Recesi¨®n en ciernes
La contracci¨®n de la econom¨ªa espa?ola exige medidas en¨¦rgicas; y sobre todo, urgentes
La econom¨ªa espa?ola ha entrado en una senda recesiva. No hace falta esperar a ver otro trimestre de crecimiento negativo, como sugiere la m¨¢s convencional de las definiciones estad¨ªsticas de recesi¨®n, para que las familias y empresas espa?olas asuman los meses que vienen como uno de los peores escenarios de los ¨²ltimos a?os. Seg¨²n las estimaciones avanzadas por el servicio de estudios del Banco de Espa?a, en el tercer trimestre de este a?o la econom¨ªa espa?ola experiment¨® un retroceso del 0,2% con respecto al trimestre anterior. Es la primera contracci¨®n en 15 a?os y ha estado precedida del deterioro del empleo m¨¢s acusado de Europa y el m¨¢s pronunciado en muchos a?os.
Es razonable, por tanto, que la composici¨®n de ese crecimiento ponga de manifiesto una ca¨ªda muy significativa en la demanda nacional, tanto en el consumo final de las familias como en el componente de inversi¨®n empresarial. El primero est¨¢ determinado por unas expectativas inequ¨ªvocamente adversas desde bastante antes de que las autoridades admitieran la propia crisis. La combinaci¨®n de elevados tipos de inter¨¦s de referencia para las hipotecas con descensos en el ritmo de creaci¨®n de empleo y aumentos en la tasa de paro fue una de las primeras se?ales de que la renta real de los asalariados (desde hace a?os estabilizada) iba a reducir su asignaci¨®n a consumo.
Cuando se observa el comportamiento econ¨®mico de las familias, se pone de manifiesto un desplazamiento creciente hacia bienes de consumo de bajo precio, incluso en cap¨ªtulos esenciales como la alimentaci¨®n. El comportamiento moderado de los precios de esos bienes est¨¢ contribuyendo, junto a la expl¨ªcita ca¨ªda en los precios energ¨¦ticos, al descenso de la inflaci¨®n, que el ¨²ltimo dato de IPC, 3,6% interanual, refleja tan elocuentemente. La muy dudosa contrapartida a la recesi¨®n en ciernes ser¨¢, sin duda, una inflaci¨®n cada mes m¨¢s contenida.
La inhibici¨®n de la inversi¨®n empresarial es otro reflejo de desconfianza. Como en el caso de las familias, es tributaria de los efectos de una restricci¨®n crediticia sin precedentes y de una justificada incertidumbre de los espa?oles acerca de la capacidad para superar la crisis econ¨®mica. Desde estas bases, no hay elementos de juicio para anticipar una recuperaci¨®n en un plazo razonable. Y tampoco es muy alentadora, en un entorno internacional desfavorable, la sensaci¨®n de que nuestras autoridades econ¨®micas se est¨¢n tomando con excesiva tranquilidad la adopci¨®n de decisiones destinadas a frenar la inercia de deterioro en que estamos inmersos.
Las medidas de apoyo al sistema crediticio requieren una aplicaci¨®n inmediata, como la consideraci¨®n de aumentar la inversi¨®n p¨²blica muy por encima de lo avanzado en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado. Lo que est¨¢ en juego es la salida de la crisis m¨¢s severa de las sufridas en las ¨²ltimas d¨¦cadas.
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