Un escenario para olvidar la calle
El montaje 'Ca¨ªdos del cielo' re¨²ne a personas sin hogar y actores profesionales
A Jos¨¦ Luis, un d¨ªa, la vida le empez¨® a escupir en la cara. Fue hace a?os, demasiados ya, tantos que ni los quiere recordar. "S¨®lo me importa el presente", deja claro mientras se balancea en una silla. De tener una casa y una familia pas¨® a los cartones en mitad de cualquier acera. Viendo las pisadas de otros. Con la soledad de frente. Pero eso ya es lo de menos. Lo que de verdad le importa es que, hace nueve meses, el teatro le devolvi¨® el amor propio: "Me ha dado autoestima, que es lo primero que se pudre". Pues ah¨ª est¨¢, encima del escenario, vestido de gris, interpretando un mon¨®logo que habla de vidas perras, desobediencia y malas contestaciones.
Aplausos.
El infierno, a veces, se llama vida. Ilusiones enfrentadas a s¨ª mismas e historias de desfavorecidos. Eso es lo que narra el montaje Ca¨ªdos del cielo, escrita y dirigida por Paloma Pedrero. Lo ins¨®lito es que re¨²ne a indigentes, que nunca han actuado, y actores profesionales. El montaje, que se estrena el pr¨®ximo jueves en el Teatro Fernando Fern¨¢n-G¨®mez y estar¨¢ en cartel hasta el domingo 2 de noviembre, intenta propinar un pu?etazo a la sociedad del bienestar. A esa que mira de reojo a los que se han ca¨ªdo del sistema.
El papel de Paloma le ha servido para reencontrarse consigo misma
Todo fue rodado. Hace nueve a?os llamaron a Paloma de la Fundaci¨®n Rais para que impartiera un taller de teatro. Ella se lo pens¨®: "Siempre da un poco de impresi¨®n. ?Podr¨¦? ?No podr¨¦?". Pudo. All¨ª se encontr¨® gente rota que se abstra¨ªa con el teatro y fund¨® el grupo Pacientes Ambulantes. Un nombre revelador. A esas personas que viven en la calle les ha dado tiempo a crecer. Por eso ped¨ªan montarse sobre un escenario de verdad. Paloma acept¨® el reto. Fue probando cosas y apuntando ideas. Luego se encerr¨® y escribi¨® Ca¨ªdos del cielo. Hace nueve meses empezaron a ensayar el texto y envi¨® una copia de la obra a Carlos, de la Fundaci¨®n Coca-Cola. La alegr¨ªa lleg¨® cuando ¨¦l le envi¨® un mensaje de m¨®vil: "Esto hay que hacerlo". Luego vino lo dem¨¢s: la subdirectora del Festival de Oto?o vio el montaje. Y le encant¨®.
Paloma habla y sus alumnos no le quitan ojo. Yolanda ya tiene la mirada vidriosa. Se sube al escenario, con sus tacones de aguja, y baila por M¨®nica Naranjo. Se exalta. Se quiere comer el mundo. A su lado est¨¢ Jos¨¦ Manuel, sentado, apocado. Son las dos caras de un mismo personaje. La realidad y la utop¨ªa.
Cambio. Fuera teatro. Momento para la vida. La voz rotunda de Yolanda se vuelve fr¨¢gil cuando deja su papel. Naci¨® chico, pero se siente mujer. La incomprensi¨®n de los dem¨¢s le oblig¨® a sacarse pronto las casta?as del fuego. Es transformista. Lleva ocho a?os viviendo en la calle y tomando el almuerzo en comedores sociales. "Ahora vuelvo a vivir en hostales", explica sonriente. Se ha entregado a la interpretaci¨®n. "Tuve un novio al que no le hac¨ªa gracia que saliera en un escenario en biquini y estuve a punto de dejar la obra. Al final me plante¨¦: ?Paloma o ¨¦l? Paloma, claro".
Incluso a Jos¨¦ Manuel, uno de los actores profesionales, esta historia le ha servido para mirar su carrera de otro modo. "Nos contamos los miedos, las penas... He aprendido mucho de ellos. Las obras, en general, te hacen ir deprisa. Con este proyecto he tenido tiempo para pensar". Las cuatro o cinco horas de ensayo han conseguido que todos sean como una gran familia. Se r¨ªen, se dedican gestos c¨®mplices. "Si me levanto con el d¨ªa malo, con ellos se me pasa", apunta la directora.
Silencio.
Paloma, que tambi¨¦n vive en la calle, se estremece y le pregunta a su compa?ero de escena: "?Me invitas a un pico?". Pero no puede. Y tiembla, chilla: "?Quiero que vivas, Jato!". La m¨²sica y las jeringuillas aumentan el drama. Paloma llora. La droga y el hast¨ªo de vivir forman parte de las historias de Ca¨ªdos del cielo. Son los problemas a los que estos actores primerizos se han enfrentado alguna vez. La incomprensi¨®n y el abismo.
Situaciones demasiado cercanas para Paloma. El personaje al que representa se parece demasiado a ella. Tanto, que le ha servido para reencontrarse consigo misma. Porque se sent¨ªa perdida. "Me siento renacer", confiesa. Ca¨ªdos del cielo le sirve para olvidar que un d¨ªa tuvo casa, que dej¨® de tenerla, que no encuentra trabajo, que todo es frustrante para ella (con estudios universitarios), que tiene que cuidar de sus hijos. Que la vida es esto.
Otra escena real. Jos¨¦ Luis no para de filosofar sobre el teatro. Ahora, dice, quiere perfeccionar su t¨¦cnica. "Hasta ser El Brujo, f¨ªjate cu¨¢nto me queda". Ganas le sobran. La funci¨®n le espera.
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