"?El Ej¨¦rcito nos invade!"
Vecinos de la Brilat denuncian amenazas de los soldados y ocupaci¨®n de fincas
M¨¢s que imponer, la presencia militar en los alrededores de la base de Figueirido (Pontevedra), molesta. En los n¨²cleos rurales que circundan la Brilat se sienten intimidados por los soldados que utilizan las zonas boscosas para su entrenamiento. "A ellos les da igual si es un terreno particular o no, se creen que por llevar uniforme pueden hacer lo que les venga en gana", comenta, airado, Marcial Franco, gerente de un aserradero de piedra en Vilaboa.
Marcial conoce de primera mano los inconvenientes de tener el negocio pegado a una base militar, un roce que en m¨¢s de una ocasi¨®n a punto ha estado de llegar al enfrentamiento. "Bajan corriendo por la carretera, por el adiestramiento, y t¨² tienes que parar y apartarte para dejarlos pasar", protesta. "?Que se aparten ellos!", clama. "A un militar vestido de uniforme hay que respetarlo, y nosotros ?qu¨¦?". Esos duelos a pie de asfalto entre las compa?¨ªas militares y el cami¨®n cargado de Marcial son conocidos por los vecinos, aunque no van m¨¢s all¨¢ de miradas desafiantes.
Los comuneros aseguran que Defensa aplica una ley del franquismo
La decisi¨®n del Ministerio de Defensa de ampliar el per¨ªmetro de seguridad de la Brilat en una franja de 300 metros, donde se ubican m¨¢s de un centenar de viviendas y varias naves industriales, ha sido el chispazo que ha conseguido poner a los afectados en pie de guerra. "Ellos lo cogen todo pero a nosotros su presencia aqu¨ª no nos beneficia en nada", comentan en un bar de Vilaboa. El tema levanta ampollas. Nada m¨¢s mentarlo, los tertulianos paran la partida de cartas para dejar patente sus quejas. Primero, porque no fueron advertidos por el ministerio y, segundo, porque "les usurpan territorio". Esto lo dice el presidente de la Comunidad de Montes de Vilaboa, Xabier M¨ªguez, ex alcalde de la villa por el BNG. "Es una verg¨¹enza para el Gobierno socialista", alega, porque se est¨¢ aplicando "una ley del 75, firmada por Franco, preconstitucional". Un "anacronismo" que tambi¨¦n critican los representantes municipales de Pontevedra y Vilaboa.
Los comuneros (en esta agrupaci¨®n suman 380 socios) explican que "cuando se produce la afecci¨®n de un suelo, la actuaci¨®n tiene que someterse a informaci¨®n p¨²blica", de forma que los interesados puedan alegar. S¨®lo en el municipio de Vilaboa calculan que la superficie afectada es de unas 200 hect¨¢reas. "A nosotros 15,4 nos las tiene usurpadas el Ej¨¦rcito". Han presentado una reclamaci¨®n y est¨¢n dispuestos a llegar a los tribunales. Los comuneros de Figueirido y Salcedo se declaran en t¨¦rminos semejantes. Desde la Brilat insisten que "ese suelo ya est¨¢ calificado as¨ª desde los a?os 70", cuando todav¨ªa no era una base militar sino un campo de tiro. La publicaci¨®n de la disposici¨®n en el BOE no supone m¨¢s que una actualizaci¨®n, prosigue, "los ayuntamientos conoc¨ªan esa realidad y dejaron que se construyera en una zona de seguridad".
"?Los militares nos est¨¢n invadiendo!", clama Marcial desde la oficina de su aserradero. "Tendr¨ªan que haberlo comunicado al vecindario pero hacen lo que quieren", se lamenta. "Tienen terreno acaparado sin haber consultado con nadie. Hace un tiempo cogieron una tra¨ªda de agua. Protestamos, pero dicen que el agua la necesitan ellos as¨ª que los vecinos tuvieron que hacer sus propios pozos o buscar otras tra¨ªdas".
Vacas 'arrestadas' por pisar suelo militar
Aquilino L¨®pez Troiti?o recuerda de corrido un sinf¨ªn de atropellos a civiles. "Se apercibi¨® a los vecinos por ir a limpiar rastrojos y en fechas recientes invadieron terrenos particulares para hacer una pista forestal". Aquilino recuerda otro episodio a principios de los 90, cuando ¨¦l y otros hombres realizaban una tala "en suelo de la comunidad de montes". "Se presentaron dos compa?¨ªas para desalojarnos a todos, amenaz¨¢ndonos". Y a¨²n se le acelera el pulso cuando piensa en el subteniente que lleg¨® a alcalde. "Jos¨¦ Fern¨¢ndez se llamaba y en 1965 cedi¨® al Ej¨¦rcito el monte de Vilaboa, que era comunal".
Menos tajante se muestra Celso, de 71 a?os, que lleva toda su vida residiendo en Postemir¨®n, el n¨²cleo m¨¢s afectado por la ampliaci¨®n del per¨ªmetro. Sin soltar la hoz mientras trabaja en su finca, rememora c¨®mo han cambiado las cosas desde que era un ni?o. "Cuando yo era peque?o, hab¨ªa mucho trato con los militares", dice. La gente se engalanaba para asistir a la jura de bandera, "no s¨®lo la de aqu¨ª, tambi¨¦n de los alrededores". Ahora s¨®lo van autoridades y familiares de los soldados, los vecinos se han quedado al margen. Era otra ¨¦poca, "hablaban con la gente", especialmente los mandos, que comentaban con el pueblo cualquier actuaci¨®n que fuesen a llevar a cabo fuera de los muros de la base. "Pas¨¢bamos por all¨ª y no hab¨ªa ning¨²n problema", dice. El ganado atravesaba suelo militar para pastar en una zona comunal. Hoy es impensable. Los vecinos cuentan que los soldados han llegado a retener a las vacas.
Defensa asegura que no se tocar¨¢n las viviendas. A la espera de lo que suceda finalmente, Celso muestra la casa de piedra que est¨¢ construyendo para sus hijos. "Acabo de invertir un dinero y no quiero que me la derriben. Es un problema grande".
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