La escuela que tuvo que aprender
Un centro de las Tres Mil Viviendas pasa de las broncas a modelo de convivencia
Son las once de la ma?ana de un martes cualquiera y en el colegio p¨²blico Andaluc¨ªa, ubicado la barriada de las Tres Mil Viviendas de Sevilla, las puertas est¨¢n abiertas de par en par; tambi¨¦n han desaparecido las rejas y los cerrojos; no hay pintadas en las paredes, ni papeles por el suelo... Todo est¨¢ limpio y reluciente. En uno de los muros del recibidor los ni?os y ni?as de Infantil y Primaria han construido el Mural de los Sue?os. "Que nazcan muchos pinos en el patio y nos den chucher¨ªas" se atreve a escribir Francisco. As¨ª, hasta empapelar con sus dibujos toda una pared. "Cuando los sue?os se cumplen", explica el director, Eduardo Barrera, "nace un ¨¢rbol y echa hojas. Mira...". Y se?ala a la columna revestida de arpillera, alambre y hojas de pl¨¢stico.
Antes se percib¨ªa que los profesores eran intrusos que impon¨ªan normas
"Los modelos que les ofrec¨ªamos era lo que necesitaban para la confrontaci¨®n"
?Qu¨¦ ha tenido que ocurrir para que Barrera haya pasado de ser agredido f¨ªsicamente dos veces e insultado infinitas m¨¢s, a que todos le llamen el tito Eduardo? o ?por qu¨¦ el profesorado, al que han apedreado a diario, es ahora imprescindible para familias y alumnos? La historia de este cambio tan radical comenz¨® hace seis a?os. Y los hechos confirmar que hacer realidad la utop¨ªa es posible. Lo corroboran las solicitudes que recibe el colegio desde todos los rincones de Espa?a para contar su experiencia; tambi¨¦n los m¨²ltiples premios logrados. Premio Nacional a la Convivencia el a?o pasado. O el ¨²ltimo, el entregado el d¨ªa 9 de octubre por la reina Sof¨ªa, a la Acci¨®n Magistral, concedido por la Fundaci¨®n de Ayuda contra la Droga.
El colegio Andaluc¨ªa est¨¢ ubicado en el Pol¨ªgono Sur; un entorno dominado por la exclusi¨®n social y la violencia. El absentismo escolar es lo normal en el centro. No hace tanto tiempo que ¨¦ste superaba el 50%; hoy el porcentaje se ha reducido en 20 puntos. Un 90% de los 264 alumnos (hasta los 12 a?os) son de etnia gitana. "Y esto significa, simple y llanamente, que el colegio est¨¢ en su territorio", recalca el director. "Aqu¨ª es donde ellos se hacen fuertes y aqu¨ª es donde hasta hace dos a?os nos mostraban a los payos, agrediendo al profesorado, todo su rencor", a?ade. Pero esto ha cambiado. La constituci¨®n de una Comunidad de Aprendizaje en la que participan las familias gitanas, ONG, asociaciones profesionales, instituciones y grupos de voluntarios, ha sido la clave.
Los 27 profesores del claustro han tenido que superar sus prejuicios hacia el pueblo gitano. Desde la direcci¨®n se insiste en que "no hubiera sido posible este cambio sin meterse en la piel de ellos". A veces, los mismos maestros participan en sus ritos y manifestaciones culturales. Padres, t¨ªos y "mayores" con ascendencia en el barrio vienen a las aulas y les hablan de la cultura gitana y del respeto a los muertos, por ejemplo. De la necesidad de estudiar. En la barriada han comprendido que el profesorado no es su enemigo. "Tratamos de ponernos siempre en su lugar; el colegio ha abierto sus puertas a las familias para que vean que no es nuestro, sino suyo", insiste ?ngela Molina, 10 a?os en el centro, y actual jefa de Estudios.
El plan de estudios del Andaluc¨ªa es ambicioso. "Hemos pasado de ser tolerantes a muy exigentes", explica Molina. "Al principio cre¨ªamos que bastaba con que estuviesen a gusto aqu¨ª. Pero luego entendimos, y las familias lo comprendieron tambi¨¦n, que para competir en igualdad con los payos ten¨ªan que esforzarse, aprender".
La epopeya pedag¨®gica que el colegio Andaluc¨ªa ha emprendido no es posible llevarla adelante si no es con la m¨¢xima colaboraci¨®n. Cada d¨ªa pasan por el centro varias decenas de personas para trabajar con el alumnado. "La ley de Educaci¨®n, que preconiza los grupos flexibles, con refuerzos y apoyos puntuales a aquel alumnado m¨¢s retrasado, aqu¨ª no era m¨¢s que un caldo de cultivo propicio para perpetuar la marginalidad. Aqu¨ª el modelo pedag¨®gico oficial no sirve", resume Barrera.
La disgregaci¨®n, la exclusi¨®n o las sanciones que propugna el sistema educativo vigente, en las Tres Mil Viviendas s¨®lo conducen al fracaso escolar. "En realidad, hemos estado d¨¢ndole la raz¨®n a esta gente; los modelos que les ofrec¨ªamos eran lo que necesitaban para la confrontaci¨®n con nosotros", concluye el director.
As¨ª que no ha habido m¨¢s remedio que proponer una escuela nueva, que no excluya a nadie y est¨¦ abierta a todos. "Una escuela para acabar de una vez con la idea que asocia a la cultura gitana con marginalidad", resume Inmaculada Maldonado, maestra de etnia gitana que lleva cuatro a?os de maestra en el centro.
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