La batalla a trav¨¦s de las ideas
Bill Clinton dej¨® la econom¨ªa estadounidense, en la intersecci¨®n de los dos siglos, con un crecimiento medio superior al 4% y super¨¢vit p¨²blico. Las dos ¨²ltimas legislaturas dem¨®cratas -b¨¢sicamente la d¨¦cada de los noventa del siglo pasado- se caracterizaron por un incremento sin parang¨®n de la riqueza, y dieron lugar al nacimiento de otro paradigma, la denominada nueva econom¨ªa, que dec¨ªa que se hab¨ªan acabado los ciclos econ¨®micos. Todo ello motivado por la utilizaci¨®n masiva de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n (lo relacionado con Internet y el planeta digital) y una flexibilizaci¨®n de las herramientas empresariales. Sin embargo, tanto desarrollo no sirvi¨® para que se estrechasen las desigualdades en Estados Unidos, sino lo contrario, y ¨¦ste es el ¨²nico hilo conductor que coincide con lo que suceder¨ªa despu¨¦s, durante los ocho a?os de mandato de George W. Bush.
El apellido Bush, que desaparece ahora de la primera fila de la historia, no ha tenido suerte con la econom¨ªa
El apellido Bush, que desaparece ahora de la primera fila de la historia, no ha tenido suerte con la econom¨ªa. Bush padre perdi¨® las elecciones a favor de un semidesconocido Bill Clinton, despu¨¦s de haber vencido en la primera guerra de Irak, porque una peque?a e inoportuna recesi¨®n se col¨® en la campa?a al grito de: "?Es la econom¨ªa, est¨²pido!". Y Bush hijo, despu¨¦s de haber tenido que superar las secuelas del estallido de la burbuja tecnol¨®gica, de los atentados del 11-S, y de los esc¨¢ndalos corporativos que colocaron a Enron como su principal icono, deja la Casa Blanca como ya sabemos: EE UU al borde de la recesi¨®n, todos los desequilibrios macroecon¨®micos (inflaci¨®n, d¨¦ficit, deuda) manifest¨¢ndose a la vez, e increment¨¢ndose espectacularmente las diferencias de la renta y la riqueza entre los ciudadanos.
Desde el inicio del primer mandato del actual Bush hubo un economista que manifest¨® abiertamente sus cr¨ªticas a la pol¨ªtica econ¨®mica neocon, que hac¨ªa su principal bandera de la econom¨ªa de mercado sin interferencias y que se reivindicaba heredera directa de la revoluci¨®n conservadora de Ronald Reagan y Margaret Thatcher: el neokeynesiano Paul Krugman, que acaba de recibir el Premio Nobel de Econom¨ªa por sus trabajos cient¨ªficos, pero que hab¨ªa brillado en el planeta de la influencia no s¨®lo por los mismos sino por su asombrosa capacidad de divulgaci¨®n, manifestada en sus art¨ªculos semanales en The New York Times (que en Espa?a publica EL PA?S) y por sus libros. En los ¨²ltimos a?os ha publicado al menos tres de ellos. En El gran enga?o. Ineficacia y deshonestidad: Estados Unidos ante el siglo XXI -una cr¨®nica de la primera legislatura de Bush- resume lo que ha pasado desde que la Administraci¨®n Clinton cesase: ca¨ªda de las Bolsas, esc¨¢ndalos empresariales, crisis energ¨¦tica, retroceso del medio ambiente, dos millones de nuevos parados, los d¨¦ficits gemelos (exterior y p¨²blico), recesi¨®n, terrorismo, etc¨¦tera. Krugman se asombra entonces de que la principal pol¨ªtica econ¨®mica de Bush consista en bajar los impuestos a los m¨¢s ricos (con el pretexto de que son los que m¨¢s invierten) en medio de dos guerras. Lo contrario de lo que dec¨ªa el sentido com¨²n e incluso cualquier ortodoxia econ¨®mica. Seg¨²n nuestro economista, la secuencia que los neocons pretend¨ªan instalar ten¨ªa un cariz ideol¨®gico: rebajar los ingresos p¨²blicos, subir el d¨¦ficit ("el d¨¦ficit no importa", declar¨® el vicepresidente Dick Cheney), y aumentar al tiempo los gastos de seguridad y defensa. Cuando la situaci¨®n se hiciese insostenible, la soluci¨®n era cristalina: reducir los gastos sociales, lo que significaba acabar con el peque?o welfare estadounidense que, a su entender, es un freno a la eficacia del sistema.
No todo el Partido Republicano pensaba igual. Las anteriores no son las se?as de identidad tradicionales de los republicanos (por ejemplo, no lo fueron de la Administraci¨®n Nixon) sino de un peque?o grupo, muy ideologizado, con ra¨ªces en la extrema derecha religiosa y en los institutos de pensamiento fundamentalistas m¨¢s relacionados con la Escuela de Chicago, que se ha apoderado de la direcci¨®n del mismo: los neocons. ?sta es la principal tesis del ¨²ltimo libro de Krugman, Despu¨¦s de Bush, que subtitula El fin de los neocons y la hora de los dem¨®cratas. En ¨¦l se demuestra que la polarizaci¨®n pol¨ªtica es consecuencia de la desigualdad econ¨®mica, lo que explicar¨ªa en buena parte el desarrollo de la actual campa?a electoral. El hoy Nobel de Econom¨ªa apost¨® en principio por Hillary Clinton como la mejor candidata dem¨®crata a la Casa Blanca, por ser la m¨¢s coherente para aplicar la pol¨ªtica que seg¨²n ¨¦l deb¨ªa seguir el pa¨ªs (el libro est¨¢ escrito antes de que estallase la crisis financiera y econ¨®mica): completar la obra del New Deal rooselvetiano, incluyendo una expansi¨®n del seguro social que cubriera riesgos evitables cuya relevancia se ha hecho inconmensurablemente mayor durante las ¨²ltimas d¨¦cadas.
En el a?o 1999, Krugman escribi¨® otro libro, cuyo t¨ªtulo puede resultar premonitorio estos d¨ªas: El retorno de la econom¨ªa de la depresi¨®n. En ¨¦l abordaba los efectos de la primera crisis econ¨®mica de la globalizaci¨®n: la que comenz¨® en el verano de 1997 en Tailandia, con la devaluaci¨®n de su moneda, que se extendi¨® primero por el conjunto de Asia, luego a Rusia y a Am¨¦rica Latina, y finalmente al resto del planeta. Dec¨ªa entonces que la econom¨ªa mundial no se encontraba en depresi¨®n y que probablemente tampoco experimentar¨ªa ninguna depresi¨®n en el corto plazo. Pero que la econom¨ªa de la depresi¨®n -los tipos de problemas que caracterizaron buena parte de la econom¨ªa mundial en los a?os treinta del siglo pasado- se hab¨ªa instalado de forma pasmosa: hasta hace poco era dif¨ªcil que alguien pensara que los pa¨ªses modernos se ver¨ªan obligados a soportar recesiones apabullantes por temor a los especuladores monetarios; que un pa¨ªs avanzado podr¨ªa verse con persistencia incapaz de generar el gasto suficiente para mantener el empleo de sus trabajadores y de sus f¨¢bricas; que incluso la Reserva Federal se preocupar¨ªa por su capacidad para contener un p¨¢nico del mercado financiero. La econom¨ªa mundial, concluye, se ha convertido en un lugar mucho m¨¢s peligroso de lo que imagin¨¢bamos. Este texto, publicado hace una d¨¦cada, est¨¢ siendo reescrito ahora por Krugman, a la luz de la experiencia presente, que multiplica por cien lo acontecido anta?o.
En 1930, John Maynard Keynes escribi¨® que "nos hemos metido en un desorden colosal, cometiendo errores garrafales en el control de una m¨¢quina delicada, cuyo funcionamiento no entendemos". La batalla que ha dado Krugman consiste precisamente en ello: para compartir un pron¨®stico de las dificultades y actuar en consecuencia, hay que comprender antes lo que est¨¢ pasando. En ello ha sido un verdadero maestro. -
Despu¨¦s de Bush. El fin de los neocons y la hora de los dem¨®cratas. Traducci¨®n de Francesc Fern¨¢ndez. Cr¨ªtica. Barcelona, 2008, 326 p¨¢ginas. 29 euros. El gran enga?o . Ineficacia y deshonestidad: Estados Unidos ante el siglo XXI. Traducci¨®n de Isabel Campos Adrados. Cr¨ªtica. Barcelona, 2004. El retorno de la econom¨ªa de la depresi¨®n . Traducci¨®n de Jordi Pascual. Cr¨ªtica. Barcelona, 2000.
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