¨ªa de Carabanchel y trabajadores del Samur Social supervisaron el desalojo de las aproximadamente 30 personas que a¨²n permanec¨ªan en un extremo del recinto. Dos familias volver¨¢n a Rumania con el dinero que les aporte el Ayuntamiento. Otras dos fueron enviadas a los campamentos municipales de atenci¨®n a la poblaci¨®n inmigrante. Una persona ingres¨® en un centro de acogida. "El resto han rechazado nuestra ayuda", explic¨® un portavoz municipal.
Aunque no todos los que viven all¨ª se marcharon. Instituciones Penitenciarias incumpli¨® su palabra de retrasar los trabajos hasta que el complejo hubiera sido desalojado: cuando las m¨¢quinas iniciaron el derribo de la c¨¢rcel a¨²n quedaba gente en su interior. En el que en tiempos fue el sanatorio psiqui¨¢trico penitenciario, situado al borde de la avenida de los Poblados, permaneci¨® durante todo el d¨ªa una decena m¨¢s de personas. Entre ellos, un joven marroqu¨ª al que todos conocen como Andr¨¦s, que lleg¨® en patera a Espa?a hace cinco a?os y vive junto a dos familias rumanas en el presidio desde hace dos. Por la tarde, el Ayuntamiento le traslad¨® a un campamento para inmigrantes.
Hoy se marchar¨¢n tambi¨¦n dos familias con las que viv¨ªa Andr¨¦s: una de ellas, la de Kosty, a Rumania; la otra, la de Ghearghe, de 23 a?os y embarazada, a alguna parte de Madrid. "Mira c¨®mo nos tratan. No nos dejan salir y entrar. Esto es todav¨ªa una c¨¢rcel", gritaba rabiosa la mujer. Seg¨²n ella, las familias que se marcharon por la ma?ana recibieron 200 euros cada una. El Ayuntamiento neg¨® haber pagado a nadie.
A su alrededor, como alrededor de todo el recinto carcelario, empleados de seguridad privada vigilaban el per¨ªmetro para impedir la entrada. Incluso llegaron a colocar alambre de espino junto a una de las vallas "para evitar que nadie entrase por la noche". Los trabajadores encargados de la demolici¨®n intentaron tambi¨¦n evitar que c¨¢maras y fot¨®grafos tomaran im¨¢genes del derribo y colocaron un cami¨®n cisterna frente al ¨²nico hueco desde el que era posible observar lo que suced¨ªa en el interior. Eso s¨ª, dentro los trabajos eran grabados en v¨ªdeo por encargo de la Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios (dependiente de los ministerios de Econom¨ªa y Hacienda e Interior), encargada de la demolici¨®n de la antigua c¨¢rcel.
La puesta en marcha de los trabajos de derribo coincidi¨® con la reuni¨®n que mantuvieron representantes de la Plataforma por un Centro para la Paz y la Memoria en los terrenos de la antigua c¨¢rcel con el juez Baltasar Garz¨®n, en la que se present¨® ante el magistrado un escrito que solicita "la paralizaci¨®n cautelar" del derribo. La plataforma anunci¨® que hoy iniciar¨¢n una acampada de protesta en el parque Eugenia de Montijo contra la demolici¨®n.
Por su parte, IU se qued¨® ayer sola en la Asamblea. La proposici¨®n no de ley presentada para mantener la c¨²pula e instalar en el mismo un centro por la paz y la memoria, fue rechazada con los votos de PSOE y PP.
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