Tan ciego no ser¨¢ ...
Uno de los argumentos m¨¢s cl¨¢sicos contra el darwinismo es el problema de la 'preadaptaci¨®n'. El ojo es sin duda una adaptaci¨®n para ver, pero su evoluci¨®n exige pasar por la d¨¦cima parte de un ojo (la 'preadaptaci¨®n'), y ?para qu¨¦ sirve eso? Las aves tienen plumas, pero basta echar un vistazo a una gallina para comprobar que eso no basta para volar. De hecho, sabemos que las plumas evolucionaron en los dinosaurios antes que el vuelo, por muy ¨²tiles que resultaran despu¨¦s para ¨¦l: las plumas son una preadaptaci¨®n al vuelo. Entonces, ?por qu¨¦ evolucionaron?
Los bi¨®logos han conjeturado hasta ahora que las plumas pudieron aparecer como un aislante t¨¦rmico, por la simple raz¨®n de que lo son. Pero el reci¨¦n anunciado descubrimiento del dinosaurion jur¨¢sico Epidexipteryx ("alarde de plumas", literalmente), que vivi¨® en China hace 160 millones de a?os, parece quitarles la raz¨®n. Y d¨¢rsela en cambio a John Maynard Keynes.
Un tabloide brit¨¢nico publicaba las fotos de cien bellezas para que sus lectores eligieran a cinco. Pero le daban el premio al lector que hubiera votado... ?a las cinco que ganaran! La gente, claro, aprendi¨® enseguida a votar no por las caras que m¨¢s le gustaban, sino por las que cre¨ªa que m¨¢s le iban a gustar a los dem¨¢s. La Bolsa, vio Keynes, funciona igual, y ello la hace proclive a los juegos de espejos. Un buen ejemplo es el actual ¨ªndice de confianza del consumidor (ICC), que viene a medir las creencias de la gente sobre las creencias de los dem¨¢s.
La d¨¦cima parte de una cola -cuatro plumas sueltas- no le serv¨ªa a Epidexipteryx para volar, ni para aislarse del fr¨ªo. Al peque?o dinosaurio jur¨¢sico, como a los concursantes de Keynes, no le importaba tanto para qu¨¦ sirvieran esas plumas como para qu¨¦ pensaran los dem¨¢s que serv¨ªan, sobre todo si los dem¨¢s eran del sexo opuesto. Como las aves actuales, con casos tan espectaculares como el pavo real, y como la econom¨ªa financiera, donde no hace falta citar casos extremos, Epidexipteryx usaba sus plumas para seducir. Charles Darwin cre¨ªa que el amor es un motor de la evoluci¨®n. Tan ciego no ser¨¢ si mueve el mundo.
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