Aqu¨ª aman a Dios y a las armas
En la Am¨¦rica m¨¢s profunda, Obama ha suscitado un debate sobre el cambio y la integraci¨®n. Tambi¨¦n ha despertado el fantasma de la esclavitud y la discriminaci¨®n. El martes, la soluci¨®n a este conflicto
En Warsaw, Misuri, hay un fantasma que me habla constantemente a trav¨¦s de las bocas de extra?os. Es el fantasma de la esclavitud, y su sombra es alargada y cruza incluso las calles de este alegre pueblo situado al borde de un lago, en un soleado d¨ªa de oto?o. Un voluntario local de la campa?a de Obama me cuenta sobre una mujer que, durante una encuesta, le respondi¨® que ella iba a votar por Barack pero su hija no -y la mujer baj¨® la voz- "porque es negro". Ni tampoco su hijo: "?l es todav¨ªa m¨¢s racista". Qu¨¦ terrible que se sintiera obligada a decir eso de sus propios hijos. A mi alrededor, todo est¨¢ lleno de la parafernalia comercial de terror y broma de Halloween, pero ¨¦sos son los verdaderos fantasmas y las verdaderas brujas de Estados Unidos.
Misuri lleva cien a?os escogiendo al vencedor en las elecciones. Ahora es uno de los pocos Estados indecisos
Un republicano que votar¨¢ a Obama explica que le ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil si fuese "descendiente de esclavos negros"
Misuri es importante. Es una veleta nacional. Situado en el centro del pa¨ªs, donde el este se une con el oeste y el norte con el sur, lleva cien a?os escogiendo al vencedor en todas las elecciones presidenciales salvo en las de 1956. En los sondeos de opini¨®n, es uno de los pocos Estados que todav¨ªa est¨¢n indecisos. Por eso organiz¨® aqu¨ª Obama m¨ªtines masivos hace unas semanas, y por eso Joe Biden y ¨¦l estaban de nuevo aqu¨ª este jueves. Por eso la organizaci¨®n de Obama en Misuri planeaba utilizar a sus 25.000 voluntarios para llamar aproximadamente a 1,3 millones de puertas durante los ¨²ltimos cuatro d¨ªas de campa?a.
La mayor parte de estos votantes tan decisivos se encuentra en las cuidadas afueras de San Luis y Kansas City, pero cada voto de las zonas rurales, entre cuyas glorias locales est¨¢ uno de los m¨¢s importantes presidentes dem¨®cratas, Harry Truman, cuenta. Y en estos momentos estoy en el coraz¨®n del coraz¨®n rural: una tierra hermosa y de suaves colinas, llena de roc¨ªo que al amanecer se eleva desde los estanques, ¨¢rboles de todos los posibles rojos, amarillos y cobres impresionistas del oto?o, pintorescas escenas de vacas que pastan una hierba rozagante, y carteles de "se vende tierra" y "Jes¨²s es Nuestro Se?or".
En la esquina de las calles Van Buren y Kosciuszko (por Tadeusz Kosciuszko, es decir, el luchador polaco por la libertad que fue la inspiraci¨®n para llamar Warsaw a la ciudad), veo una casa muy pulcra, pintada de blanco, con un letrero en la ventana que dice: "Esta casa est¨¢ protegida por Dios". Delante ladra un perro guardi¨¢n (?ser¨¢ un perro que se llama Dios?). Y en el c¨¦sped hay otro letrero: "Se vende". Dios protege, pero aqu¨ª la gente tiene problemas de dinero y de vivienda, como en todas partes. Y los cazadores no s¨®lo cazan por deporte. Un buen disparo puede poner un pavo o una codorniz en la mesa para cenar. As¨ª que los republicanos dicen que Obama quiere quitarles las armas. Un anuncio de McCain en una emisora local de m¨²sica country declara, con una voz profunda de vaquero: "Amamos a nuestro Dios y amamos nuestras armas"; casi parece que "armas" tambi¨¦n lleva may¨²scula. Y los "progresistas", contin¨²a, quieren quit¨¢rselas, porque "no sintonizan con nuestra Am¨¦rica".
Esperaba que la raza fuera un asunto importante en esta zona, pero me llama la atenci¨®n hasta qu¨¦ punto est¨¢n a flor de piel las viejas heridas y los viejos prejuicios. Ni siquiera tengo que preguntarlo; sale a relucir todo el tiempo. En la sede local de la campa?a de McCain, cuatro acogedoras se?oras me transmiten su entusiasmo por Sarah Palin. Cuando empezamos a hablar del tema inevitable, una de ellas dice que la gente tiene miedo de que la llamen racista si dice algo en contra de Obama. Otra recuerda que, cuando era ni?a, no muy lejos de aqu¨ª, el Ku Klux Klan segu¨ªa en activo y hab¨ªa carreteras por las que un negro no pod¨ªa andar a salvo. A?aden que, en el siglo XIX, Warsaw era un pueblo de esclavos, aunque Cole Camp, fundado por luteranos alemanes en el mismo condado pero a unos pocos kil¨®metros al norte, no lo era. De modo que en Misuri la gente luch¨® entre s¨ª durante la guerra civil, y Warsaw fue incendiado y arrasado varias veces.
A varios kil¨®metros de distancia, en Sedalia, un antiguo oficial del ej¨¦rcito, ac¨¦rrimo republicano durante muchos a?os, me dice que va a votar por Obama. Est¨¢ asqueado por las mentiras del Gobierno de Bush sobre Irak. Pero le resultar¨ªa m¨¢s f¨¢cil si Obama fuera blanco. Es m¨¢s, le ser¨ªa dif¨ªcil votar por ¨¦l si fuese verdaderamente afroamericano (es decir, "descendiente de esclavos negros americanos", explica al forastero). Esos tipos est¨¢n "furiosos" por dentro, a?ade. Por suerte, Obama no es verdaderamente afroamericano, sino un estadounidense con un padre africano. Aun as¨ª, se siente un poco "intranquilo".
Quiero que quede clara una cosa. No estoy aqu¨ª, en absoluto, como un progresista urbano lleno de condescendencia, como un turista cultural que llega de Europa decidido a despreciar a estos pat¨¦ticos patanes retr¨®grados y a criticarlos por racistas. Ni much¨ªsimo menos. La gente con la que he hablado es gente decente, honrada, afable, que reconoce y se debate sinceramente con el problema de los vestigios del racismo, no pretende propagarlo. Y tampoco pretendo sacar la simplista conclusi¨®n de que "la raza decidir¨¢ esta elecci¨®n presidencial". Mi estudio ha consistido en una muestra totalmente acient¨ªfica de alrededor del 1% de la poblaci¨®n (que asciende a 2.070 habitantes, seg¨²n el cartel de la carretera) de un pueblo en la zona rural conservadora de un Estado decisivo.
Hay dos impresiones, no obstante, que me gustar¨ªa compartir con ustedes. La primera, pese a que quienes quiz¨¢ son los mejores encuestadores y expertos del mundo est¨¢n de acuerdo en que Obama est¨¢ asegur¨¢ndose una s¨®lida victoria en el colegio electoral, me parece que en estas elecciones existen inc¨®gnitas especiales, inc¨®gnitas conocidas e inc¨®gnitas desconocidas, que todav¨ªa podr¨ªan inclinar la balanza en cualquier sentido. Si hay demasiadas personas con demasiadas dudas secretas sobre las diferencias de Obama, McCain podr¨ªa ganar por los pelos. Si la campa?a de base de Obama, tan magn¨ªficamente organizada, consigue llevar a las urnas a votantes a los que los encuestadores no han llegado nunca -j¨®venes, pobres, minor¨ªas ¨¦tnicas, incluso sin techo (un juez de Ohio acaba de permitir que los sin techo se inscriban para votar dando como domicilio un banco del parque)-, la victoria podr¨ªa ser abrumadora. Yo s¨®lo s¨¦ lo suficiente para dudar de la sabidur¨ªa de los que dicen que saben. Que quede claro que no lo han le¨ªdo aqu¨ª antes que en ning¨²n sitio. La semana que viene, todos podremos decir que "ya lo sab¨ªamos".
El otro elemento peculiar de esta elecci¨®n es que la naturaleza extraordinaria de Obama y su extraordinaria campa?a de base han suscitado una amplia conversaci¨®n nacional, no s¨®lo sobre el futuro de Estados Unidos, sino sobre su dif¨ªcil pasado. El mapa de Misuri est¨¢ extra?amente lleno de nombres europeos: Warsaw, Dresden, Windsor, Odessa, Versailles (pronunciado a la americana, "Verseils"). Viejas ciudades europeas con mucha historia, que incluye derramamientos de sangre y conflictos ¨¦tnicos. Pero no creo que en ninguna de ellas, ni siquiera en la Varsovia polaca, las heridas de las viejas disputas sigan siendo tan profundas o doliendo tanto como en sus tranquilas hom¨®nimas de Misuri, donde unas simp¨¢ticas se?oras republicanas pueden contarte sin titubear qui¨¦n hizo qu¨¦ a qui¨¦n hace casi 150 a?os.
La campa?a de Obama quiz¨¢ prefiere concentrarse en el futuro, pero esta dif¨ªcil conversaci¨®n sobre el pasado de Estados Unidos se refiere tambi¨¦n a su futuro. Es un di¨¢logo doloroso y tal vez un poco arriesgado, pero representa una posibilidad de curaci¨®n, sobre todo si un n¨²mero suficiente de estadounidenses vence sus dudas secretas, su inquietud, y sigue el llamamiento de Obama, curiosamente expresado, a "unirnos como una sola naci¨®n, un solo pueblo y, una vez m¨¢s, escoger nuestra mejor historia".
www.timothygartonash.com. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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