Paraguas
Josep Pla era b¨¢sicamente un pay¨¦s cansado y, como buen campesino, odiaba las tormentas ya fueran meteorol¨®gicas o financieras. Cuando le tocaba capear alguna, prefer¨ªa hacerlo en un barco conocido y con la tripulaci¨®n de siempre. As¨ª que si pintaban bastos, se enfundaba el abrigo, se calaba la boina hasta las cejas y atravesaba la Plaza Nova de Palafrugell contra viento y marea hacia la taberna de Gervasi, donde le esperaban fielmente sus amigos de tertulia: Tom¨¤s Gallart, Coromina, Enric Frigola, el farmac¨¦utico Casab¨® o Josep Bofill, alias el Gori. Hombres bregados en el arte de la iron¨ªa, resabiados, acostumbrados a contemplar el espect¨¢culo del mundo sin inmutarse demasiado. En sus sobremesas sol¨ªan hacer gala de un fatalismo tan acabado que si no fueran ampurdaneses, podr¨ªan pasar perfectamente por comentaristas del Financial Times. De hecho, sus opiniones sobre los misterios del capitalismo no se van mucho de las conclusiones del reciente Premio Nobel de Econom¨ªa, Paul Krugman.
-Los banqueros son unos se?ores que te dejan el paraguas cuando hace sol, explicaba Tom¨¢s Gallart a sus amigos con el calique?o colgado del labio. Ahora bien, si llueve, ya es un poco m¨¢s dif¨ªcil...
En estos d¨ªas de crisis a una le dan ganas de meterse las manos en los bolsillos, entrar en el humo tard¨ªo del caf¨¦ de Gervasi a trav¨¦s de la puerta de El Cuaderno Gris y salir convertida en una anarquista como Dios manda. La materia de los libros de Pla est¨¢ tan pegada a la vida como el pan o las estaciones, por eso sigue manteniendo viva toda su carga de profundidad. Por ejemplo, si usted quiere saber qu¨¦ pasar¨ªa si la entidad bancaria donde tiene su hipoteca y a la que ha confiado sus ahorros quebrase, no tiene m¨¢s que acudir a la tertulia. Tom¨¤s Gallart se lo explicar¨ªa muy claro: pues que el banco declinar¨ªa cualquier responsabilidad de devolverle a usted sus ahorros, pero usted, sin embargo, tendr¨ªa que seguir pag¨¢ndole al banco la misma cantidad de hipoteca y con los mismos intereses. Lo que se dice un acuerdo justo, ?no? Es la misma regla de tres por la que el Banco Central Europeo rebaja los intereses a los bancos para ayudarles a salir del aprieto y ¨¦stos responden subiendo el Euribor. O sea, que ellos pagan menos por el dinero y usted m¨¢s.
Seguimos en el principio de equidad, como ven. Y si el Euribor baja, da igual porque su hipoteca seguir¨¢ por las nubes. Despu¨¦s de que el Tesoro de EE UU rescatase a uno de esos bancos en quiebra con el dinero del contribuyente, sus directivos decidieron premiarse con un fin de semana inolvidable en un hotelito de California por valor de medio mill¨®n de d¨®lares, con un servicio de pedicura y manicura que hubiera hecho las delicias del mism¨ªsimo Al Capone. Hay gente con un olfato especial para establecer cierto tipo de asociaciones mercantiles mientras otros nos dedicamos a pensar en los misterios de la vida, por eso debe ser que unos est¨¢n siempre a cubierto y a otros les toca mojarse. No s¨¦ si me explico, vive Dios. Y por si no se ha enterado todav¨ªa, est¨¢ lloviendo a c¨¢ntaros como en las canciones de Bob Dylan, as¨ª que ni se le ocurra pedir prestado un paraguas.
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