Turismo y ciudad
Un a?o normal Santiago aporta tres millones de excursionistas y mill¨®n y medio de turistas
En los c¨ªrculos de opini¨®n preocupados por el patrimonio hist¨®rico y cultural hay una creciente inquietud por los efectos perversos del turismo. La mala prensa del turismo se ha nutrido hist¨®ricamente de tres fuentes: el totalitarismo reaccionario, la nostalgia de privilegios de ¨¦lites caducas o las enso?aciones de arcadias perdidas.
Pero hoy, la mayor cr¨ªtica al turismo procede de la experiencia objetiva de c¨®mo una afluencia excesiva de visitantes deteriora el encanto vital y el mismo tejido urbano de ciudades emblem¨¢ticas como, por ejemplo, Venecia.
La ciudad, antes una realidad rica y compleja, queda reducida por su sobreexplotaci¨®n tur¨ªstica a un lugar sin vida propia, s¨®lo alimentado y vivido por y para los visitantes, como un "parque tem¨¢tico de s¨ª misma". Esa amenaza es real, y debe ser combatida, aunque la cosa no sea sencilla.
En efecto: el turismo es una actividad de gran potencia econ¨®mica, que afectando a los derechos de movilidad de las personas y produciendo tambi¨¦n notables efectos positivos, es est¨¦ril y negativo impedir. As¨ª, reaccionar a la "parque-tematizaci¨®n" con la tentaci¨®n de crear "reservas hist¨®rico-sociales" no s¨®lo no es viable sino que, de lograrse, tampoco evitar¨ªa el problema: una de las primeras manifestaciones de lo que hoy llamamos "parque tem¨¢tico" fue el "parque zool¨®gico", cuya funci¨®n es dejar ver c¨®mo unos seres (mal)viven en condiciones similares a las que ten¨ªan en un medio ya perdido y artificiosamente recreado.
La experiencia demuestra que la ¨²nica f¨®rmula para evitar los perjuicios inherentes a las actividades de alto poder econ¨®mico no es rechazarlas, sino enfrentarlas cara a cara gestion¨¢ndolas para orientarlas en una direcci¨®n sostenible.
Pero, adem¨¢s, conviene no trivializar sobre la naturaleza del fen¨®meno. En la denominaci¨®n de turista se engloban realidades psicosociales muy divergentes que conviene distinguir, porque, como con el colesterol, al menos hay dos tipos de turismo.
Antes se hablaba de turistas frente a viajeros. Hoy los manuales diferencian entre excursionista y turista. El primero es la persona que viaja para entretenerse aprehendiendo los elementos del lugar visitado que antes de iniciar el viaje formaban parte de su propia experiencia, es decir, que ya hab¨ªa integrado en su imaginario convencional. Y turista es quien busca en el viaje busca un enriquecimiento de su vivencia por medio del reconocimiento del otro, y que disfruta absorbiendo con la mayor autenticidad posible aquello que expresa el genio del lugar visitado.
Si el excursionista es autista y gregario, el turista desea ser part¨ªcipe de lo local. As¨ª, podemos imaginar al excursionista comprando en cualquier lugar que visita una camiseta de las de "Cambio marido, pago la diferencia", mientras que al turista lo veremos, m¨¢s bien, eligiendo la que se ajusta m¨¢s al encanto y al estilo de la zona, a su singularidad.
Para el manejo estad¨ªstico, la frontera entre uno y otro se marca con la pernoctaci¨®n y as¨ª, por ejemplo, un a?o normal Santiago de Compostela aporta tres millones de excursionistas y mill¨®n y medio de turistas.
Pues bien, el reto de una ciudad inteligente es desarrollar el negocio tur¨ªstico aplicando estrategias y herramientas de gesti¨®n, integradas en un proyecto urbano complejo, para conseguir un crecimiento equilibrado, sostenible y en el que lo cualitativo prime sobre lo cuantitativo. As¨ª, aumentar los "turistas" frente a los "excursionistas" es un objetivo prioritario. Para ello es necesario diversificar los productos y ofertas, desestacionalizar y conseguir que el turismo genere mayor valor a?adido, al mismo tiempo que se protege y pone en valor el patrimonio de la ciudad y se mejoran las condiciones ambientales, la calidad de vida y las oportunidades de empleo de sus residentes.
Lo se?alado en cursiva es, literalmente, el objetivo del Plan Estrat¨¦gico de Turismo de Santiago de Compostela, aprobado en 2004 y actualmente en proceso de actualizaci¨®n y revisi¨®n.
Y debemos congratularnos por ello, porque que los gestores tur¨ªsticos se sientan directamente concernidos por la preservaci¨®n del patrimonio hist¨®rico es un requisito necesario para asegurar el futuro.
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