La escuela de la pianista rebelde
Almudena Cano da nombre desde ayer al centro municipal de m¨²sica de Arganzuela, donde estudian 400 alumnos
Desde una fotograf¨ªa suya de grandes dimensiones, Almudena Cano sonre¨ªa ante quienes asist¨ªan ayer, en el edificio rehabilitado de un antiguo mercado, a un homenaje cargado de justicia: la inauguraci¨®n, con su nombre, de un centro donde estudian 400 alumnos de todas las edades, la Escuela Municipal de M¨²sica de Arganzuela, en el pasaje de Tortosa, a un latido de la glorieta de Atocha. Bajo su sonrisa, sobre un piano cedido por el recientemente desaparecido F¨¦lix Hazen, Rosa Torres Pardo interpretaba, conmovida, tres piezas p¨®stumas de Franz Schubert, uno de los autores favoritos de su amiga Almudena.
Alberto Ruiz-Gallard¨®n, alcalde de Madrid, amigo de ambas pianistas, acababa de dirigir la palabra a los presentes: "Fue ella quien nos convenci¨® de que era preciso cambiar radicalmente de mentalidad y de hacer de la m¨²sica parte esencial de la educaci¨®n", dijo. El grado de desarrollo de la ense?anza musical de un pa¨ªs mide el grado de progreso de ese pa¨ªs, a?adi¨®. Y esgrimi¨® a¨²n otra convicci¨®n: "Ella nos ense?¨® tambi¨¦n que resulta dif¨ªcil alcanzar la condici¨®n de persona si no es transitando por el mundo del arte y de la m¨²sica".
Con tres a?os gateaba al piano familiar y tecleaba m¨²sica de la radio
Tales ideas guiaron la vida de la pianista Almudena Cano, nacida en la calle de R¨ªos Rosas de Madrid en 1951 y muerta a consecuencia de un c¨¢ncer de pulm¨®n en octubre de 2006, con 55 a?os. Por esas quimeras, hechas realidad ayer, pele¨® con denuedo para erradicar as¨ª las inercias que hicieron que Espa?a, durante siglos, considerase la m¨²sica algo auxiliar, secundario. La velada matinal fue, por ello, un acto evocador y de reivindicaci¨®n de la figura de una mujer inconformista y rebelde, que supo dialogar en el ¨¦ter para esparcir en su seno las mejores notas de su piano y luego -tarea mucho m¨¢s ardua- para formar a cientos de alumnos, en conservatorios de m¨²sica, tambi¨¦n en salas de conciertos, desde Amsterdam a Nueva York, en la desenvoltura de ese lenguaje que sabe unir los corazones y elevarlos hacia los sublimes parajes donde tiene su morada: la m¨²sica. "Fue una int¨¦rprete extraordinaria, m¨¢s preocupada por la musicalidad que por la t¨¦cnica, que dominaba maravillosamente", opina Andr¨¦s Ruiz Tarazona, renombrado music¨®logo presente en el homenaje.
?C¨®mo era ella? "Mi hermana era una persona divertida, que ten¨ªa un comentario jocoso para todo", explica Agust¨ªn Cano, profesor de historia, euf¨®rico al saber que se ha hecho justicia con la memoria de Almudena Cano. "Entreg¨® su pasi¨®n al piano y, sobre todo, a su ense?anza; ver hoy su nombre en esta escuela municipal me produce enorme alegr¨ªa".
Agust¨ªn Cano prosigue: "Parece inveros¨ªmil, pero su vocaci¨®n musical comenz¨® a los tres a?os. No hubo m¨²sicos en la familia", explica. "Su ¨²nico contacto con la m¨²sica hab¨ªa sido un viejo piano en el que practicaban los hermanos mayores. Cuando dejaban libre la banqueta del piano, Almudena gateaba y se encaramaba hasta ella; entonces, con dos dedos, tecleaba las mismas notas de la ¨²ltima canci¨®n que acabada de o¨ªr en la radio". "Mis padres la pusieron en manos de una se?ora, do?a Concha, que tocaba el arm¨®nium. A los seis a?os, ya estaba en el Conservatorio de Madrid".
Su primera maestra fue Carmen D¨ªez Mart¨ªn. Luego lo ser¨ªa Juan Carlos Zubeld¨ªa, quien le ense?¨® a desplegar su talento en auditorios europeos y americanos. Desde C¨®rdoba, donde obtuvo c¨¢tedra, mont¨® la Escuela Musical de Verano de la localidad de Lucena, vinculada a cuanto m¨¢s quiso en su vida. Obtendr¨ªa despu¨¦s, a los 34 a?os, c¨¢tedra en Madrid. Desde aqu¨ª batallar¨ªa sin descanso por abrir a todas y todos el acceso al deleite de una m¨²sica que ayer, su colega y amiga Rosa Torres Pardo recre¨® para ella, con el br¨ªo de su sentimiento y el fulgor de su inteligencia. Todo ello explicaba por qu¨¦ Almudena Cano sonre¨ªa desde su fotograf¨ªa.
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