Olvidada Birmania
La dictadura militar mantiene hibernado un pa¨ªs cuya l¨ªder opositora vive en arresto permanente
Durante la mayor parte de los ¨²ltimos 20 a?os, Aung San Suu Kyi, la l¨ªder de la oposici¨®n birmana y premio Nobel de la Paz, ha permanecido detenida. Los espadones de la junta militar que con nuevas caras se perpet¨²a en el poder desde 1962 la mantienen desde hace 13 a?os en arresto domiciliario. No parece haber perspectiva de que su situaci¨®n vaya a cambiar, ni tampoco la de su sometido pa¨ªs, pese al ef¨ªmero rayo de luz que arrojaron la revuelta popular de 2007 y los efectos del posterior cicl¨®n devastador. La Liga Nacional para la Democracia, el partido de Suu Kyi, es visto como progresivamente irrelevante por muchos birmanos, que tambi¨¦n creen que su jefa va perdiendo contacto con la realidad. Inevitables efectos ambos de un r¨¦gimen carcelario en el que la oposici¨®n est¨¢ cercada, desorganizada y fragmentada.
El caso de Birmania (hoy Myanmar) es el de un pa¨ªs cuyas libertades fueron secuestradas hace casi medio siglo, y en ello sigue. Ni el descr¨¦dito, ni los llamamientos internacionales, ni las sanciones m¨¢s o menos simb¨®licas han movido un ¨¢pice la voluntad de una dictadura que se siente segura porque nunca ha dudado en apretar el gatillo contra los suyos, al precio de miles de muertos; y porque en su rinc¨®n del mundo el ¨²nico poder efectivo, China, se muestra indulgente con ella.
En su perennidad, los militares han tenido tiempo de reprimir salvajemente la insurrecci¨®n popular de 1988, de anular los resultados de las elecciones de 1990, de aplastar sangrientamente las protestas encabezadas por sus monjes -ese espejismo de poder popular- a finales de 2007. Tambi¨¦n, el a?o pasado, 14 despu¨¦s de su comienzo, de presentar un borrador constitucional, supuestamente democr¨¢tico, en el que se perpet¨²a la dominaci¨®n castrense. Las promesas de reforma que han permitido a los desalmados generales birmanos trampear con unos poderes internacionales poco interesados en lo que sucede en el pa¨ªs de las pagodas nunca se han hecho efectivas. Than Shwe, el jefe de la junta, ha ninguneado las repetidas y f¨²tiles visitas del enviado del Consejo de Seguridad, Ibrahim Gambari.
Pedir hero¨ªsmo a quienes son repetidamente ametrallados es una infamia.Birmania seguir¨¢ siendo una vasta c¨¢rcel al aire libre mientras su Ej¨¦rcito est¨¦ dispuesto a seguir ensangrent¨¢ndola y las potencias democr¨¢ticas miren hacia otro lado desde su remota torre de marfil.
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